Los 400 afectados por estafas en Unicaja reclaman lo que se les ha robado
Unicaja ha rechazado cualquier responsabilidad en esas estafas, a pesar de que se cometieron utilizando números telefónicos identificados con los de la propia entidad.


Santander- 30.09.2022
Son más de 400 los cántabros estafados en Unicaja por acciones de ciberdelincuentes perfectamente planificadas en el proceso de integración de Liberbank en la entidad financiera andaluza.
Desde hace tiempo, las fuerzas de seguridad han detectado un importante aumento de denuncias por estafas a clientes de Unicaja cometidas por ciberdelincuentes que, desde hace semanas, llevan a cabo un ataque masivo que despliegan en tres fases para engañar a sus víctimas. Fraudes en los que se combinan nuevas tecnologías e ingeniería social y en los que obtienen importantes cantidades de dinero. Una ofensiva delictiva que parece cebarse con las personas con menos habilidades digitales, pero que también alcanza a quienes tienen mayores conocimientos en ese campo.
Según se sabe y han declarado muchos de los estafados, los ciberdelincuentes actúan en un ataque triple combinado que incluye mensajes SMS a los clientes, ‘phishing’ e incluso llamadas telefónicas haciéndose pasar por empleados del banco. La estafa es recurrente y se inicia con el envío masivo de mensajes a clientes en los que se avisa de un problema con alguna de sus cuentas o tarjetas. El texto aporta una “aparente y fácil solución”: pulsar un enlace que se adjunta para resolver el supuesto problema. Este redirige hasta una página que simula ser la del banco con el que se trabaja, pero que es una imitación fraudulenta. En ella se solicitan las claves 'online', pero les faltan datos para poder tomar el control de las cuentas. Para obtenerlos, contactan telefónicamente con la posible víctima y se hacen pasar por gestores de nuestra entidad, quienes amablemente nos ayudarán a solucionar el ‘problema’. “Parecerá real, pero no lo es. Lo único que pretenden es que les facilitemos las firmas digitales que nos llegan al móvil y que necesitan para consumar la estafa”, se alertaba recientemente desde varias comisarías en una información de servicio.
En Cantabria, el presidente Miguel Ángel Revilla, se ha comprometido (también lo ha hecho Javier Ceruti, por el Ayuntamiento de Santander) a mediar con la dirección de Unicaja en defensa de los afectados por estafas cometidas utilizando números telefónicos y canales de SMS idénticos a los de esa entidad bancaria, que han proliferado desde el pasado mes de junio, cuando tuvo lugar la fusión con Liberbank y se produjo una brecha en los sistemas de seguridad del banco durante el proceso de integración tecnológica. Hay que tener en cuenta que en nuestra comunidad son muchos los clientes que al haberlo sido de Liberbank han pasado hace algunos meses a Unicaja.
El presidente regional ha asumido este compromiso durante una reunión celebrada este viernes en la sede del Gobierno, a la que ha acudido una representación de los más de 400 afectados detectados en Cantabria, que han cuantificado en alrededor de 3 millones de euros el total del dinero robado, mediante transferencias y pagos de bizum realizados desde sus cuentas bancarias sin su consentimiento.
Según han explicado, Unicaja ha rechazado cualquier responsabilidad en esas estafas, a pesar de que se cometieron utilizando números telefónicos identificados con los de la propia entidad, y a diferencia de lo que han hecho otros bancos en los que se han registrado casos similares y que sí han restituido las cantidades robadas a sus clientes.
Por ello y en un intento de lograr una solución sin necesidad de acudir a la vía judicial, han solicitado la mediación de Revilla para tratar de que la entidad bancaria “asuma” su responsabilidad en el fallo de seguridad que a su juicio ha hecho posible la proliferación de este tipo de delito.
En este sentido, han señalado las víctimas de este tipo de robo en otros bancos son “esporádicas”, pero en el caso de Unicaja rondan las 8.000 en toda España y creen que en Cantabria pueden superar las 400, como consecuencia de los problemas de seguridad que se produjeron en el momento de la fusión.