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Liquidación de Sniace: triste para los trabajadores y sus familias; triste para Torrelavega

Y triste también para Cantabria, en donde esta puede ser sólo la primera de muchas malas noticias en los próximos meses.

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25-02-2020

Jueves 13 de febrero de 2020. Una fecha que permanecerá imborrable en los archivos de Torrelavega y la sociedad cántabra.

La liquidación de Sniace, tras sus más de 80 años de historia es una noticia triste. Triste para las familias que ven truncado su futuro, una vez más, de forma fulminante. Triste para Torrelavega, situada en el centro de una comarca cuya economía se desangra mes a mes sin que nadie haga nada por parar la hemorragia. Y triste también para Cantabria, en donde esta puede ser sólo la primera de muchas malas noticias en los próximos meses.

Dentro de algunos años, y desde la perspectiva que nos otorga el tiempo, quizá se recuerde esta fecha como el fin de un sufrimiento para muchas familias. Un final tan agónico como previsible, y el fin de una etapa que, tal y como había transcurrido la historia, quizá duró más de la cuenta. Hoy es una gota más sobre un vaso, el de la comarca del Besaya, a punto de rebosar.

USO, resistencia y coherencia

La noticia de la solicitud de inicio del proceso de liquidación por parte de Sniace, confirmada por la CNMV a última hora de la tarde del jueves, puede interpretarse por el lector ocasional como un accidente, una sorpresa o algún tipo de maniobra financiera por parte de la dirección con vaya usted a saber qué fines. Sin embargo, quien haya seguido de forma más o menos asidua la información y el análisis periódico que se le ha dado desde algunos medios, incluyendo este sitio web, sabrá que esto es sólo una consecuencia de varios factores que irremediablemente conducían al abismo.

En el año 2006 esta Sección Sindical fue la primera en el ámbito de Sniace en utilizar está página web como principal medio de información clara y veraz orientada principalmente a los trabajadores. Con ese compromiso nació, y con ese espíritu se mantiene 14 años después, siendo además un referente de información que ha transcendido del ámbito interno, gracias en gran parte a su credibilidad y claridad en la información de la actualidad.

Lejos quedan la crisis y posterior cierre de Lilion, Riofisa y el proyecto Samsara en 2006, los problemas medioambientales, las tensas negociaciones de convenio, las convocatorias de huelga paradas in-extremis por USO en el Orecla y no tan lejos el episodio que nos ha llevado a este desenlace, y que se inició el 28 de diciembre de 2012 con el anuncio de un ERTE de 6 meses para casi la mitad de la plantilla.

En todos ellos ha habido un sólo denominador común: USO nunca tenía la razón. Fuera cual fuera la crisis, el grueso del comité de empresa, UGT, CCOO y Sindicato Unitario, siempre se ocuparon de trasladar a la plantilla que la postura de USO no era la correcta. Algunas veces éramos afines a la empresa, en otras lo éramos al gobierno de turno, generalmente de derechas, e incluso en otras éramos afines a todo menos al interés de los trabajadores. Para intentar sustentar estas teorías utilizaron todas las artimañas a su alcance, intentando siempre poner a esta sección sindical al pie de los caballos.

Lo cierto es que, con el paso del tiempo, podemos decir que, de no ser por la denuncia de USO, los hoy todavía terrenos de Sniace tendrían un uso residencial, que a pesar de los cantos de opulencia de Mezquita, Lilion efectivamente no era viable y cerró, que el último convenio que negociamos no importaba un rábano y que Sniace necesitaba un plan de viabilidad serio y creíble, con una inyección de capital. Que todo el proceso de reapertura encabezado por Blas Mezquita no era más que una farsa y que efectivamente, señor Luis Corrales, Sniace no era «una mina de oro» como usted se empeñó en hacer creer a los trabajadores durante la negociación del convenio de 2012. ( La caraja de este sindicalista ha sido notable a lo largo de estos años).

A pesar de todos los episodios de insultos, presiones y encerronas vividos por las personas que componen (o componían) esta sección sindical, el sindicalismo de los años 80, las técnicas borrokas usadas en nuestra contra – en un cortijo diseñado por Mezquita y cuyas llaves entregó al señor Colio en calidad de director de RRHH – nunca pudieron impedir que el mensaje de USO llegara clara y nítidamente a quien sí quiso escucharlo. No fue fácil, pero ese es a día de hoy nuestro pequeño y triste logro, y ese es probablemente nuestro mejor aval para escribir este pequeño artículo de opinión (uno más) en donde no queremos dejar de señalar a los que, por acción o por omisión, han sido responsables de este dramático final.

La politización del conflicto

Decir a estas alturas que la Sniace ha sido exprimida por los partidos políticos y sus ámbitos de poder desde la fecha de su creación no va a sorprender a nadie. El árbol de Sniace siempre estuvo disponible para que quien tuviera la necesidad de recoger algún fruto.

Si nos centramos en la historia más reciente, desde la incursión de Banesto, el corte de financiación y la crisis de los 90, Sniace y su plantilla han sido el arma arrojadiza perfecta con el que el partido de la oposición ha minado los intereses del partido en el poder.

Si los políticos, a veces por falta de miras, otras por exceso de intereses, han actuado mal, y siempre con honrosas excepciones como fue el caso por ejemplo de José Luis Gil, no mucho mejor lo ha hecho la plantilla, que siempre ha sido capaz de combinar una capacidad sobrehumana de sobreponerse a las continuas crisis de la empresa, con la facultad de dejarse utilizar por políticos y sindicatos, que casi siempre actuaron como comisarios políticos, más aun si cabe cuando quien estaba enfrente era un gobierno del Partido Popular.

El ERE de 2012 llega en el peor momento de una crisis que como un tsunami se originó en 2008 en Estados Unidos y arrasó todo lo que encontró a su paso. La crisis financiera, en plena burbuja inmobiliaria, y un gobierno ya del PP plagado de complejos, eran el caldo de cultivo perfecto para que cualquier organización considerada “de izquierdas” aprovechara la ocasión para desalojar al gobierno de turno.

Mezquita, de héroe a villano

Blas Mezquita, otrora conocido como «el gran salvador de Sniace», es sabedor de que preside una empresa en quiebra técnica. Su mayor virtud es que carece de cualquier tipo de conciencia e ideología más allá de la meramente económica, encontró en esta crisis y en las medidas aplicadas por el Gobierno central, -los famosos “recortes de Rajoy”- la excusa perfecta para lanzar a los por entonces 533 empleados de Sniace al tejado del Gobierno cántabro (Ignacio Diego – Partido Popular). La estrategia era clara, “o me ayudas o tienes 533 parados más en Torrelavega” ( esta frase fue dicha en el primer encuentro entre Blas Mezquita e Ignacio Diego en el despacho del recién nombrado presidente regional).

Poco más necesitaba un comité de empresa, con la UGT de Antonio Portilla a la cabeza, para ponerse al frente de las innumerables manifestaciones que terminaron siendo un acoso y derribo al Partido Popular. Estas manifestaciones, en principio de apoyo a Sniace, terminaron siendo una confluencia de comités de empresa, organizaciones políticas de todo el espectro de la izquierda, organizaciones antisistema y demás entes afines. El fin de estas movilizaciones pasó del apoyo a Sniace y a la industria y se convirtió en un “¡Hay que echarlos!” (PP). El PRC de Miguel Ángel Revilla y Francisco López Marcano y el PSOE de Gorostiaga y Tezanos tampoco dudaron en unirse a la marea. Aún recordamos a Marcano arengar a las masas durante una manifestación, blandiendo su paraguas, contra el partido de Ignacio Diego.

La moción de censura al alcalde de Torrelavega , el difuso Idelfonso Calderón (2014)  sustituido por la aún hoy sorprendida Lidia Ruiz Salmón, y el cambio en el Gobierno Regional (PRC+PSOE 2015) fueron su pequeña gran victoria. Desde entonces, la calma reina en Torrelavega, donde ya no hay crisis ni movilizaciones y el sol parece brillar cada día a los ojos de una casta política de tan dudoso nivel como falto de iniciativas.

Detrás de esa cortina de humo en forma de barricadas, cortes de carretera y acoso a la derecha, hoy sabemos que Ignacio Diego medió para que ENCE pudiera hacerse con el control de Sniace y que de ahí podría haber llegado el futuro y el resurgir de la empresa. Que de haber sido así a Mezquita se le habría esfumado su gallina de los huevos de oro y que 4 años más de gobierno popular no entraban en los planes del presidente de Sniace. Eso y la esperanza de no «palmar» su inversión por parte de Félix Revuelta fueron suficientes motivos para boicotear la operación de que la multinacional española ENCE no construyera una nueva fábrica en Torrelavega en vez de Navia con 400 millones de euros de inversión. Este hecho cuenta con testigos tan cualificados como el administrador concursal Ramos Fortea y el presidente de ENCE en 2013 Juan Luis Arregui.

Mezquita y su aura de mago se fueron desvaneciendo, en gran parte gracias al trabajo de nuestra sección sindical, que mantuvo siempre su posición frente a la estrategia manipuladora y mezquina del madrileño. De haber sometido a USO, Mezquita sería recordado hoy como un héroe en Torrelavega. La realidad de su nefasta gestión, puesta negro sobre blanco en estas páginas, quedó en evidencia y con ella su reputación.

El céntimo verde

O más técnicamente, así se conocieron las modificaciones al impuesto especial sobre hidrocarburos  y el posterior  recorte a las primas a la cogeneración de energía eléctrica.

El monstruoso agujero medioambiental de las subvenciones a las renovables de Zapatero dejó un hoyo económico de tales dimensiones(27.000 mil millones de euros) que amenazaba la viabilidad del propio país. La medida aplicada por el PP en plena crisis fue la de conciliar esa deuda con recortes a la generación de energía, en forma de impuestos y bajadas de las primas por la generación de electricidad con combustibles fósiles.

Lo que fue un golpe a la línea de flotación de todo el tejido industrial del país, y que se vino a llamar como el céntimo verde, fue hábilmente utilizado por Mezquita para condicionar la viabilidad de Sniace a la retirada o modificación de estas medidas. La reforma laboral de 2012 y los sindicatos hicieron el resto del trabajo.

De esta forma, el presidente de Sniace consiguió que quedaran en segundo plano ante la opinión pública los casi 200 millones de euros de deuda generada durante su gestión. En esta situación de quiebra, USO no dudó en denunciar que la situación era crítica y que envueltos en plena crisis económica, era primordial asegurar el futuro y la jubilación de los trabajadores más veteranos de la plantilla, priorizando sobre los jóvenes o eventuales. Nuestra propuesta de negociación en el Orecla el 23 de septiembre es otro de esos ejemplos de «Lo que haga USO está mal, hagamos lo contrario».

La postura (y el gran error) del resto del comité fue la de luchar por todos los puestos de trabajo, con aquel “o todos o ninguno”. Lo que pudo parecer un gesto de valentía más propio de otras décadas, no fue más que una muestra de enorme cobardía, la de tener que descubrirse e informar a los trabajadores sobre la situación real de la compañía y los más que evidentes y necesarios despidos. La cuenta de gastos de una Sniace, que vio truncada su principal fuente de ingresos con el “céntimo verde” y que fue incrementada drásticamente por los costes de la EDARI, era absolutamente insoportable, y lo sabían, o al menos era su obligación saberlo.

Las posturas en el comité eran ya demasiado heterogéneas, una supuesta lucha sin sentido adornada con barricadas se enfrentaba con el sentido común de USO, mucho menos atractivo para las portadas de la prensa y las redes sociales.

El proceso de reapertura

El concurso de acreedores de Sniace (2013-2016) fue un suma y sigue en el proceso comandado por Mezquita. Siempre el viento sopló a favor del empresario madrileño, que tuvo una vez más la habilidad de amaestrar a un comité que terminó aceptando y haciendo suyas todas las necesidades de la compañía.

Todas las gestiones, esa “lucha” incansable, dio sus frutos cuando en 2016 se levantaba el concurso de acreedores y se dio luz verde a la puesta en marcha de la fábrica, tres años después de la parada.

La lectura que se hizo entonces, a excepción una vez más de USO y algún periodista como el redactor jefe de Economia del Diario Montañes, Miguel Ángel Pérez Jorrin, tristemente fallecido y que había tomado la medida al Blas Mezquita, fue que toda esa lucha, que algunos nos empeñábamos en entorpecer y criticar, había servido para obrar un pequeño milagro. Se preguntaban por entonces “¿Qué fue de aquella supuesta inexperiencia y mal hacer del Comité?”, añadiendo que “la frase más repetida por todos ellos era ‘eso no es posible’. A lo más que llegaban era a decir ‘por ir no perdéis nada, pero ya os digo yo que no os hagáis ilusiones’.

En esa época eran continuas las insinuaciones hacia este sindicato, haciéndonos responsables de abandonar esa “lucha”, lo que daba a entender que lo conseguido, a pesar de no ser precisamente bueno, siempre era mejor que nada. Esto nos lo pudo confirmar María Jesús Cedrún, por entonces Secretaria General de UGT en Cantabria, cuando llegó a reconocernos que “mejor que abra, aunque sea por nueve meses…”. Fueron algunos más, pero María Jesús no iba tan desencaminada.

La realidad, una vez más, aparecía distorsionada. Nunca nadie se planteó si era posible o no reabrir la fábrica, ni siquiera era esa nuestra preocupación. Lo que estaba encima de la mesa era la viabilidad, el futuro de la compañía a largo plazo. Y ese futuro, sin una fuerte reestructuración, se presentaba con oscuros nubarrones. La alternativa que proponían era que USO firmara todos los acuerdos para preservar la «unidad sindical», ya que así lo exigía Mezquita.

Los representantes de UGT, más preocupados por entonces del marketing sindical que de hacer números, rechazaron inicialmente la creación de un “plan de viabilidad”, según ellos “porque eso ya sabemos lo que conlleva”. ¿La solución? Le cambiaron el nombre y se sacaron de la manga un “plan laboral”, mucho más atractivo para todos y menos lesivo al parecer para el subconsciente.

Ese «plan laboral» con contenidos extralaborales, fue rechazado por USO por ese mismo motivo. El acuerdo de la discordia («Si firma USO nosotros no firmamos» – Antonio Pérez Portilla) fue incluido posteriormente en el plan de viabilidad  y aprobado finalmente por los administradores concursales. El texto planteaba unas condiciones ampliamente inferiores a las puestas encima de la mesa por USO en septiembre de 2013 y que fue rechazado por el resto del comité porque “llevaba despidos”.

El acuerdo fue celebrado efusivamente por todos los actores en la escena. Las condiciones eran peores que las de meses atrás pero… ¿eso que importaba? El pasado es pasado, “Carpe Diem”, debieron pensar.

La estafa se consuma

Al fin Mezquita tenía en su mano un plan de viabilidad con el que pasar por el trágala del convenio de pagos a todos sus acreedores, con quitas en la deuda ordinaria del 50% con pago a 5 años, el 90% con pago inmediato o la opción “caja sorpresa” en formato capitalización de deuda (bautizada en su momento por nosotros como “las preferentes de Sniace”), que se traducía en el cobro del 100% de la deuda ordinaria a partir del año décimo cuarto de la firma del convenio, condicionado a unos beneficios mínimos de la empresa.

Ni que decir tiene que este fue motivo suficiente para que los avispados representantes de UGT, CCOO y compañía se burlaran de todo aquel que, asesorado por USO, escogió la quita del 50% “perdonando” la mitad de su deuda. Hoy en día los primeros han cobrado una pequeña (muy pequeña) parte de esa deuda, poco más de 1.500€ en el mejor de los casos; mientras, los preferentistas de Sniace tendrán que hacer una larga cola para realizar el cobro, o lo que es lo mismo, nunca recuperarán ni un céntimo de ese su dinero.

A este primer expolio se sumaron 4 ampliaciones de capital que juntas han sumado 76 millones de euros, planificadas anualmente para equilibrar un fondo de maniobra que en cada ejercicio se tornaba más y más negativo. El nivel de agua iba subiendo y el bolsillo de los accionistas parecía ya el único modo de achicar el agua de la sala de máquinas.

Sin Blas no es lo mismo

Ya sin Mezquita al mando de la compañía, al menos parte de su legado siguió presente en el ‘modus operandi’ de su actual presidente, Gema Díaz Real. Si la energía eólica, el ciclo combinado, el Bioetanol o la fibra ignífuga fueron años atrás el cebo perfecto para la pesca del pequeño inversor, en esta ocasión el señuelo llevaba forma de toallita dispersante, fibra sanitaria o ciertos sustitutos del plástico. Mercadona, Aralar, …en realidad daba igual.

El papel de “inversor” esta vez lo han ocupado unos rusos, y a última hora unos indúes. De nuevo un futuro esperanzador en forma de inversión multimillonaria se escurre entre los dedos del futuro de Sniace cuyos almacenes siguen rebosando fardos de fibra viscosa de baja calidad y sin lugar en el mercado.

Nunca sabremos si, con Mezquita al mando de la nave, los inversores habrían acudido al parqué como las moscas a la miel, al compás de los cantos de sirena de los proyectos faraónicos del ya ex presidente de la entidad. Lo cierto es que, a pesar de los esfuerzos de la nueva presidenta por lavarle la cara a la compañía, la última ampliación de capital no atrajo el suficiente capital privado, lo que supuso el primer tiro de gracia a la ya agonizante Sniace. Los accionistas de referencia, especialmente el asturiano Sabino García Vallina que «apoquinó» 14,5 millones de euros, tuvieron que salir al rescate a regañadientes por última vez.

El resumen de esta milagrosa reapertura, esa que muchos «poníamos en duda», es un nuevo agujero de 115 millones de euros, entre ampliaciones de capital y deuda generada a nuevos (o antiguos) proveedores, muchos de la comarca del Besaya, y que han sido víctimas, una vez más, de la incompetencia y la falta de control de unos políticos, empresarios y sindicatos que antepusieron sus intereses personales a los de toda una región.

El “Céntimo rojo”

Sniace anuncia su liquidación pasadas escasas 24 horas del anuncio de Cogen de la interrupción del suministro de gas a la planta de cogeneración y con el que por tanto se daba por terminado el contrato de explotación de la planta. El motivo de esta decisión es la medida propuesta por el Gobierno central (PSOE-Podemos) de reducir en un 35% la retribución a las plantas de cogeneración.

Una medida similar en 2013 fue bautizada en todos los ámbitos como el “Céntimo verde”, fueron los recortes del Partido Popular quienes acabaron con Sniace y fueron los sindicatos de clase y la clase política (de verdad) quienes lograron reabrir Sniace, o al menos esa fue la historia que quisieron vendernos.

Mañana, por el contrario, no leeremos en la prensa, ni siquiera en Twitter o Facebook, que el “Céntimo rojo” o “Los recortes de Pedro Sánchez” han liquidado Sniace y han dejado en paro a más de 400 familias. Nunca nadie asociará estos últimos acontecimientos a las siglas PSOE del mismo modo que lo hubieran hecho de haberse tratado del PP.

Estamos seguros de que no tendremos más comentarios hablando de “PPeros”, fachas o similar. Y Tampoco oiremos nada parecido a “esto nos pasa por un gobierno progre” (póngale usted lector la conocida musiquilla) en las (suponemos) futuras manifestaciones.

Los plenos en el Ayuntamiento de Torrelavega transcurrirán sin incidencias, donde ni por asomo se acosará a ningún político y a pesar de que “Portilla y Revilla” invitan a hacer rimas facilonas como antaño, siempre será más fácil escurrir el bulto, agachar la cabeza y asumir que en esta ocasión, la empresa no la ha cerrado nadie, cuando en realidad, nadie hizo nada por asegurar su futuro.

Desde esta Sección Sindical queremos desear la mejor suerte para toda la plantilla de Sniace.

Esta liquidación abre la puerta a nuevas vías, y quizá el futuro de la «fabricona» sea hoy más factible que ayer sin el lastre y la leyenda negra que lleva consigo el acrónimo SNIACE, donde comenzó siendo el refugio dorado de militares franquistas para acabar siéndolo de afines al régimen de socialistas y comunistas. Sólo esperamos que este desenlace no llegue demasiado tarde y que en esta ocasión, la clase política esté a la altura y apueste, esta vez sí, de forma unánime por el proceso productivo de la celulosa y fibra de Torrelavega y por la economía de toda la comarca.