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SE RETRASA LA LLEGADA DEL CRÉDITO A EMPRESAS Y FAMILIAS

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El chorreo de liquidez del BCE en el último tramo del 2014, y las próximas compras de deuda para aliviar los balances de la banca y reactivar la economía, aún tardarán un tiempo en convertirse en crédito fresco para familias y empresas en España. Es el diagnóstico que hace, de puertas adentro, el sector financiero, que cree que aún no se dan las condiciones para que el crédito vuelva a normalizarse. Y, mucho menos, regresar a niveles precrisis. «Eso está descartado», apuntan fuentes financieras. Porque, de entrada, el endeudamiento privado sigue en niveles bastante elevados.

Las proyecciones del Banco de España y también las cifras que han empezado a desvelar las entidades en sus presentaciones públicas (Sabadell, Popular, Bankinter y Caixabank) apuntan a que, al menos durante el primer trimestre o incluso semestre, la concesión de crédito nuevo irá en aumento, pero a un ritmo muy pausado. El propio supervisor, en su último informe -de esta misma semana-, señala que las mejores expectativas sobre la actividad económica y la mayor competencia no fueron suficientes para que los bancos modificaran su política crediticia. Es decir, siguen siendo severos en la concesión de nuevo dinero fresco. Con una única excepción: el préstamo al consumo. Las propias entidades citadas anteriormente admitían estos días pasados que esa será su prioridad a corto plazo. Porque se ha detectado una mayor demanda por parte de los clientes, porque hay más competencia -las pequeñas financieras que dan dinero rápido, o las grandes distribuidoras, que también lo ofrecen-, y porque las cantidades prestadas son más asumibles que para la compra de vivienda.

Hay otro sector clave para la banca: las pymes. Es, junto al consumo, el único que puede arrancar algo de dinero nuevo este curso. Desde gigantes como el BBVA y el Santander, hasta grupos financieros pequeños están centrando sus esfuerzos en este colectivo. Sobre todo por el aumento de autónomos y pymes en los últimos años; el autoempleo se ha convertido en una necesidad ante la falta de trabajo. En este caso, hay dos variables positivas: la liquidez que ofrece el BCE para este sector y las limitadas cuantías de la operación, sin entrar en grandes aventuras.

Crecimiento de dos dígitos.

El crecimiento de este tipo de préstamos está ya en los dos dígitos. Pero si se observa la cuenta general de los bancos, se ve que el balance crediticio sigue prácticamente plano. Y lo previsible es que así se mantenga durante todo el año. «Nuestra previsión es que el crédito aumente el 2 %, cuando para el conjunto del sector ese crecimiento será inferior o incluso negativo», aventuraba José Oliu, presidente del Sabadell.

Además, se está produciendo un recorte considerable en operaciones a grandes empresas (que son las que absorben un mayor volumen de dinero). Y las hipotecas siguen en un momento bajo: aunque empieza a remontar, la altísima tasa de paro espanta a los compradores.

Lo que sigue proscrito es el crédito promotor. El atracón del pasado sigue pesando y echando atrás muchos proyectos. Los bancos acumulan un stock notable de pisos, edificios y solares, y librarse de todo ello es prioritario. «Pero es un sector con mucho peso en nuestra economía, del que dependen otros, y que tendrá que volver a activarse», sugirió Ángel Ron, presidente del Popular, en la presentación de sus resultados.

Con todo, la banca lanza al exterior un mensaje que resumía bien Isidro Fainé, el jefe de Caixabank: «Cuando me dicen que no hay créditos les digo: pidan, pidan créditos».

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