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Miguel Ángel Fernández recibe el título de "Torrelaveguense Ilustre 2012"

El año pasado fue nombrado "Mejor Taniego 2012" por la peña "El Tropeón" en reconocimiento a la labor desarrollada por "una de las figuras más populares y conocidas del pueblo".

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10-02-2013

El Palacio de Mijares, en el municipio de Santillna del Mar, fue anoche el escenario elegido por el Grupo de Opinión Quercus, para entregar el premio "Torrelaveguense Ilustre 2012" al presidente de la Coodinadora Contra el Paro (Coorcopar), Miguel Angel Fernández Díaz, "por su ayuda y compromiso con los parados" a lo largo de los últimos treinta años.

En el exterior del recinto, un grupo de manifestantes -en lo que fue una manifestación residual convocada por Comisiones Obreras- portaban pancartas denunciaban que el homenajeado y la ONG que preside desde su fundación no eran dignos de  recibir esta distinción por asuntos estrictamente laborales.

En el interior, en torno a 250 personas se congregaron anoche en esta fiesta. Acudieron al homenaje, entre otras autoridades, el presidente de Cantabria, Ignacio Diego y los consejeros de Cultura y Obras Públicas, Miguel Angel Serna y Francisco Javier Rodríguez Argüeso, respectivamente; el Delegado del Gobierno, Samuel Ruiz; el alcalde de Torrelavega, Ildefonso Calderón Ciriza; junto a varios concejales; el obispo de Santander, Vicente Jiménez Zamora y sacerdotes de la diócesis, el rector de la Universidad de Cantabria, José Carlos Gómez Sal; el presidente del Consejo Social de la Universidad de Cantabria, José Luis Zárate; el vicepresidente primero del Parlamento de Cantabria, Luis Carlos Albalá Bolado; diputados del Gobierno de Cantabria; los presidentes de la Cámara de Comercio de Torrelavega y Apemecac, Antonio Fernández Rincón y Miguel Rincón, respectivamente; los alcaldes de Polanco y San Vicente de la Barquera (también presidente de la Federación de Municipios de Cantabria), Julio Cabrero Carral y José Vélez y otras autoridades.

Miguel Angel Fernández recibió antes de la cena numerosas felicitaciones tanto de los integrantes del Grupo Quercus, organizadores de la velada, con su presidente Tomás Bustamante a la cabeza como de las personas que no se quisieron perder el acto donde había muchos presidentes de diferentes asociaciones culturales y sociales de la capital del Besaya. También se encontraban varios sacerdotes de la zona, entre ellos Pedro Sandi -compañero de parroquia cuando se creó Coorcopar- José María Díaz, el actual párroco de La Asunción y el responsable del SOAM.

Fernández unió anoche su nombre al de los anteriores torrelaveguenses ilustres alguno de ellos presentes en el acto como, Esperanza Botella, la última persona que ha recibido el premio y  Manuel Egusquiza: Aurelio García Cantalapiedra, Antonio Resines (copropietario del Palacio Mijares), Siro García, Manuel Rotella, Manuel Gutiérrez Aragón Aragón, Oscar Freire, Jesús Herreros, Pardo de Santayana, "Poty", Ciuco Gutiérrez, Soledad Lorenzo, Germán Cstellano, Aurelio Landaluce y Enrique Campuzano. 

El presidente de Coorcopar impulsa al frente de ONG distintas actividades solidarias como el ecomenú,la distribución de alimentos de primera necesidad y el Fondo de la Solidaridad, además de otras iniciativas singulares de empleo y la revista Malparados.

El año pasado fue nombrado "Mejor Taniego 2012" por la peña "El Tropeón" enreconocimiento a la labor desarrollada por "una de las figuras más populares y conocidas del pueblo".

Coorcopar se creó con vocación de servicio solidario hace tretina años. En en este tiempo, el colectivo ha generado 1.061 empleos directos e indirectos. En la actualidad, cuenta con 226 empleados en las diferentes empresas sociales de la asociación.

El premio reconoce la trayectoria vital de homenajeado y consiste en un roble, en forma de escultura, obra del artista local Jesús González de la Vega, galardón que recibió de manos de los responsables de Quercus entre los que dsstacaban Tomás Bustamante, Rosa Cabeza, José Nicasio Gutiérrez, Joaquín Díaz, entre otros.

COMENTARIO SOBRE UNA "BAJEZA" DE COMISIONES OBRERAS


En nuestra "Clave del Día" del sábado, publicamos el siguiente texto que reproducimos ante una nota que publicó Comisiones Obreras y con la que se solidarizó Izquierda Unida, lamentando que Quercus eligiera a Miguel Ángel Fernández como "Torrelaveguense Ilustre 2012", comentario que a continuación transcribimos.

Hoy se hace entrega al sacerdote Miguel Ángel Fernández del título de “Torrelaveguense ilustre 2012” por sus muchos merecimientos a lo largo de treinta años de compromisos en el campo de lo social. Surgido de la Iglesia de la Asunción, parroquia dirigida por Cristobal Mirones durante algo más de un cuarto de siglo, el nombre de Miguel Ángel Fernández está asociado a todas las iniciativas que surgieron desde una parroquia que mantuvo siempre, incluso en la etapa autoritaria, un compromiso con los más necesitados, al tiempo que un aliento hacia todos los que se atrevían, entonces, a hablar de democracia sana, plural, al servicio del pueblo, que nada tiene que ver con la que manchan día a día los corruptos tan aficionados al dinero y a cuentas en Suiza.

Miguel Ángel Fernández, por tanto, está unido e identificado desde el primer momento con iniciativas de gran calado social como la Casa de los Muchachos o el Hogar del Transeunte, y cuando la crisis laboral se hizo patente en Torrelavega, lideró Coorcopar, una especie de “utopía” que ha dado redención a muchas personas que optaban -y no lograban- un empleo. No es necesario que citemos otras iniciativas que alentó la parroquia que, por su espíritu de servir a los pobres y marginados, se ganó aquella referencia de la iglesia de los tupamaros.

En vísperas de este homenaje bien merecido ha salido Comisiones Obreras y el partido Izquierda Unida para rechazar que Miguel Ángel Fernández reciba el título de Torrelaveguense ilustre. Probablemente gente sin memoria –y quizás cargada de rencor- puede animar tal escrito y, además, llamar nada menos que explotador (de trabajadores, se entiende) a Miguel Ángel Fernández. Aunque no merece la pena perder tiempo en discutir lo que alcanza a subcategoría de panfleto, creemos que es necesario hacer frente a un ataque que, insistimos, solo puede justificarse desde la ignorancia.

Es conveniente recordar que en los años ochenta, cuando Coorcopar salió a la calle en defensa del empleo y contra el paro o, que Torrelavega fuese definida como zona de urgente reindustrialización, este cura social era capaz de movilizar a más gente que cualquier llamamiento que contra el desempleo pudiera realizar el sindicato Comisiones Obreras.  Y, desde entonces, crear más de mil empleos directos representa un patrimonio social que –bien lo sentimos- no acumula ni con mucho los sindicatos, más preocupados en mantener liberados que en  crear empleo. No vamos a discutir la necesidad de contar con unos sindicatos libres, bien articulados y competentes en la defensa de los trabajadores y empleados. Pero esta labor se puede realizar sin llegar a mensajes descalificadores que se alejan del sentido común de la sociedad y que responden –como ese término de explotador- a literatura decimonónica que pensábamos que los sindicatos habían superado.

Miguel Ángel Fernández representa esa tenacidad en hacer algo por los demás y en denunciar desde reflexiones cristianas, la frustración que genera el paro en la persona. No hace demagogia, sino que ha demostrado con hechos que aquello que parecía una utopía funcione y que ese millar de personas que han encontrado empleo gracias a Coorcopar, bien puede afirmarse que han alcanzado un derecho que es innato de la dignidad humana.

En fin, frente a la bajeza de la nota de Comisiones Obreras que para mantenerse –y sostener su estructura- recibe millones de euros de las arcas públicas sin que sepamos qué hace por el empleo –salvo reclamarlo, que no es suficiente-, el papel de Miguel Ángel Fernández y de Coorcopar en estos treinta años se agiganta por sus resultados. El compromiso social de Miguel Ángel Fernández no responde a la labor de un liberado, sino a una persona que a una tragedia humana responde con vocación y entrega.  Sencillamente ejemplar.