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Pepe Mantecón, el humor irrepetible de Frypsia

Tiene un noble historial en la hostelería de Santander desde que fue botones o ayudante evolucionando a propietario de Frypsia tras Horacio Alonso.

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Pepe Mantecón, el humor irrepetible de Frypsia
18-08-2020


Se decía “Pepe” y bastaba. Pepe el de “Frypsia” con la “y” griega, en el Paseo de Pereda. 

José Mantecón Gómez de Barreda, del pueblo de Vargas (Puente viesgo). Hijo de Fernanda, de 93 años, del mismo pueblo que su padre, Manuel, tratante de vacas. Hermano de Nino, del finado Felipe y de Jesús, Pepe se fue a Villacarriedo con su abuela paterna Beatriz y fue a párvulos con Dña. Matilde pasando después por los Escolapios.

Pepe tiene un noble historial en la hostelería de Santander desde que fue botones o ayudante evolucionando a propietario de Frypsia tras Horacio Alonso. Desde 1983 hasta el año 2015 en que se llenó el “Chiqui” (117 personas) y le rendimos homenaje proveedores y clientes. Como éramos amigos desde hacía tiempo, me cupo entonces la satisfacción de hacer la presentación del inolvidable acto.

Pero antes había mucho rodaje, la verdad. En el primer negocio ya estuvo en la calle Vargas -los cuatro hermanos-, y diez años pasó en el Lisboa del Sardinero de José María Fernández Sánchez y Valeriano Díaz Díez (“como de familia”) y también de encargado en “Ibio”, de “Turitrans” en la calle Federico Vial. Bien intenso aprendizaje.

Cuando yo intensifico mi relación amistosa con Pepe Mantecón, a quien conocía de la vecindad de General Dávila, ya era algo crecida Bety, su hija con la enfermera Mary Carmen Jiménez, a quien apenas traté. Pero de vecinos pasamos pronto a amigos.

Tras esa primera época de viudo, Pepe tuvo la suerte de conocer a María Rosa Gandarillas, buena profesional de “Tecnisa-Campos”, con quien tiene a su segundo hijo, José, actualmente al frente de la escuela de surf “Totora” en Suances.

Pero el ambiente familiar no le ha impedido nunca a Pepe disfrutar y mantener sus amigos. Incluso empezando por la ampliación a su consuegro, el fallecido Teófilo Quesada, leonés, responsable en Hacienda y su mujer, funcionaria, la encantadora Rosa Ibaseta. (Muy buenos momentos hemos pasado en su preciosa casa de Villasevil de Toranzo). 

Pero ya era Pepe miembro directivo de la Asociación de Hostelería con el pintor Indalecio Sobrino cuando teníamos la pujante tertulia de Frypsia. Hubo una tertulia política, pero no hablo de esa. Ahí era Pío Muriedas el excepcional, de quien guarda Mantecón un cuadro hecho por Pedro Sobrado. Estaba Pío con todos y con nadie, consigo mismo, con una minoría a lo sumo entre la que sin duda me encontré siempre con el recitador antes de ir a trabajar a Nuclenor en donde también solía pasar a visitarme.

Hablo de otra tertulia entrañable con miembros como Mariano Pérez y Pilar Fuentes, con Pablo Ayala y Elvira, con Merche Viota y Roberto, José y Mila, Manolo Lisaso, Mariola y Dámaso López de Atalaya, Juan Manuel Barrigón y el asturiano Alfonso González y Carmen o la difunta y animosa Teresa Trueba.

Pepe y Frypsia eran el alma de aquellos irrepetibles encuentros semanales. Hay que connotar que la tertulia también se animó a veces con los primos mexicanos de Pepe, con Pilar (que cada año solía llegar puntualmente desde Veracruz) y en algunas ocasiones con Manolo, su hermano, o con amigos de siempre como Ramón Fernández y Mónica o alguno de sus cinco hijos.

Pepe, el chico de Vargas, que nos daba fresas y acogía con humor e ironías, con afecto y con un irrepetible estilo que ya no tiene nadie. Bien lo sabe Miguel Prellezo, que trabajó para él. Y sin entrar en los datos de algunas noches en que escapábamos al “Botavara” de Manolo en la calle Panamá. Eso, irrepetible, ya digo, y aquí prudentemente lo dejo.