Todavía en el último momento, antes de que la Fiscalía reclamara la pena máxima, 25 años de cárcel, para los acusados de la muerte de Ardines, uno de los abogados de la defensa intentó parar el veredicto reclamando una inconsistencia en el texto, en su opinión, sobre quién de los sicarios sujetaba la valla que cerró el paso al concejal en la emboscada que terminó con su muerte a mediados de agosto de 2018. Fue inútil y el magistrado presidente lo desestimó por «absurdo» antes de poner uno de los últimos punto a un caso que estremeció a la comunidad asturiana. De todo ello informa La Voz de Asturias cuya información 

Todavía no el punto final porque aún falta la sentencia definitiva, con la pena ya fijada, que dará a conocer el presidente del tribunal en los próximos días pero ya con el veredicto de culpabilidad marcado por el jurado popular que consideró acreditador por unanimidad, después de dos días de deliberaciones, que Javier Ardines falleció asesinado con extrema crueldad, emboscado, cegado por espray de pimienta, golpeado gravemente en el cráneo y después asfixiado en el suelo, por los dos sicarios argelinos, Djilali Benatia y Maamar Kelii; que ambos fueron contactados por Jesús Muguruza como intermediario que les abonó el precio por el asesinato y que todo fue urdido por Pedro Nieva, motivado por los celos tras haber descubierto una infidelidad de su esposa grabando una conversación con su teléfono móvil.

En algunos momentos de la lectura del veredicto parecía que Nieva y Muguruza no podían contener las lágrimas. El relato era demoledor en varios sentidos: respecto a la consistencia de las pruebas en su contra, por la crudeza del plan de asesinato y los detalles de su ejecución, y también porque la secuencia de los hechos, los mensajes y llamadas aportados por los investigadores, mostraban el derrumbe del matrimonio de Nieva y su esposa, Katia, en una espiral que terminaría en la peor de las tragedias.

Katia, Pedro Nieva y Ardines formaban parte de un grupo de amigos que veraneaban juntos en Llanes de forma habitual, en el 2017, con la relación matrimonial ya enrarecida, el acusado confirmó sus sospechas de infidelidad dejando su móvil en el mesa, cubierto con una servilleta mientras grababa la conversación de su mujer con el concejal. Ese audio le atormentó por meses, lo difundió entre allegados de la víctima y más personas, su esposa se quejó de que «toda Amorebieta y sus amigas» la habían escuchado. En 2018, cuando ella decide regresar a Llanes sin él, Nieva se lamenta «piensas ir sin mí y estar todo el mes de agosto allí como si no hubiera pasado nada».

El jurado consideró acreditado que se puso en contacto con Jesús Muguruza para buscar a unos sicarios que se encargaran del crimen, y que este a su vez 'contrató' a Djilali Benatia y Maamar Kelii para encargarse del crimen, «¿vosotros matáis?». Que todos ellos en jornadas de julio acudieron a Belmonte de Pría a reconocer el terreno y buscar el mejor lugar para la emboscada. Señales de teléfonos móviles y fotografías en la carreteras sirvieron de pruebas materiales aportadas por los investigadores para fijar su ubicación en el lugar en esas fechas.

El día de la muerte de Ardines, los sicarios partieron del País Vasco a las tres de la madrugada. Llegados a Asturias buscaron unas vallas en una finca cercana para cerrar el paso al vehículo del concejal. Lo habían intentado con una sola, que fue insuficiente, días antes. En esta ocasión obligaron al edil a salir de su coche y allí fue asaltado con graves golpes que terminaron con su vida, pero no de forma inmediata.

Todos estos hechos, también que Nieva buscó de forma intensa en días posteriores noticias sobre la muerte del concejal, fueron considerados acreditados por unanimidad por los nueve miembros del jurado. En el veredicto también han mostrado su oposición a la posibilidad de indulto o de beneficio de suspensión de la pena que se le imponga a los acusados.