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La preocupación que existe sobre la adicción al teléfono móvil

“En este asunto, existe una línea muy fina entre adicción y una forma de vida”.Julia Llorente, Psicoterapeuta, Escritora, directora y actriz de teatro, Poeta

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La preocupación que existe sobre la adicción al teléfono móvil

Fotógrafo, Jose Segarra

02-08-2019

 En la medida que pasa el tiempo escuchamos en los medios, cada vez más, la preocupación que existe sobre la adicción al teléfono móvil.  No es ninguna novedad que las adicciones no solo se dan ante el consumo de sustancias químicas, siendo en la actualidad el móvil un ejemplo que corrobora lo anterior.

Julia, ¿qué elementos puede contener un aparato tecnológico para convertirse en adictivo?

Como bien dices, el concepto adicción no necesariamente va unido al consumo de sustancias. Ya, en los años treinta, el psicoanalista Otto Fenichel hacía referencia a la toxicomanía sin drogas. Dicho esto, vaya por delante que la tecnología, en sí misma, puede contener avances facilitadores en muchos campos, como por ejemplo la medicina.  Estaríamos pues ante la tan famosa frase: “depende como se utilice”. El tema que nos ocupa se trata de una tecnología ordinaria, al alcance de todos.

Por otro lado, en este asunto, existe una línea muy fina entre adicción y una forma de vida. Tal vez resulte más “alentador” etiquetar al sujeto, en algunos casos, como adicto que asumir el declive que, en el campo existencial, atravesamos en este siglo. No hace mucho vi un documental en el que se decía que somos mucho más tontos ahora que en el siglo pasado, y el anterior, no solo en el terreno intelectual, sino en el emocional.

Quizá entonces, ¿el móvil forma ya parte de nuestras vidas como algo prioritario?

Si continuamos hablando sobre el terreno de las adicciones la Ciberadicción abarcaría ordenadores, teléfonos, tabletas… Pero es un hecho que las tabletas, por ejemplo, se han introducido en las guarderías como método de enseñanza. ¿Quiere decir que un niño de tres años está abocado a convertirse en adicto, o quizá sería más acertado pensar que se le está acostumbrando al uso de cierto formato? Formato que, en principio, estaría ceñido a las tareas escolares del pequeño, pero el amplísimo campo de contenidos al que se puede acceder por medio de una tableta es directamente proporcional al uso que le dará ese mismo pequeño en la medida que vaya creciendo, ampliable, claro está, al teléfono móvil.  Estamos ante un evento virtual, sin tener en cuenta que la interacción cara a cara es fundamental para un desarrollo emocional saludable.

Es cierto que donde más atención se apoya la preocupación es en los niños y adolescentes.

Parece que hay una alarma social porque un niño de ocho años está recibiendo ayuda psicológica por adicción al móvil. Según sus progenitores, el niño, presenta apatía, abatimiento, estados depresivos… a partir de quitarle el aparatito. Son muchas las cuestiones que habría que plantearse a partir de aquí. La primera, qué hace un niño de esa edad en posesión de un móvil, para continuar con qué ejemplo, relacionado con el tema,  se topa el niño en su entorno. Algo muy a tener en cuenta son los síntomas que presenta el peque, no hay que conformarse con desplazar el hecho de haberle desprovisto del teléfono hacia aquello que el niño ha pasado a manifestar. Sería interesante averiguar, como un posible efecto contrario, si el apego al terminal era una voz de alarma de malestares preesistentes.

Un niño tiene que demandar la necesidad de jugar con otros niños, de interactuar con su entorno; igualmente llevar a cabo actividades desde las que ejercitar la imaginación, y, sobre todo, disponer de tiempo para ello, por derecho propio. Para esto, los padres, el compendio familiar, serán los procuradores fundamentales, seguido de los educadores. Algo no se está haciendo bien cuando, por ejemplo, vemos a grupos de adolescentes reunidos que en vez de hablar entre ellos se comunican por medio de mensajes. Están juntos, pero solos.

Claro, los padres serían el pilar necesario, pero muchos son los primeros en darle al móvil un uso excesivo. Qué tendrá este aparato que a pesar de servir como medio de comunicación, incomunica.

Como dije antes, el aparato en sí carece de capacidad intencional. A lo largo de la historia la tecnología siempre ha estado presente, y avanzando. No se conocen casos alarmantes de  adictos a la lavadora, o a la máquina de escribir eléctrica, o al pinball y  flipper. Ni siquiera a aquellos primeros juegos de pantalla, donde un punto emulaba una pelota de tenis dando bandazos de un lado a otro. Las personas jugaban un mayor o menor rato, pero no interfería en su dinámica diaria. Tampoco es habitual ver gente deambulando por las calles con el cuello curvado leyendo libros.  La tecnología de la que hablamos ofrece posibilidades que utilizan algunos sujetos, que no todos, afortunadamente, para la complacencia de ciertos destinos.  A partir de sus funciones pueden conseguir: Inmediatez de datos, ilusoria, dudosa e incompleta en muchos casos, que la mayoría de las veces escapa a la capacidad intelectual y académica del buscador. El individuo común que presume de erudito cibernético.  Control: tratar de saber en todo momento dónde están los otros, y viceversa. Fantasear: respecto a la identidad de sí mismo y los demás. Estatus: obtener siempre el aparato con más funciones y más caro del mercado. En definitiva, Poder. La ilusión de un “Poder Mágico”, en el más amplio sentido patológico. Como añadido, este tipo de individuo, se va creando una distorsión del tiempo y el-los espacios.

Un móvil no tiene por qué ser perjudicial para la salud, es más, incluso puede llegar a salvar vidas. Tampoco es un impedimento para que las personas sigan hablando mirándose a los ojos. Perjudiciales, para sí mismos y/o los demás,  son algunos sujetos, dándole un mal uso, como pudieran hacer en tantas otras áreas. Sujetos naufragando a la deriva entre los malestares de la civilización de este siglo, en el que la poesía parece ser un fósil abisal.