¿Qué pasa con los préstamos y otros productos financieros en caso de divorcio?
Un divorcio, aunque acordado de forma amistosa, es una ruptura y un cambio en todos los niveles de la vida, incluido el ámbito económico. Las parejas divorciadas o separadas deben adaptarse a la nueva situación, en especial si hay hijos, con la obligación de pagar alimentos, o bien una vivienda en propiedad. LoanScouter en España proporciona información financiera de toda índole y permite acceder a opciones de financiación para cualquier objetivo o necesidad.
La liquidez es lo más fácil, pero el pasivo puede ser un reto
En el caso de las cuentas bancarias, la ventaja es que al ser efectivo se pueden extraer y dividir con facilidad. Los depósitos, en cambio, se deben cancelar con antelación, en un tipo de operación que puede incurrir gastos adicionales.
En el caso del pasivo (las deudas) se tendrá que repartir entre ambos miembros de la pareja las deudas pendientes. En el caso de tarjetas de crédito es muy recomendable liquidarlas con anterioridad a que se cierre la cuenta a la que estén vinculadas, de hecho, en muchos casos es obligatorio. Igualmente es importante comprobar las domiciliaciones que tenga la cuenta que se vaya a cerrar para ver quien asumen los gastos desde ese momento.
En otras deudas, como préstamos personales, la situación es más compleja. Lo más provechoso es cancelarlos también con anterioridad. En algunos casos, como los préstamos de coche, vinculado claramente con un activo incluido en el reparto, quien se quede el bien asumirá la deuda. En muchos casos se puede pactar entre ambos para facilitar las cosas, pero en el peor de los escenarios, la cotitularidad de una deuda implica que ambos deben asumir sus obligaciones.
En el caso de los planes de pensiones, el reparto es mucho más sencillo por la propia naturaleza del producto financiero, que es de titularidad privada. Es decir, aunque se hayan hecho aportaciones desde una cuenta conjunta el capital será solo del beneficiario del plan. El único cambio es modificar en la cuenta en la que se realizaban las aportaciones periódicas.
La vivienda siempre implica negociación
La vivienda no es solo donde se reside, es también en la mayoría de los casos el principal activo, aunque en la mayoría de las ocasiones esté financiado a través de una hipoteca. Por ello, el reparto de la vivienda es el primer punto clave. Lo normal es que uno de los dos cónyuges se quede con la vivienda y lo puede hacer con una fórmula por la que pagar menos impuestos: la extinción del condominio.
Con esta fórmula, siempre que no haya ganancia por la parte que vende, reciba lo mismo que pagó, no tendrá pagar impuestos en el IRPF y la parte del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales es muy reducida.