Hallan los restos óseos de Eloy Campillo, desaparecido en los tiempos de los maquis en 1945
Con ello se cierra un enigma histórico; y, la familia, da por finalizados 74 duros años de búsqueda y localización

El sorprendente hallazgo tuvo lugar en la zona oriental de los Picos de Europa (macizo de Ándara) dentro de los límites de Cantabria, concretamente en el interior de una torca denominada “La Topinoria”, oculta entre matorrales y rodeada por los numerosos roquedos que existen en la ladera norte del pico Samelar. Los descubridores fueron un grupo de espeleólogos pertenecientes al Interclub Tracalet-Flash, de las federaciones Valenciana y Madrileña respectivamente, que desde años se dedican a explorar el extraordinario conjunto de simas existente en el Parque Nacional de los Picos de Europa.
Un descubrimiento casual
El descubrimiento se produjo de un modo fortuito. El azar quiso que el último día de la campaña de 2018 (finales de agosto) accediese a la torca el espeleólogo Salvador Ibáñez Maicas, ocupado hasta entonces en la exploración de otras cavidades. Con formación en Bellas Artes, acostumbrado a dibujar huesos humanos en la asignatura de Anatomía Morfológica, mientras observaba unas piedras brillantes en un saliente situado a 130 metros de profundidad reparó en un hueso que identificó al instante como un fémur. A partir de ese momento extremó la atención y pudo localizar más huesos y trozos de lo que parecía ser un correaje en otra repisa situada veinte metros más abajo y ya en el fondo del pozo, a 180 metros.
Esa noche durante la tertulia en el campamento, mientras todo eran cábalas sobre el hallazgo, Vicente Martínez, el más veterano del grupo, contó a sus compañeros la terrible historia que había leído en la obra de Antonio Brevers: “Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros”, y tantas veces había escuchado a vecinos de la zona sobre la desaparición de un guarda forestal que presumiblemente había sido arrojado por los maquis a una torca, junto con la repetida advertencia de: “a ver si vais a encontrar por ahí abajo al guarda de Sotres…”.
El grupo dio parte inmediatamente a la Guardia Civil y a los dos días el Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (GREIM) organizó el descenso y recogió de entre los numerosos huesos: tres trozos de un correaje de cuero junto 24 restos óseos y una pieza dentaria con posible apariencia humana; posteriormente la médico forense de Torrelavega, tras una segunda inspección, seleccionó un húmero, una tibia, un fémur, un hueso coxal, un fragmento de maxilar inferior con un molar, dos fragmentos craneales y la pieza dentaria hallada suelta, para enviarlos al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid para su estudio antropológico y de ADN.
Resultó determinante para poder abordar adecuadamente desde un primer momento el hallazgo, el hecho de que los miembros del GREIM que intervinieron, además de expertos alpinistas fuesen grandes conocedores de la historia reciente de los Picos de Europa y en sus diligencias hiciesen constar la posible vinculación de los restos encontrados con la desaparición en el año 1945 del guarda del coto Nacional de los Picos de Europa Eloy Campillo Pérez, subrayando en la fundamentación de su hipótesis la importancia del hallazgo de los restos del correaje.
Resultados del estudio antropológico y de ADN
Tan pronto como la familia de Eloy Campillo tuvo conocimiento del hallazgo procedió a personarse en las Diligencias Previas instruidas por el Juzgado de San Vicente de la Barquera.
Los primeros resultados obtenidos fueron esperanzadores para la familia Campillo. El análisis de los restos desveló que pertenecían a un varón, de talla aproximada a la del desaparecido y el margen de edad biológica (entre 30-40 años) era compatibles con la de Eloy, a punto de cumplir 31 años cuando desapareció.
Seis meses después de conocer los primeros datos llegaba por fin la confirmación de que el contraste de las muestras de ADN de su hija Mercedes Campillo con las de los restos óseos recogidos daba una probabilidad de paternidad del 99,99999996%.
El estudio antropológico arrojó también un descubrimiento inquietante: el fémur analizado correspondía a un segundo individuo, inmaduro, probablemente adolescente, de entre 10 y 14 años, cuyo estudio genético determinó que era una mujer.
Los datos de ADN de la menor fueron introducidos inmediatamente en la base de datos nacional sobre desaparecidos sin conseguir detectar coincidencia genética con ninguno de los perfiles registrados hasta la fecha en dicha base. Respecto a la posible data de su muerte señalaban entre 20 y 25 años, aunque el informe aclaraba que debido a que el proceso de degradación se había producido el interior de una cueva, en condiciones ambientales constantes, la fecha de la muerte podía estar mucho más alejada en el tiempo y no era posible descartar ninguna hipótesis en relación a la misma.
El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de San Vicente de la Barquera no estimó continuar con las investigaciones judiciales; pues consideró que, dado el tiempo transcurrido, cualquier delito que se hubiese podido cometer ya habría prescrito. Mercedes Campillo, pendiente de que el Juzgado le entregue el material encontrado y los restos óseos de su padre, pues hasta la fecha no lo han hecho, a pesar de su insistencia, no ha cejado en su lucha por intentar recuperar el resto de los huesos de su padre que aún permanecen en el fondo de la torca.
Eloy Campillo y Pandébano
La desaparición de Eloy Campillo está íntimamente relacionada con el tristemente célebre suceso histórico acaecido el 22 de abril de 1945 en Pandébano, cerca de Sotres (Ayuntamiento de Cabrales-Asturias). Ese día se habían dado cita varios guerrilleros y algunos vecinos de Sotres en un conjunto de cabañas existente para celebrar con una comida la inminente caída de Berlín, anunciada en prensa como la última gran batalla en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Fruto de una confidencia, la Guardia Civil tuvo conocimiento de la reunión y once guardias y un cabo rodearon de madrugada las cabañas. Se produjo un duro cerco con lanzamiento de bombas de mano e intenso fuego de fusilería en el que resultó muerto el jefe guerrillero Ceferino Roiz, “Machado”. El suceso tuvo un final inesperado. El guerrillero Hermenegildo Campo, “Gildo” que no había acudido a la cita, escuchó desde su escondite en Sotres los disparos y acudió en ayuda de sus compañeros. Cambiando hábilmente de posición, comenzó a disparar sobre los guardias causando tres bajas entre ellos (dos guardias muertos y uno herido) y haciéndoles pensar que un grupo más numeroso les atacaba. La Guardia Civil emprendió la retirada en dirección al pueblo de Bulnes. Roto el cerco, los guerrilleros reunieron en Sotres a todos los vecinos invitados al festejo y les obligaron a acompañarles en su huida al monte para aclarar lo sucedido e identificar al posible delator.
La profunda investigación realizada por Antonio Brevers para su libro “La Brigada Machado” revela como aquella noche en lo alto de Sotres, en el interior de una cueva de difícil acceso llamada Maricuca, tuvieron lugar los duros interrogatorios a los vecinos. Desde un primer momento las principales sospechas se centraron en Eloy; de derechas, como todos los funcionarios de la época y además Alcalde de Barrio en Sotres. Pero Eloy defendió su inocencia hasta el último momento y reconoció que, «en confianza», había hablado de la fiesta con su compañero, otro guarda del coto Nacional de los Picos de Europa, al que en todo momento responsabilizó de lo sucedido y que algunos de los asistentes llegaron a ver junto a los guardias en el cerco. Pero todo fue inútil.
Gracias a la investigación de Antonio Brevers la familia pudo conocer que el fallecimiento de Eloy tuvo lugar en la noche del 24 de abril de 1945, después de ser apartado del grupo que se dirigía a Bejes, tras atravesar la Canal de las Vacas. Un disparo acabó con su vida y posteriormente los guerrilleros arrojaron el cuerpo a una torca hasta hoy desconocida, en la zona de Ándara.
La mujer de Eloy también defendió durante toda su vida la inocencia de su marido.
Drama familiar
La desaparición de Eloy Campillo supuso un duro drama familiar. La familia de Eloy quedó sumida en la más absoluta penuria económica y su esposa jamás consiguió le fuese reconocida la pensión de viudedad; ni tan siquiera en un nuevo intento realizado en el año 1979.
Durante décadas los cuatro hijos de Eloy dedicaron todos sus esfuerzos a encontrar los restos de su padre, hoy solo queda Mercedes. Se acuerda de que la última vez que vio a su padre apenas tenía cuatro años y recuerda cómo entró en su habitación a despedirse de ella, le dio un beso en la mejilla con los ojos llorosos. Fue la última imagen que tiene de él.
A pesar de su delicado estado de salud, este verano ha querido asomarse a la sima donde encontraron los restos óseos de su padre; y como consecuencia del gran esfuerzo realizado ha tenido que ser ingresada en el hospital. En su mente solo tiene la esperanza de recuperarlos para poder darle digna sepultura. No busca ni explicaciones ni mucho menos el perdón de nadie. También vive con la profunda esperanza de que puedan llegar a identificarse los restos de la niña. Pues, como madre, y como hija de desaparecido, conoce y comparte el sufrimiento de su familia, que aún hoy puede seguir buscándola.
Operativo de recuperación
Una vez cerrada la vía judicial, la familia ha procedido a solicitar la recuperación de los restos localizados en la sima de Topinoria (Torca SN2), de conformidad a la Ley de Memoria Histórica 52/2007 y por el protocolo propuesto por el Ministerio de Presidencia, en la Orden PRE/2568/2011.
Para acometer los trabajos de recuperación han ofrecido su desinteresado apoyo a la familia un variado grupo de profesionales que ya ha colaborado con ellos en intentos anteriores de localización e identificación del desaparecido: el Despacho Jurídico Rodríguez Palomares, que desde el comienzo viene ocupándose de los aspectos legales; el investigador Antonio Brevers, que realizará labores de coordinación; los eminentes profesores forenses Fernando Serrulla y Francisco Etxeberria, que llevarán la dirección técnica de los trabajos de prospección y exhumación previstos, gracias al importante e imprescindible apoyo, igualmente desinteresado, del Equipo de Antropología Física de la Sociedad de Ciencias Aranzadi que, con un amplio reconocimiento nacional e internacional en la materia, ha intervenido en más de 250 exhumaciones de la Guerra Civil Española y cuenta en su equipo con Arqueólogos, Antropólogos, Odontólogos y expertos en Logística Forense con experiencia en la recuperación de restos humanos en cuevas y pozos.
La familia de Eloy Campillo ha informado del operativo previsto a Don Pablo Zuloaga, Vicepresidente del Gobierno de Cantabria, además Consejero de Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte, que ha tomado mucho interés en el caso y que, junto con la Directora General de Patrimonio Cultural y Memoria Histórica, Doña Zoraida Hijosa, estudian la gestión de los permisos administrativos necesarios y las posibles medidas de apoyo logístico e institucional que puedan prestar.
Todo ello en coordinación con el Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (GREIM) y la Fundación Espeleosocorro Cantabria, dadas las especiales dificultades que representa realizar una intervención antropólogo-forense en el fondo de una sima a una profundidad de 180 metros.