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MUERE HELMUT SCHMIDT, EL SOCIALISTA ALEMÁN QUE APOSTÓ POR ADOLFO SUÁREZ

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HA MUERTO OTRO GRANDE DE LA POLÍTICA DEL SIGLO XX: el que fuera canciller de la República Federal de Alemania, Helmut Schmidt. Coincidió con Adolfo Suárez en su etapa de líder de la Transición española. Fue el primer dirigente europeo que visitó a Suárez en La Moncloa -primeros días de enero de 1977- realizando unas declaraciones oficiales de claro apoyo a Suárez como candidato a continuar en la Presidencia del Gobierno.

6 DE ENERO DE 1977. SU ENCUENTRO CON SUÁREZ.

En su libro Adolfo Suárez, la memoria del silencio (2012) del escritor José Ramón Saiz, puede leerse en las páginas 230-31 sobre el encuentro Suárez-Schmidit: "El 6 de enero, festividad de Reyes, Adolfo Suárez recibió al canciller alemán, Helmut Schmidt, en el palacio de La Moncloa. Se trataba del primer líder europeo al que daba la bienvenida en la nueva residencia, a la que se había trasladado con su familia en la tarde del 3 de enero. Una jornada, además, en la que se cumplían sus primeros seis meses al frente del Gobierno de España durante los cuales había desmantelado gran
parte de la obra de mampostería constitucional del régimen anterior.
Adolfo Suárez comenzaba con buen pie el nuevo año 1977. La visita del canciller alemán le concedió una nueva oportunidad para revalidar la comprensión que su política reformista estaba obteniendo en Europa. La aceptación por parte del canciller Schmidt –socialista como Willy Brandt– de una cena con Suárez se interpretó como una inyección reconstituyente a la reforma al iniciarse el año electoral. Las palabras del canciller en el brindis representan una de las expresiones más elocuentes del reconocimiento europeo al éxito de Adolfo Suárez y de su política reformista:

“En usted saludo a uno de los más jóvenes jefes de Gobierno de Europa, y al mismo tiempo también a uno de los jefes de Gobierno que mayor éxito ha tenido en Europa (…) Mi Gobierno y yo personalmente vemos con admiración y con gran satisfacción la evolución de la reforma política que usted dirige con tanta energía en España. Deseo que también el año de 1977 le traiga tanto éxito como ha tenido en 1976 en sus esfuerzos en pro de la reforma en este país”.

Adolfo Suárez, como todos los ministros presentes, se sintió emocionado. El reconocimiento le venía de uno de los grandes gobernantes del momento europeo que, internacionalmente, gozaba de una gran credibilidad. Con un gesto marcado por la emoción, Suárez agradeció a Schmidt aquellas palabras que nadie le había dicho con tanta rotundidad. Se podía afirmar que la reforma política, tras el encuentro de los dos dirigentes europeos, había ganado una mayor credibilidad en Europa, al tiempo que en nuestro país se caminaba con tenacidad hacia las elecciones con la honradez que permitían los límites de lo posible.

Tras el nuevo encuentro de Adolfo Suárez con Helmut Schmidt se llegó a decir que uno de los planes del canciller pasaba por buscar acuerdos del SPD con una hipotética formación socialdemócrata del presidente español. La coincidencia de criterios y la simpatía entre ambos fue sorprendente, tanto que el homólogo en España de Schmidt no parecía Felipe, sino Adolfo. Entre otras paradojas que unían a ambos, se podía destacar que el canciller germánico brillaba por unas connotaciones que más tarde se darían en el presidente español. Su popularidad era mucho mayor que
la de su partido, el SPD".

Veamos su biografía y el significado de su desaparición tras morir a los 96 años.

El excanciller de la Alemania Occdiental, socialdemócrata, gobernó de 1974 a 1982 gracias a una coalición con el Partido Liberal. Era uno de los antiguos estadistas más respetados del país y un referente moral.

Miembro del Partido Socialdemócrata (SPD), también fue ministro de Defensa entre 1969 y 1972, ministro de Economía y Finanzas de 1972 a 1974 y ministro de Asuntos Exteriores en septiembre de 1982 y octubre de 1982. Desde 1983 era editor del periódico semanal Die Zeit.

El veterano político falleció en Hamburgo, su ciudad natal, acompañado de su estrecha colaboradora Ruth Loah, con quien compartió la última fase de su vida desde que en 2010 enviudó de Hannelore "Loki" Schmidt.

Si a su predecesor y correligionario Willy Brandt (1913-1992) se le recuerda como el visionario que abrió Alemania a la Ostpolitik, y a su sucesor Helmut Kohl (1930) como el canciller de la reunificación alemana, Schmidt será recordado por sus compatriotas como la mano firme que dirigió el país en los tormentosos años 70.

Nacido en Hamburgo, el 23 de diciembre de 1918 e hijo de un catedrático de Enseñanza Media, sirvió en la Segunda Guerra Mundial en la Wehrmacht, pese a que -según reveló tardíamente en 1988- tenía antecedentes judíos por parte paterna. Se afilió al Partido Socialdemócrata (SPD) en 1946, uno año después de la capitulación del Tercer Reich, y en 1953 se convirtió en diputado del Bundestag (Parlamento Federal).

De 1962 a 1965 fue responsable de Interior de la ciudad-estado de Hamburgo, posición desde la que gestionó con éxito la primera gran crisis de su trayectoria: las devastadoras inundaciones de 1962. Entre 1967 y 1969 lideró el grupo socialdemócrata en el Bundestag y de ahí pasó a ser ministro de Defensa, primero, y de Hacienda, después, en el gobierno socialdemócrata-liberal de Willy Brandt. En 1974 se convirtió en canciller tras la dimisión de Brandt después de descubrirse que uno de los consejeros de Cancillería, Guenter Guillaume, era un espía de la Alemania comunista.

Helmut Schmidt tenía ante sí el reto de suceder al Premio Nobel de la Paz de 1971, que buscó el acercamiento con el Este en plena Guerra Fría. Su gestión en la Cancillería quedó marcada por el llamado "Otoño alemán", en 1977, uno de las etapas más mortíferas de la extinta banda terrorista Fracción del Ejército Rojo (RAF). La organización tenía secuestrado al jefe de la patronal, Hans Martin Schleyer, para forzar la liberación de dos de sus presos históricos, Andreas Baader y Gudrun Ennslin.

Poco después, un comando palestino secuestró un avión de Lufthansa y lo desvió a Mogadiscio. Exigían la libertad de los presos de la RAF, además de algunos correligionarios, en una crisis que derivó en una guerra de nervios en la capital somalí. Schmidt no cedió: un cuerpo de la policía de elite alemana tomó al asalto el avión en Mogadiscio y liberó a los todos los rehenes tras dar muerte a la mayoría de los terroristas. Horas más tarde, el secuestrado Schleyer fue asesinado de un disparo y luego fueron hallados muertos en sus celdas los presos de la RAF tras un suicidio concertado, según determinó la investigación.

El canciller entró así en la historia como el socialdemócrata que no cedió al chantaje, impuso la responsabilidad de Estado por encima de los sentimientos personales y presidió con rostro pétreo el entierro de Schleyer, junto a la viuda de la víctima de la RAF.

En 1980, tras la crisis de 1977, ganó en las urnas con Franz Josef Strauss como rival, pero dos años después fue apeado del poder por un voto de censura del "otro" Helmut, el conservador Kohl. Schmidt asistió a la "traición" de sus socios de gobierno, los liberales de Hans-Dietrich Genscher y tuvo la sangre fría de levantarse en plena sesión parlamentaria para saludar con un apretón de manos al ganador, Kohl.

Lejos de pasar a la retaguardia, Helmut Schmidt se consolidó en los años siguientes como referente de la política alemana y europea, autor de una treintena de libros, algunos de ellos best-sellers.

En 1987 fundó la Asociación para la Unión Monetaria de Europa con el expresidente de Francia Giscard d"Estaing, con quien formó, como canciller, un legendario tándem político del eje franco-alemán.

Se mantuvo hasta su muerte "cerebralmente en activo", como solía decir, lo que incluía su labor como editor del semanario político Die Zeit o sus apariciones en congresos del SPD, con discursos que encendían la corazón de la socialdemocracia alemana.

Con Loki (1919-2010), la mujer con la que se casó en 1942, formó uno de esos matrimonios que a lo largo de los años transforman a sus integrantes en seres clónicos, inclusive en su condición de fumadores empedernidos. Tras enviudar, Ruth Loah, que había trabajado a su lado desde los años cincuenta, se convirtió en su compañera sentimental.

Fiel a su pasión por los debates y a criticar abiertamente todo lo que quería, dejó su cargo pero no su implicación con la vida política del país. Desde entonces participó frecuentemente en charlas en la televisión y fue editor del semanario liberal "Die Zeit", que codirigió desde Hamburgo hasta su fallecimiento. Eso sí, siempre con su icónico cigarrillo colgando de los labios.

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