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ACTITUD INTOLERANTE DEL ALCALDE DE LA SERNA

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INTOLERANCIA es la palabra que mejor define la actitud del alcalde Íñigo De la Serna al criticar la presencia de una diputada del Parlamento de Cantabria en su personal gesto de solidaridad con Amparo Pérez, la propietaria de una casa rural en las Llamas y a la que el regidor santanderino ha expropiado, pero que hasta ahora no ha podido desalojar de su propiedad. A pesar de la propaganda municipal, lo cierto es que la solidaridad con la anciana propietaria es mayor y todo indica que es un grano difícil de extirpar que por ahora provoca escozor en la piel del regidor.

La Constitución Española proclama todos los derechos democráticos, incluido el de reunión y manifestación. Son derechos que deben ajustarse a la ley y al dictado de los jueces, pero en este caso concreto no existía limitación alguna. La señora diputada se manifestó en solidaridad con la anciana y punto. No hay nada que objetar. Es un derecho que debe respetarse -y en todo caso la ciudadanía enjuiciará- pero apelar a los medios de comunicación para que la diputada en cuestión se justifique, es no solo una provocación sino una actitud intolerante.

Todo indica que De la Serna tiene una tentación un tanto absolutista. Por un lado, si consideramos que tanto por activa como por pasiva ha intentado que los órganos del partido desalojaran a Diego como presidente del PP y como candidato a las próximas autonómicas, es decir, por vías no precisamente democráticas ha intentado mover la silla a quien considera un estorbo en sus pretensiones. Esto que exponemos es solo un ejemplo, ya que en un sistema democrático cuando se intenta buscar el poder lo primero que hay que hacer es lograr ese objetivo por vías democráticas, simetiéndose al veredicto de los militantes. 

Sin embargo, como bien es sabido, no lo consiguió, a pesar de que apelaba a sus votos, cuando De la Serna sin el PP sería una anécdota. Por otro, porque se pronuncia como intérprete de la Constitución asumiendo una capacidad que no tiene, como es la de valorar que una representante del pueblo acuda a una manifestación que, como la comentada, va en contra de sus intereses. ¿No será que la expropiación de la finca y la casa de la anciana Amparo Pérez responde a una decisión abusiva de una mayoría temporal de poder?

De la Serna debiera reflexionar sobre sus actitudes próximas a la intolerancia, no siendo responsable ni tolerante actuar como si se tratara de tiempos de democracia orgánica.

 

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