Aquellos pasos a nivel
De mi niñez y juventud guardo el recuerdo de Delfina Catalina Toribios, nacida en la localidad palentina de Cabria el 9 de septiembre de 1920 y que vivía en Frómista (Palencia) cuando se vino a vivir a Renedo (Piélagos, Cantabria)


AQUELLOS PASOS A NIVEL
Cuando a mediados del siglo XIX se inauguró el tramo de ferrocarril Santander - Alar de Rey nació una nueva profesión, la de guardabarreras o “guardeses/guardesas”. Es decir, la persona que custodia un paso a nivel -cruce o intersección al mismo nivel entre una vía férrea y una carretera o camino- conforme a un reglamento.
En ellos los trenes tienen siempre prioridad debido a que su inercia les impide detenerse con facilidad. Suelen estar debidamente señalizados y en los mismos se pueden emplear mecanismos como barreras, para impedir el paso ante la llegada de algún tren, o semáforos para avisar a quienes pretendan cruzarlos.
La persona encargada tenía una pequeña caseta donde resguardarse y en la que había un teléfono (no siempre, basándose en su defecto la seguridad en los horarios y las órdenes de circulación de trenes en sus fechas, y cuando no en una atención permanente de la vía) para ser avisado de la llegada de algún tren, aunque en ocasiones era una casa más o menos grande y habitable en la que vivía el guardabarreras y su familia. Muchos han sido los accidentes que debido a las carencias y el nivel de tecnología han ocurrido a lo largo de la historia del ferrocarril.
En 1975 en España el número de pasos a nivel públicos todavía en servicio en la Red, de ancho ibérico, era de 10.795, siendo las diversas clases existentes, los pasos a nivel sin guardar, los guardados a pie de paso por guardabarreras, o bien por agentes de las estaciones y los particulares cerrados con cadena y candado. En el año 2012 desapareció el único guardabarreras que quedaba en España.
De mi niñez y juventud guardo el recuerdo de Delfina Catalina Toribios, nacida en la localidad palentina de Cabria el 9 de septiembre de 1920 y que vivía en Frómista (Palencia) cuando se vino a vivir a Renedo (Piélagos, Cantabria). Su padre, Eusebio Catalina, trabajaba en RENFE, y también su madre, Teodora Toribios, y un hermano de ésta. Por diversos avatares relacionados con las ideas políticas de su madre (y de su padre), Delfina ocupó su puesto con tan sólo 15 años de edad.
En aquella caseta verde sita en el barrio Sorribero, sobre la actual CA-233, vi muchas veces a Delfina, siempre con semblante alegre, abrir y cerrar las portillas, y con el banderín rojo bajo el brazo para hacer las señales correspondientes. Aquel era también un lugar de reunión de vecinos, algunos de los cuales dejaba en ocasiones a sus hijos más pequeños al cuidado de Delfina mientras los padres atendían las labores del campo (me viene ahora a la memoria Toñín Díez Gómez, hijo de Julio “El Zapatero” y Carmina). Una vez automatizado este paso a nivel Delfina fue trasladada a la estación de Las Caldas de Besaya, donde se jubiló. Falleció en Renedo el 22 de octubre de 2000, reposando sus restos en el cementerio de dicho pueblo junto a los de sus padres y los su esposo Federico Ibañez Sierra./ A. Neila.
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Delfina en su puesto de trabajo de Renedo.