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Cientos de torrelaveguenses en la despedida del empresario Antonio Díez Vollrath

EL SACERDOTE PEDRO SANDI, auxiliado en la misa por el párroco de Suances, elogió el espíritu creativo, generoso y familiar de Antonio en una emotiva homilia

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25-04-2014

HOY HEMOS DESPEDIDO A Antonio Díez Vollrath en la iglesia de la Virgen Grande -de cuya inauguración se cumple este año medio siglo- en un funeral oficiado por Pedro Sandi, el sacerdote torrelaveguense que acaba de celebrar en comunidad los cincuenta años de su ordenación sacerdotal. A pesar de la temprana hora -11 de la mañana- y el día de lluvia, la iglesia se llenó con cientos de personas para acompañar a su viuda, hijos y nietos. Sandi, auxiliado en la misa por el párroco de Suances, elogió el espíritu creativo, generoso y familiar de Antonio en una emotiva homilia en la que vinculó la desaparición de Antonio a la lectura de los textos que evocaban a los dos discípulos de Jesús que iban andando a una aldea llamada Emaús, preguntándose por el lugar donde podía encontrarse el nazareno crucificado al no estar en su tumba. Pedro Sandi definió en pocas palabras las virtudes humanas de Antonio a las que habría que añadir -él que nació en Méjico- una identidad total y absoluta con Torrelavega, ciudad a la que amó y en la que vivó casi toda su vida, acordaros de aquel chalet en la hoy Avenida de España. Como también evocamos el tradicional y estratégico comercio de Muebles Cuatro Caños que fundaron sus padres, a los que ayudó desde niño.

En el funeral de hoy, hemos recordado a un gran amigo que fue su cuñado, hermano de su mujer Victorina: José Manuel Carmona, director de la Caja tras suceder a Ernesto González de la Vega, Titi, que no faltó en esta despedida. Carmona fue otra persona entrañable y querida que llegó en sus años mozo a Torrelavega, amante de la ciudad y de entidades de tanto sabor localista como la Coral. Fue otro gran caballero que paseó con con humildad su señorío. Hay que recordar, finalmente, que Antonio ha muerto un mes después de Adolfo Suárez al que recibió y agasajó en alguna ocasión en su casa de Suances en los tiempos del CDS, partido por el que sintió auténticas simpatías. En nombre de cuantos le conocimos, descanse en paz.


En la fotografía Antonio Díez Vollrath es el segundo por la izda

HA FALLECIDO en Torrelavega el empresario Antonio Díez Vollrath a la edad de 92 años. Ayer, jueves, almorzó como era tradicional con sus amigos nonagenarios, sintiéndose por la noche indispuesto. Pocas horas después fallecía tras una fecunda vida familiar y empresarial, vinculado desde tiempos de sus padres a un comercio tradicional de Torrelavega: Muebles Cuatro Caños.  A su esposa, Victorina Carmona Saiz, hijos familiares y amigos, les expresamos nuestro más sentido pésame.

Esta es, a grandes rasgos, su biografía publicada por el escritor José Ramón Saiz en el tomo VIII de Torre La Vega, Crónica Ilustrada de una Ciudad. En la imagen (segundo por la derecha), con sus amigos con los que venía almorzando todos los jueves.

BIOGRAFÍA FAMILIAR Y EMPRESARIAL.

EL 12 DE OCTUBRE DE 1985 el empresario torrelaveguense, Antonio Díez Vollrath, nacido en Méjico (1922), procedió a la apertura de Habitare, un gran centro del mueble que había adquirido al mueblero Alfredo García Peón, superficie comercial que pasó a denominarse Mobiliario y Decoración Cuatro Caños. Al tiempo que procedió a su adquisición, Antonio transfirió el negocio a sus hijos Antonio y Ernesto Díez Carmona. Con este paso adelante en un sector que le era familiar, se cerraban cincuenta y cinco años de un comercio de muebles de prestigio en la ciudad como fue el de Cuatro Caños, que en 1930 abrieron sus padres, Antonio Díez y Rosa Vollrath, en un lugar estratégico al encontrarse en la continuidad –atravesando la calle Julián Ceballos- de la vía comercial de Los Pasiegos o Consolación y a un tiro de piedra de la Plaza del Grano, de gran concurrencia los jueves de mercado.

Antonio Díez Vollrath nació el 14 de febrero de 1922 en la calle Nuevo Méjico, hoy Artículo 123, de la capital mejicana, apenas tres años antes de que sus padres decidieran tomar rumbo a España con algunos ahorros familiares. Era el segundo hijo del matrimonio, después de Margarita (nacida también en Méjico en 1920 y residente en Santander), además de Rosa y Ángela que nacieron en Los Corrales de Buelna. La aventura española de sus padres, Antonio y Rosa, comenzó en la población corraliega en 1925 donde se dedicaron al ganado tudanco, explotación que establecieron en Collado y Lobao, pueblos de la zona alta de Los Corrales. La experiencia no fue buena en el terreno económico, al igual que la emprendida a continuación como representó la construcción, con Benjamín Salas, del cine Hispania, ubicado en el centro de la población. A esta cadena de emprendimientos que no generaron beneficios económicos, se unió el de la apertura de una pequeña fábrica de juguetes en el Primero de Mayo, en Peñacastillo.

De Los Corrales de Buelna, la familia Díez-Vollrath pasó a Renedo de Piélagos, estableciéndose en la recta de La Pasiega, en una gran finca situada enfrente de la del comerciante torrelaveguense, con establecimiento en la calle Consolación, Miguel Guerra Pérez-Carral. Dedicados a la explotación de una ganadería, ante la falta de perspectivas halagüeñas para la economía familiar, procedieron a alquilar la casa a la familia de Manuel Hedilla Larrey, quien tiempo después se convertiría en segundo de José Antonio Primo de Rivera, líder de Falange Española. Para entonces, el traslado de la familia Díez -Wollrath a Torrelavega estaba decidido.

Con apenas ocho años, Antonio llegó con sus padres a la capital del Besaya, estableciéndose en una casa del cartonero Eduardo Saiz Camino, que se encontraba en el área que años después ocuparía el colegio de La Paz. Eran las primeras semanas de 1930 y al curso siguiente Antonio se incorporó al colegio público José María de Pereda que se había construido en el Mortuorio en el bienio 1932-33. Los primeros estudios los continuó, posteriormente, en una academia privada y en la Cámara de Comercio e Industria. Ya a corta edad tenía que ayudar en el negocio de los muebles y todas las mañanas, a las 5,30 horas, se ponía en pie para trabajar con su padre, un tiempo en el que apenas tenía una hora de juegos con su gran amigo de la infancia, que fuera Vidal Ruiz Ceballos (fallecido de tuberculosis y a cuyo entierro, con gran dolor, Antonio no pudo asistir), hermano de Cianín, un bolístico que se proclamó campeón de España de bolo palma en Gijón en los años cincuenta.

Ya en estos años Antonio comprobó cómo el negocio de muebles -ubicado en la zona estratégica de los Cuatro Caños- ofrecía buenos dividendos a sus padres, después de pasadas experiencias no rentables. Recuerda la llegada de los pasiegos a la ciudad los jueves de mercado, el día de más ventas de la semana. Su madre, Rosa Vollrath, era una gran conversadora y tenía una gran mano izquierda para atender al público. Aquellas gentes que llegaban de otras comarcas del interior discutían la peseta. Se trataba de buena gente que sabía regatear pero que después de cerrar los tratos los cumplía. Por parte de sus padres, la confianza hacia sus clientes fue siempre otra clave del negocio, en un tiempo en el que se vendía casi todo –especialmente el mueble popular-, fiándose a todos los que no contaban con dinero para el pago al contado. Por lo general, la gente que acudía a la mueblería “era muy honrada”, en palabras de Antonio Díez Wolllrath.

Antonio no hizo la mili ya que al nacer en Méjico no constaba en el Registro civil español. A los 25 años afrontó la prueba de asistir a la muerte de su padre, poniéndose al frente del negocio después de pagar un traspaso a su madre. El 12 de mayo de 1951 se casó con Victorina Carmona Saiz, “el mejor negocio de mi vida”, confiesa emocionado, –hermana del recordado José Manuel Carmona que sucedió a Titi González de la Vega al frente de la Caja en Torrelavega- en un día de lluvia en la Iglesia de la Asunción, oficiada la ceremonia por el párroco Emilio Revuelta y el sacerdote Félix Apellaniz al órgano. Cinco hijos ha tenido el matrimonio Díaz-Carmona: María del Carmen (1952), Antonio (1954), Ernesto (1955), Beatriz (1963) y Rocío (1969).

Otro golpe de fortuna acompañó a Antonio. Por consejo de su madre adquirió por cuatrocientas mil pesetas dos mil metros cuadrados en la entonces Avenida de Calvo Sotelo (hoy Avenida de España) con el fin de construir una casa para la familia. Firmadas las escrituras con la propiedad, la familia Berasategui, Antonio se enteró por un anuncio de la prensa que el Instituto Nacional de Previsión buscaba un terreno céntrico en Torrelavega para servicios del mismo, además de un ambulatorio. De inmediato ofreció los terrenos que al estar céntricos –una de las bases del anuncio- vendió sin problemas al organismo oficial por setecientas cincuenta mil pesetas.

Este deseo de residir en la avenida de Calvo Sotelo lo pudo cumplir al adquirir –también por indicación de su madre, Rosa Wollrath- otro terreno al final de la misma (propiedad del doctor Luis Ruiz Ortiz, Luisón), casi en el límite con el parque Manuel Barquín, por un importe de trescientas cincuenta mil pesetas. La familia construyó varias viviendas en el número 14 de la Avenida Calvo Sotelo, en las que vivieron Antonio y su familia; su madre Rosa con la hija mator, Margarita; Luis Quevedo (primer teniente de alcalde en una etapa de Jesús Collado Soto, además de consejero-delegado de Talleres Obregón) casado con Ángeles Díez Wollrath, además de Fernando Portillo y su esposa Rosa Díez Wollrath.

En este chalet –pegado al parque Manuel Barquín- vivieron varios años hasta que se transformó en un moderno bloque de viviendas antes de iniciarse la década de los setenta. Antes de su venta, las cuatro familias habían recibido propuestas de la dirección del sanatorio de El Carmen y de Construcciones Hermanos Carabaza, que ofrecieron hasta doce millones de pesetas. Antonio se decidió y ofreció a su familia un millón más, cerrando de esta manera la adquisición. En una noche en vela, Antonio elaboró su proyecto de construcción “en régimen de comunidad”, ideas que llevó a su gran amigo y asesor jurídico, el abogado Juan Bautista Pereda Sánchez. La sociedad de Antonio Díez Wollrath construyó cuarenta viviendas a un precio medio de tres millones y medio de pesetas, adquiriendo propiedades personas conocidas de la ciudad como el notario Mariano Collado, Luis Zúñiga González y Julio Ruiz de Salazar. La fórmula elaborada por Antonio, le permitió quedarse en propiedad con los bajos, de algo más de mil metros cuadrados, además de cinco pisos para el matrimonio y sus hijos. 

En esta etapa tuvo otras implicaciones en el campo de la construcción de viviendas. En el antiguo solar familiar de la calle Gervasio Herrero construyó veinte viviendas y ocho en la calle Julián Ceballos –pegando con el economato de la General- en cuyos bajos abrió otro comercio de muebles hasta que alquiló los locales a la firma Lupa. En esta misma calle Julián Ceballos compartió con Manuel Rotella la adquisición –a la abuela del actor Antonio Resines- y posterior rehabilitación de la casa de los miradores, donde en su día estuvo la Casa del Pueblo, enfrente del restaurante Villa de Madrid y en cuyos bajos estaban los despachos de billetes de Renfe y Aranda Calderón.

Retirado poco a poco de los negocios comerciales y después de realizar a Méjico, su país de origen, su segundo viaje en el discurrir de 1980, dejó en manos de los hijos las tiendas de muebles, hasta que culminada la operación de Habitare decidió la venta de los locales de Muebles Cuatro Caños (que durante unos años se transformó en Sonido Cuatro Caños, gestionado por la hija mayor, María del Carmen, y su esposo Pablo Conde Dueñas), que fueron adquiridos por la Caixa. En este tiempo construyó el complejo Cuatro Caños, en Miengo, dotado de cafetería, dos piscinas, bolera, padel, promoción turística que llevó a las autoridades a concederle la Medalla al Mérito Turístico. Por su parte, su hijo Antonio –ya empresario de la construcción- impulsó en una zona próxima una urbanización de treinta chalets adosados.

En 1976, leyendo una crónica periodística de Julio Poo San Román, se enteró de que se había puesto a la venta el Capricho de Gaudí, en Comillas. Llevado por su intuición para los negocios, a las nueve de la mañana de aquel día se presentó en la Villa de los Arzobispos con su suegro, José Carmona y Sainz de Sicilia, con el fin de adquirir este patrimonio después de hablar con su dueña, Pilar Güell y Martos, condesa de Montagut, lo que logró mediante el pago de 16 millones de pesetas. Declarado monumento histórico artístico siete años antes, había sido construido entre los años 1883 y 1885 como un edificio de pequeñas proporciones y con espacios sabiamente organizados. Finalmente, en el discurrir de 1988 Antonio Díez Vollarth decidió la cesión voluntaria del patrimonio del Capricho a sus hijos, ya empresarios, Antonio y Ernesto Díez Carmona.