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Santander en fiestas. Infracciones y daños colaterales. Pilar de la Hera

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03-08-2014

Cuando uno entra en el parque de mesones, puede leer en los carteles colocados por el Ayuntamiento de Santander  “cuida tu parque, respeta las zonas verdes”. El problema aparece cuando es el propio Ayuntamiento quien  lo incumple. La  Ley de Cantabria 2/2001, de 25 de junio, de Ordenación Territorial y Régimen Urbanístico del Suelo de Cantabria establece que los Ayuntamientos  asumirán como objetivo prioritario la protección del medio ambiente. Y la defensa de todo aquello que rompa la armonía del paisaje natural, rural o urbano, o desfigure la perspectiva propia del mismo.
También las leyes medioambientales y la agenda 21 local que el Ayuntamiento tiene colgada en su página, obliga a dar una especial relevancia a las zonas verdes urbanas como lugares de importancia para la biodiversidad, realizando una gestión basada en criterios ambientales. El problema aparece cuando es el propio Ayuntamiento quien incumple la agenda 21.
El Sardinero, es el enclave turístico de Santander por excelencia. Por ello, goza de especial protección mediante el Plan especial de protección del conjunto histórico artístico,  aprobado en 1996. Plan, que el Ayuntamiento se salta a la torera.
Cada año, Desde principios de julio hasta mediados de septiembre, es decir dos meses y medio, en plena temporada alta turística, el Sardinero es tomado y arrasado por unas decisiones políticas más propias de gentes sin cultura, que de personas ilustradas.
 Para ello, se pulverizan sin recato varias leyes. Un espacio de riqueza turística sin igual,  singular y excelente como es el Sardinero, se convierte en un lugar barriobajero, ruidoso, y sucio: en un basurero populista. Hay que partir de la base de que el Sardinero y la Bahia son motores económicos de la ciudad y patrimonio de todos.Nuestro Ayuntamiento olvida sus compromisos y obligación constitucional  de cumplir la ley y de promover la riqueza turística. Es evidente que alguien que pise el Sardinero estos días con un poco de buen gusto o sensibilidad,  difícil es que vuelva. Es la apuesta por un tipo de modelo turístico claramente ramplón y  de porte zafio, que diría un amigo mío. En una palabra se malgastan nuestros recursos. Los de todos, no solo los de los vecinos del Sardinero.De hecho, apuesto a que es la única ciudad de España que en su zona monumental, coloca barracones, chamizos, tiendas de campaña morunas e instalaciones de escasa calidad, arrasando su mejor zona y convirtiendo lo que es caviar turístico en sardinas podridas. El Sardinero, en concreto  y Santander en fiestas, en general,  torna en un espacio maloliente y degradado. El problema es que, en lo que afecta al Sardinero, no dura la semana de fiestas que sería un tiempo razonable, sino dos meses y medio. Por ello, es  expresión de la política turística del ayuntamiento de Santander.
Lo que es una zona maravillosa y privilegiada se convierte en un lugar deleznable. Se ve que desde el Ayuntamiento no se considera a los ciudadanos lo suficientemente refinados como para paladear el sardinero. Por eso, convierten la ciudad en una pocilga maloliente llena de basura por doquier. Un despropósito. Esto al menos,  demuestran sus acciones ante la impotencia de miles de santanderinos. Primera infracción, En un radio de doscientos metros se sitúan,  las ferias sobre un aparcamiento de uso  público inutilizándolo. A continuación la feria de las naciones.; Segunda infracción, un circo en un parque público.; Tercera infracción, unos niveles de ruido constante absolutamente intolerables.; Cuarta infracción, unas casetas que incumplen la normativa de sanidad alimentaria exponiendo a los ciudadanos a una intoxicación masiva.; Quinta infracción, unas haimas en las traseras del estadio destinadas a la venta de chorizos y bebidas sobre un aparcamiento y otras, de mercachifles en los aledaños del estadio,  los jardines de Piquío y avenida de los infantes.
Como consecuencia de ello, el Ayuntamiento provoca una serie de daños en miles de ciudadanos que pagan sus impuestos y cumplen la ley. Primer daño, impide a las personas mayores, enfermas y estudiantes que puedan dormir, estudiar y descansar normalmente durante dos meses y medio debido a los niveles insoportables de ruido; Segundo daño, impide a las personas que viven en barrios del extrarradio  y  quieren disfrutar de la playa poder aparcar, ya que suprime la mayoría de aparcamientos de la segunda playa, pudiendo disfrutar de ella solo los que tienen la suerte de vivir en el Sardinero.; Tercer daño, apostando por el turismo de baja calidad, se impide a los santanderinos obtener un desarrollo económico adecuado al bien que poseen, renunciando al buen turismo; Cuarto daño, impide a los ciudadanos confiar en la Constitución y en los representantes públicos,  pues constatan que las Administraciones no están sometidas al cumplimiento de la ley; Quinto daño, impide a los santanderinos aspirar a la excelencia, ya que este modelo de turismo los crispa y  enfrenta, aumentando el grado de insatisfacción ciudadana, debido a la degradación que sufre el medioambiente y el paisaje durante el verano.
Mientras tanto, la semana pasada, en clara demostración de la autentica faz municipal, una ciudadana argentina de paso por Cantabria  fue multada y  se le confiscó un pequeño piano, por hacer música en la plaza Porticada. Le había sido negada la autorización para tocar unas horas en dicha plaza y sacar unos euros. Ha tenido que pagar una multa a quien incumple la ley,  para recuperar su piano. Se ha ido camino de Italia, llorando lágrimas simbólicas. Pensó que venía a conocer el imperio. Lo que ha conocido es a los bárbaros adueñados de los restos de la civilización y ha visto al pueblo, inconsciente y anestesiado por el embrutecimiento  del espectáculo.