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En recuerdo de Josefina Bedia, viuda de Vicente Trueba, y Rodolfo do Alto

En la cena con la que el ayuntamiento de Pau agasajó a casi trescientos invitados nos encontrábamos tres cántabros, Josefina Bedia Canales, de La Cavada y viuda de Vicente Trueba, Rodolfo do Alto Gutiérrez, natural de Cigüenza.

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En recuerdo de Josefina Bedia, viuda de Vicente Trueba, y Rodolfo do Alto
19-07-2020
Esta fotografia me evoca muchos y emocionantes recuerdos de dos fabulosas personas que ya no están entre los vivos. Está hecha en el Palacio de Beaumont de la ciudad francesa de Pau el 19 de julio de 2005; ese día finalizó una etapa del Tour de Francia en la capital del Bearn consiguiendo la victoria el ciclista gallego Óscar Pereiro.
 
En la cena con la que el ayuntamiento de Pau agasajó a casi trescientos invitados nos encontrábamos tres cántabros, Josefina Bedia Canales, de La Cavada y viuda de Vicente Trueba, Rodolfo do Alto Gutiérrez, natural de Cigüenza y hombre emprendedor, y yo.Cada mesa tenía un nombre y una fotografía que se correspondía con cada uno de los vencedores de la historia del Tour de Francia; nos sentaron en la mesa Luis Ocaña, todo un detalle y un orgullo para nosotros. Otros amigos que se desplazaron a Pau no pudieron asistir a la cena y se quedaron fuera, como el periodista Raúl G. Samperio, que envió la crónica a las agencias informativas de lo que aconteció en aquella inolvidable velada, al final de la cual el director del Tour de Francia Jean Marie Lebrac, y con motivo del centenario del nacimiento de "La Pulga de Torrelavega", hizo entrega a Josefina Bedia de la Medalla al Reconocimiento del Tour de Francia a Vicente Trueba (a título póstumo). Distinción que poseen muy pocos ciclistas.
 
Rodolfo, que durante muchos años residió en Francia, a donde llegó -en barco- siendo un niño con su madre y hermanos huyendo de la Guerra Civil Española (su padre era maestro, natural de Cohicillos, Cartes, y comandante del ejército republicano que murió en el campo de refugiados de Argeles sur Mer), fue el principal promotor y organizador de aquel emotivo acto. No en vano Rodolfo poseía un montón de reconocimientos y distinciones del estado francés y su voz era escuchada en los más altos estamentos del país vecino. Trabajador y luchador incansable, nos dejó hace unos pocos años.
 
En cuanto a Josefina, qué decir de ésta gran mujer. Una señora de los pies a la cabeza; elegante y coqueta a pesar de su edad, rayana entonces en los 90 años. La mujer que siempre apoyó a su esposo, con el que convivió 52 años y depositaria de su legado, buena parte del cual ha sido desplazado de su lugar de exposición primigenio (el polideportivo Vicente Truena, en Torrelavega) y que hoy está arrinconado y lejos de una más numerosa admiración, vejando así la memoria de uno de los mejores deportistas que ha dado Torrelavega y Cantabria.
Han pasado ya quince años y parece que fue ayer.