Los necios que florecen como setas
Baltasar Gracían ya dejó escrito en qué consiste ser tonto. O necio, que lo mismo da que da lo mismo. En su aforismo 201: “Tontos son todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parece


NECIOS
Con esto de la trágica pandemia que estamos padeciendo florecen necios por doquier. Crecen como setas. Nunca pensé que podía haber tantos y tan variados. La cosa merece un estudio, no te creas. Pero vamos, que no es nada nuevo, solo que cuando más se dejan ver los necios es cuando peor están las cosas: “No seas necio, no salgas de casa si no es necesario, el país está en alarma sanitaria. Y a donde vayas, siempre que esté permitido, sé prudente”.
Pero el necio con el fin de llevar acabo sus fines no escucha las recomendaciones dadas (lleva la mascarilla puesta (en la boca, claro, no en el codo), no vayas de botellón con los colegas, evita en lo posible las aglomeraciones ...); y ya no es que se fastidie él, sino que puede fastidiar a otros. Es como el que haciendo el Fangio circula a 200 kms/hora, pero se mata él solo. Bueno, qué se le va a hacer, él se lo buscó, pensará alguien. Claro que si se mata él y de rebote mata a otros entonces la cosa cambia. Es decir, se mató por ser necio y su necedad mató a otros inocentes.
Baltasar Gracían, (Belmonte, 1601–Tarazona, 1658), ya dejó escrito en qué consiste ser tonto. O necio, que lo mismo da que da lo mismo. En su aforismo 201 (1) “Tontos son todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen”, pone el dedo en la llaga y desenmascara a todos esos necios cuya miopía mental les convierte, sin pretender criminalizarles, en seres muy, pero que muy peligrosos. Y cito: “La necedad se ha apoderado del mundo. Si queda algo de sabiduría, comparada con la celestial sólo es tontería.
El mayor necio es el que no se considera necio pero juzga a todos los demás. Para ser sabio no basta parecerlo ni creer serlo: sabe quien piensa que no sabe; no ve quien no ve que los otros ven. Aunque todo el mundo está lleno de necios, no hay quien crea serlo, ni siquiera que lo sospeche.”
Total, que la cosa no va de ser perfecto, sino de no ser necio. Y, así, seguro que nos irá mejor a todos.
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Nota
(1). GRACIÁN, BALTASAR: El arte de la prudencia: Oráculo manual. Edición de José Ignacio Díez Fernández. Círculo de Lectores, S.A. Barcelona, 1998.