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Son zombis y no lo saben

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Son zombis y no lo saben
27-04-2025

Ha sido entrar en el siglo XXI y comenzar a ponerse en cuestión toda una pléyade de organizaciones supranacionales que hasta ahora habían permanecido levitando acríticamente a pesar de su ignota representatividad, aumentando a cada paso el gasto, la burocracia y la incompetencia, con formas de actuar más en función de los grupos de presión que en los intereses del común, en donde la Agenda 2030 puede ser el más evidente ejemplo de como un grupo reducido de personas pretende imponer un trágala a todo el «mundo democrático», lo que explica en buena medida su amplio rechazo.

 
Hace ya dieciséis años, septiembre 2009, publiqué una artículo titulado «Hay que cerrar Naciones Unidas» en donde exponía que una organización ajena a los comportamientos democráticos no podía arrogarse la representatividad de los países, caso que también se produce en la Organización Mundial del Comercio, la Organización Mundial de la Salud, creada en 1948 o la más reciente, 1975, Organización Mundial del Turismo. Todas ellas hijas del siglo XX pero que avanzado ya un cuarto del XXI dan muestras de agotamiento, evidenciando comportamientos, métodos, que han declinado para las circunstancias que estos tiempos están necesitando.
 
También hay otras organizaciones que aún habiendo sido creadas por países democráticos (Turquía, ejem …) como es el caso de la Unión Europea y la NATO, su conducta y la aparición de liderazgos extravagantes como consecuencia de gente que no considera atendidas sus demandas por pintorescas que sean, inician procesos que acaban eligiendo al «conducator» que acaba haciéndose con el poder y cambia alianzas o acuerdos preestablecidos convirtiendo organizaciones que hasta hace muy poco parecían graníticas en entes que cuestionan su propia existencia.
 
Han sido suficientes las incertidumbres provocadas por Trump para que la Unión Europea evidencie sus grietas y la debilidad de sus equilibrios interiores, no solo por Orban y el eslovaco Tico, tampoco las amistades indeseables de Sánchez con la dictadura comunista china facilitan la unidad de acción política ante los desafíos que los «cabezas de huevo» USA han planteado frente a una de las razones de existencia de la propia Unión, un mercado único que aún se encuentra inconclusa, situación que no puede sorprender cuando constatamos en España como la realidad nos muestra diecisiete mercados interiores.
 
Evidentemente la Unión Europea no está fallecida, aún, pero lo cierto es que el más ilusionante proyecto político de la contemporaneidad, tributario de Monet y Schuman, construido inicialmente sobre principios de libertad y apertura no es ahora lo que se pretendía, han sido décadas de gasto, deuda, burocracia e intervencionismo, ello pastoreado por infecundos como Merkel o Von Der Leyen ha acabado con la UE dependiendo energéticamente en buena medida del gas ruso, la defensa de la NATO y solo falta ahora que se acabe dependiendo comercialmente de China. Son demasiados años dejándose llevar.
 
Tiene el mundo civilizado, occidental, democrático que nos encontramos ante una época que requiere adaptación a los cambios en el sistema de relaciones internacionales, tanto la nueva globalización como la aparición de nuevas tendencias, cuidando los desafíos de la ciberseguridad o el ciberterrorismo, que además de los costes materiales que suponen son una provocación constante a la legitimidad de la democracia representativa y a la capacidad de respuesta con la que se desenvuelve.
 
A pesar de la situación no parece que estas Instituciones den muestras de querer regenerarse dando soluciones, resolviendo problemas, gestionando con diligencia y eliminando la podredumbre instalada en los meandros de sus organizaciones.
 
De todas formas, a pesar de los apercibimientos, no se acometen las reformas radicales imprescindibles, seguirán así, contumaces, hasta su irrelevancia primero y mas pronto que tarde, su desaparición.