Orquesta sinfónica del Principado de Asturias


Por CLAQUETA
Título: ORQUESTA SINFÓNICA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS
Género: Concierto sinfónico
Dirección: Anna Rakitina
Solista: Alena Baeva (violín)
Programa: “El Sueño de Leonora” de, Elena Langer. Concierto Nº1 para Violín de Prokofiev” y la Sinfonía 5 del mismo compositor.
Sala: Argenta
Crítica: Final del ciclo sinfónico de la temporada, en el Palacio de Festivales, en una experiencia interesante. Todos los conciertos dirigidos por mujeres.
Este sábado el pódium estuvo ocupado por la directora rusa de padre ucraniano, Anna Rakitina que ha sido rectora asistente de la Sinfónica de Boston. Portadora de una personalidad que te atrapa hacia sus interpretaciones. Ofreciendo finura, antes que fuerza.
Un concierto con raíces expresadas en la música de una creadora, sobre todo de ópera, norte americana, Elena Langer. Y de dos composiciones de, Prokofiev. Una orquesta, la del principado a la que el tiempo coloca ya entre las buenas europeas, lo que atestigua, la cantidad de directores y solistas invitados, de gran talla mundial, en sus actuaciones.
Se abrió con “El Sueño de Leonora” de, 2022. Un encargo de la principal sala de conciertos de Boston, que la sacaba del teatro musical, aunque está basada, con carácter, casi espacial, en la ópera “Fidelio” de Beethoven. Con un enorme dominio de la percusión, bien resuelto por la orquesta asturiana, se mezclaba con la aparente función de una cuerda actuando por el clasicismo. Pero sobre todos un homenaje a la naturaleza. Llegas a percibir el sonido del cantar de pájaros.
El Concierto Nº1 para violín, tuvo como protagonista a otra gran músico, la violinista, Alena Maeva. Con su instrumento, Guarnerius del Gesú de, 1738. Dio buena cuenta de su especialidad, entre otras, del compositor Prokofiev; del que tiene grabados todos sus conciertos. Puso de manifiesto su creatividad y sensibilidad, trasportándonos a otros paisajes. Se completó el concierto con la Sinfonía 5 de Prokofiev. Pieza de una enorme fuerza, cargada de matices, no exenta de espectacularidad, que Rakitina moldeo con gesto delicado, mostrando toda la sensibilidad de los matices que expresa.
Por tanto buen final, para un ciclo, en el que la mujer ha tomado la rienda de un cargo artístico, que se le resistía.