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Puentes ferroviarios en Arroyo, Renedo y Arija (Burgos), por el académico Luis Villegas

Los dos primeros se encuentran al norte del municipio cántabro de Las Rozas de Valdearroyo.

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Puentes ferroviarios en Arroyo, Renedo y Arija (Burgos), por el académico Luis Villegas
19-10-2022

Imágen: Puente de Arija, en el embalse del Ebro 

En 1890 se otorgó la concesión del ferrocarril entre La Robla (León) y Valmaseda (Vizcaya) de 284 km. Esta línea de ancho métrico, primordialmente pensada para el transporte de carbón de las cuencas del norte de León y de Palencia, destinado a la siderurgia vizcaína, recorre 38 km del sur de Cantabria y fue construido entre 1891 y 1894. Posteriormente, en 1902, se conectó Valmaseda con la capital de Vizcaya a través de la línea del FC Santander-Bilbao que pasaba por Aranguren (en el municipio de Zalla, de la comarca de Las Encartaciones) donde se encontraban ambos trazados. Finalmente, en 1923 se estableció un ramal de conexión entre Matallana y León.

En este artículo se describen tres importantes y bellos puentes de esta línea férrea a su paso por la zona central de la comarca cántabra de Campoo-Los Valles, en concreto dos se ubican al norte del municipio de Las Rozas de Valdearroyo, y otro en el vecino pueblo burgalés de Arija, los mismos pueden contemplarse desde las carreteras que discurren próximas a la ferrovía.

El puente del ferrocarril de La Robla sobre el río Ebro. El paso de esta infraestructura de transporte sobre el citado curso fluvial, cerca de Arroyo y de La Aguilera, se hace a través de un espectacular puente metálico de unos 50 metros de vano, que cruza el río a bastante altura sobre su cauce y es digno de verse. Durante la Revolución de Asturias, en octubre de 1934, este puente fue destruido por seguidores de la Alianza Obrera y, posteriormente, reconstruido en 1935. Además del vano principal, existe un segundo pequeño tramo que permite al ferrocarril salvar un camino local.

Esta estructura está conformada con dos potentes celosías tipo Warren, compuestas por dos cordones longitudinales y diagonales formando triángulos, que en este caso se refuerzan con montantes verticales adicionales en cada nudo en que convergen las barras inclinadas. Estas jácenas principales están dispuestas bajo la plataforma por donde circula el tren, y el cordón inferior de las mismas sigue una directriz curva en forma de “vientre de pez”, con mayor espesor o altura en el centro de su luz, donde los momentos de flexión son máximos. Las dos vigas se unen entre sí por piezas perpendiculares y oblicuas al plano de aquéllas formando un conjunto espacial tubular, cuyos múltiples perfiles y chapas están unidos con roblones; todo el conjunto apoya sobre un estribo y una gran pila hechos de fábrica de sillares y mampostería pétrea.

En 1949, durante las obras de construcción del embalse del Ebro, hubo que hacer modificaciones del trazado de este ferrocarril en la zona del perímetro sur del futuro gran almacenamiento de agua, por donde iba la vía férrea original, esto conllevó la necesidad de construir algunos puentes que salvaran los entrantes de agua del pantano proyectado que interferían con el nuevo trazado, entre ellos los dos que se describen a continuación.

Los puentes del ferrocarril de La Robla sobre el embalse del Ebro en Renedo y Arija. Pasado el primer pueblo, yendo hacia el oriente, y antes de alcanzar el apeadero de Llano, la ferrovía salva la cola de un brazo del embalse, donde desagua el río Ballurbio, con un viaducto de 123,6 metros de longitud, se trata de bello puente de bóvedas de hormigón que apoyan en pilas del mismo material y que están forradas con una hoja pétrea hasta la altura en que arrancan los arcos, los tímpanos y la imposta de coronación están materializados con piedra.

Después de Llano, el ferrocarril llega a Bimón y nada más dejar Cantabria salva el embalse del Ebro, en Arija (Burgos), con un viaducto de 138,3 metros de largo y 11 bóvedas de hormigón, de similares características al anterior de Renedo y en un enclave de gran belleza.

Este tramo férreo lindante con el gran pantano, de unos 11 kilómetros de longitud, que pasa sobre los tres puentes descritos, es uno de los hitos paisajísticos que disfrutan en la actualidad los viajeros del tren turístico Expreso de La Robla que recorre durante el verano esta línea entre Bilbao y León, y que evoca el encanto de los viajes clásicos en ferrocarril.

Aprovechando esta excursión, puede disfrutarse del rico patrimonio protegido con que cuenta esta zona; a saber: el castro cántabro de Las Rabas en Celada Marlantes, la ciudad romana de Juliobriga en Retortillo, tres bellas iglesias románicas (una en este último pueblo, y otras dos en Bustasur y en Cervatos) y el monasterio de Montesclaros. Para más información, puede consultarse el libro “Un viaje por los caminos y puentes de las comarcas centrales de Cantabria” de Luis Villegas Cabredo (2020): https://bit.ly/3nuhd4m

 

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