Brasil gana "con robo arbitral" en su mundial que provoca grandes protestas por el despilfarro
VENCIÓ POR 3 A 1 A CROACIA con dos goles de Neymar. Después de siete años de espera, cerca de 10.000 millones de euros invertidos, tres millones de entradas vendidas, los atrasos y las manifestaciones, miles de personas participaron en las protestas.

Bastó un partido para que apareciera la primera gran polémica en el Mundial 2014. Un penalti infame. Un engaño evidente de Fred. Un piscinazo combinado con la poca personalidad del árbitro japonés Yuichi Nishimura que permitió a Neymar decidir el duelo inaugural, el intenso e igualado Brasil-Croacia, desde los once metros a favor de la selección local (3-1). Como siempre, fue una lástima que una decisión arbitral resolviera un choque con tanta igualdad y tensión. La canarinha se ofuscó por momentos, anhelando un triunfo que no conseguía encauzar ante la seriedad del atrevido combinado balcánico.
Sobresalió Neymar e impacto Oscar ante el dominio de Modric. El 10 brasileño asumió toda la responsabilidad, se cargó a su equipo y a su país a la espalda y zanjó el duelo con dos goles muy importantes. El centrocampista del Chelsea, imparable, solventó el duelo con un punterazo en el descuento.
Todo se había complicado con el gol en propia portería de Marcelo a los 10 minutos, aprovechando un despiste defensivo de Dani Alves. Croacia sorprendió saliendo sin centrocampista defensivo, apostando en la zona media por la calidad de Rakitic, Modric y Kovacic ante el poder físico de los brasileños Luiz Gustavo y Paulinho.
Scolari apostó por el mismo once que hace un año venció a España en la final de la Copa Confederaciones. Sus intenciones estaban claras. Mucho trabajo y poco fútbol, concentrado en las botas de sus dos futbolistas más jóvenes. Así, con esta disposición, sufrieron.
PROTESTAS EN LAS CALLES
Al menos siete personas, entre ellas dos periodistas de CNN, resultaron heridas en los enfrentamientosregistrados hoy en Sao Paulo entre la policía y manifestantes que se oponen al Mundialde fútbol en Brasil, que comienza este jueves.
Los manifestantes salieron temprano a las calles de la más grande ciudad brasileña, unas seis horas antes del partido inaugural del Mundial entre Brasil y Croacia, pero fueron reprimidos por la policía cuando intentaron bloquear una importante vía.
Fue la primera de las protestas que se esperan para hoy en varias ciudades del país en coincidencia con el comienzo del Mundial.
En un primer enfrentamiento, cerca de 150 hombres de la Tropa de Choque de la Policía Militarizada del estado de Sao Paulo dispersaron con gases lacrimógenos y bombas de efectos a un grupo de 200 manifestantes que intentaba bloquear la avenida Radial Este, la principal vía de acceso al Arena Corinthians, el estadio de Sao Paulo donde se jugará el primero de los 64 partidos del Mundial.
La policía arrestó a uno de los participantes en la protesta que intentó frenar la marcha de los policías que, en fila, avanzaban con escudos hacia los manifestantes, que se concentraron inicialmente frente a la estación Carrao del metro, en la zona este de Sao Paulo, a donde fueron convocados por las redes sociales.
En este primer incidente quedaron heridas dos periodistas de CNN.
La productora de la red de televisión norteamericana en Sao Paulo, Barbara Arvanitidis, de nacionalidad canadiense, fue herida en un brazo aunque sin gravedad. Y la corresponsal de CNN en la ciudad brasileña, Shasta Darlington, también sufrió rasguños como consecuencia de una caída durante la confusión.
Algunos de las personas que se dispersaron se dirigieron hacia la estación de Tatuape del metro, a pocas calles y en donde un grupo de empleados del metro de Sao Paulo estaba concentrado en una manifestación contra el despido de 42 trabajadores de la compañía.
Los empleados del metro, que llegaron a amenazar con una paralización en el día inaugural del Mundial y finalmente desistieron, han convocado a diferentes protestas para exigir que la compañía readmita a los despedidos.
La manifestación de los empleados del metro fue reforzada por numerosos jóvenes, varios de los cuales encapuchados y vestidos de negro, que forman parte del llamado Black Bloc, un grupo que defiende el uso de la violencia en las manifestaciones.
Desde el nuevo punto de concentración de los manifestantes un grupo intentó nuevamente avanzar hacia la Radial Este, por lo que la policía tuvo que volver a reprimir a los participantes en la protesta con gases lacrimógenos, balas de goma y bombas aturdidoras.
Los enfrentamientos involucraron a un pequeño grupo más radical, que encendió hogueras con basuras y protagonizó actos de vandalismo, debido a que los trabajadores del metro y manifestantes de otros grupos prefirieron desistir de la protesta.
Los manifestantes fueron dispersados por completo hacia el mediodía, cuando numerosos aficionados ya comenzaban a desplazarse en metro o a pie hacia el Arena Corinthians.
El Gobierno ha dicho que tolerará las manifestaciones desde que no sean violentas y desde que no amenacen la locomoción hacia los estadios en que se disputará el Mundial.
EL OTRO AMBIENTE
Banderas hasta en las ventanillas de los taxis, camisetas de cada uno de los cinco mundiales conquistados, niños soñando con Pelé y Neymar, la samba y la alegría. No se puede ocultar, los brasileños tienen el fútbol corriendo por las venas, forma parte de su ADN. Después de siete años de espera, cerca de 10.000 millones de euros invertidos, tres millones de entradas vendidas, los atrasos y las manifestaciones, los brasileños tendrán finalmente su Mundial. Una fiesta alterada por la crisis que se abrirá con el Brasil-Croacia.
En realidad, son 64 los años que ha esperado para organizar su segunda Copa del Mundo. En la mente de todos queda la espina que dejó clavada la Uruguay de Alcides Ghiggia en una tarde trágica allá por 1950: el maracanazo. Para la mayoría, lograr el hexacampeonato en el mítico estadio de Río de Janeiro merece todo el esfuerzo y el tiempo invertido en la organización.
Pero la fiesta que se vive estos días en las 12 ciudades sede no puede ocultar la tensión latente y el nerviosismo de los políticos brasileños. Una clara muestra de esta dualidad se da en Sâo Paulo. Las pantallas gigantes instaladas en sus grandes plazas no pueden disimular que la ciudad se ha convertido en un hervidero social. Tras la tregua de dos días en la huelga de metro, donde los sindicatos decidirán si reanudar o no el parón, los paulistas no saben si el estreno de hoy será una fiesta o un auténtico descalabro. Una posibilidad muy real si pensamos que cuatro millones de personas dependen de este medio de transporte.
DISCURSO EN EL AIRE / Consciente de la incertidumbre, el martes y en horario de máxima audiencia, la presidenta Dilma Rousseff quiso mandar un mensaje televisivo de calma y optimismo a sus paisanos. «Para cualquier país organizar un Mundial es como disputar un partido de los difíciles, con prórroga y penaltis. Brasil venció los obstáculos, dentro y fuera del campo, y está listo para el Mundial», aseguró.
Sin embargo, la solidez del discurso de Dilma oculta que la presidenta ha tenido que doblar las rodillas para negociar uno por uno todos los problemas que han ido apareciendo y que podría verse forzada a renunciar al discurso presidencial durante la ceremonia de apertura del torneo, prevista a las ocho de la tarde de hoy en el Arena Corinthians. Tanto ella como el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, temen una posible pitada histórica de la torcida. «A la única que queremos oír en la inauguración es a Jeniffer Lopez», cantaba un grupo de aficionados brasileños en los alrededores del Itaquerao, como se conoce en la capital paulista al estadio de la apertura.
COLECTIVO ANTICOPA / El talante más dialogante de Dilma parece estar funcionando y los fuegos que atizaban varios frentes comienzan a apagarse poco a poco. El acuerdo alcanzado con los representantes del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) fue anunciado por la presidenta y el alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, como un gran éxito. No es para menos sabiendo que el colectivo preparaba una marcha masiva de 10.000 personas para bloquear los accesos al Arena Corinthians antes del partido de Brasil. La desmovilización del MTST, que desde hace semanas se ha mostrado como el colectivo más activo en las protestas anticopa, se conseguirá a cambio de la construcción de viviendas populares en el terreno en desuso que miles de familias del MTST ocupan desde hace varios meses cerca del estadio y un subsidio de 30.000 euros para cada hogar construido.
Una victoria importante pero parcial. Por desgracia para Dilma el «Gran Acto del 12 de junio. No Habrá Copa», continúa programado por otros seis colectivos populares (Foro Popular de Salud, Contra Copa 2014, Territorio Libre, Anonymous Brasil, No Habrá Copa y el Partido Pirata) y, al igual que pretendía el MTST, intentará impedir el acceso de los aficionados al estadio. Aunque no habrá sorpresas, el Gobierno brasileño cuenta con ello y la prueba es que ha invertido más de 600 millones de euros y 170.000 policías para garantizar la seguridad en los 64 partidos de las 12 ciudades sede.
Una vez más, en Brasil las cosas salen bien justo en el último momento. Solo la posible huelga de metro en Sâo Paulo podrá aguar la fiesta del fútbol. Por si acaso, los aficionados brasileños que ayer cantaban en el metro lo tienen claro: «Si hay huelga saldremos a las 9 de la mañana hacia el estadio. Eso sí, cuanto más tiempo tardemos más abucheos recibirá Dilma». Empieza la fiesta, pero nadie sabe como acabará. Ni dentro ni fuera del campo.