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Yazmina, Jane de la Selva (Una historia de amor)

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Yazmina, Jane de la Selva (Una historia de amor)
12-01-2023

Úrsula Álvarez Gutiérrez

Es imposible saber de dónde vino ni lo que vivió antes de ser parte de nuestra familia. Su madre adoptiva, porque nunca fue su ama, la encontró en una perrera municipal. Los perros sin raza, adultos y tan grandes como ella, tienen muy pocas probabilidades de ser adoptados y mucho menos de ser tratados con amor. Si acaso, quien los adopte los usará como guardianes sin derecho a sueldo. Quizá la historia de esta perrita ilustre por sí misma la naturaleza humana. La vileza con la que alguien tiró una perra a la calle, la conciencia con la que otra persona la llevó a la perrera municipal, el instante en que mi prima la miró y los años que pasó demostrándole que los humanos también somos hijos de Dios. 

Si yo le hubiera puesto el nombre, la hubiera llamado Augusta, Solemnia o quizá Jane de la Selva, por esa manía suya de acariciarse con las plantas. Pero mi prima la llamó Yazmina. No sé por cuántos años Yazmina y sus extravagancias enriquecieron a nuestra familia. El tamañazo de Yazmina. La parsimonia de Yazmina. La mirada serena de Yazmina. Su excéntrica manera de comer, masticando despacito y echadita, quizá tuvo que engullir demasiadas veces cuando nadie la amaba, quizá caminó demasiado para llegar a casa. Yazmina y el musitar de las hojas, de la terraza o de cualquier sitio, cuando le daba por arrimar su cuerpo de mastodonte para que la acariciaran, quizá aprendió a hacerlo cuando nadie la amaba. La antipatía de Yazmina por Pimienta, mi perrita, el silencio elegante con que abrió su hocico gigantesco para zampársela en un par de ocasiones. Hay que ser elegante de verdad para intentar devorar a la prima sin lucir feroz y soportar la reacción de Hulk, la madre de Pimienta, sin despeinarse.  

El año pasado en estos días, Yazmina regresó al cielo. Gracias a ella, nuestros espíritus allá arriba son un poco más felices. Gracias Yazmina por haber vivido. Gracias Yazmina por elegirnos. Gracias Yazmina por las lecciones que nos diste. Gracias Yazmina por tomarte las sopas que no me gustaban. Gracias Yazmina por no comerte a Pimienta. 

Te queremos Yazmina, Jane de la Selva. Las ramas de todos los árboles del cielo te acarician ahora.