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CÉNTIMO A CÉNTIMO... AL FINAL, LA RUINA.

Por Rafael Perez Tezanos

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Ni por un momento dudaré en defender el ya antiguo lema que dice que ‘quien contamina, paga’. Ni por un momento, porque estoy convencido de que o respetamos, mejoramos y evitamos el deterioro ambiental o una lenta pero segura agonía acabará llegando.

Pero sería injusto descargar de repente, y en exclusiva, toda la responsabilidad de ese deterioro o su mejora en las empresas, o dicho de otra manera, en las cadenas productivas. Es cierto e indiscutible que toda actividad industrial conlleva un perjuicio ambiental y por esta causa son diana permanente y punto de mira culpable cada vez que el tema aflora. Por supuesto que lo comparto, pero siempre en la medida justa, porque con una pequeña dosis de sentido común deberemos aceptar que todos somos cómplices de ese deterioro ambiental del que hablamos.

Incluso, pensémoslo por un momento, a nivel individual y de forma proporcional, tal vez o sin tal vez, estemos por encima de muchas empresas en el grado de contaminación. Por si alguien no me entiende, todos contaminamos desde el mismo momento en que, por la mañana, apretamos el interruptor de la luz, encendemos la caldera, ponemos en marcha la ‘vitro’ o el gas o mandamos por las cañerías diversos productos químicos de limpieza y de aseo, además de prolongar la placentera ducha o, peor aún, el baño, con el derroche de agua que conlleva. También cuando ponemos en marcha el coche y un largo etc. del que todos, creo, somos en alguna medida conscientes. No vale aquí que la fuerza de la costumbre nos oculte la realidad.  

Siendo así y en ese espíritu de mejora en el que todos coincidimos, el paso siguiente bien podría ser analizar y encontrar vías de solución conjunta del problema. Buscar las mejores, las asumibles y, si es posible, que no siempre lo es, las definitivas.

Y me pregunto qué hacemos a nivel personal para colaborar en esa línea. ¿Nos aseamos con agua fría? ¿Tomamos el café frío? ¿Andamos a oscuras? ¿Aparcamos el coche y utilizamos otros medios colectivos? ¿Tiramos lo justo a la basura? Que cada cual se conteste a sí mismo.

Hecha la reflexión, centrémonos en los “otros” contaminadores: las cadenas productivas (evito decir empresas o industrias). Cadenas productivas de las que, además del empresario, vivimos muchos de los que apretamos el interruptor, calentamos la ‘vitro’ y arrancamos el coche. ¿Cierto? Pues va a ser que sí.

Luego están los que utilizan el producto de esa “cadena productiva”, que otra vez somos casi todos. Es más, los mismos que “exigen” cada día la mejora y la perfección de esos productos, sin atender la vía para conseguir esa mejora. No voy a citar ejemplos, porque entiendo que a poco que nos paremos damos con ellos con facilidad. Bueno... alguno sí para mayor entendimiento: ‘vitros’ de inducción, mayores cilindradas en los vehículos y el colmo de la autoestima, sofisticados tratamientos para que nuestro pelo se alise, brille, se desenrede o cambie de color...

Por eso, a la hora de culpabilizar debemos ser más objetivos. A la hora de poner soluciones, más colaboradores e incluso, más sensatos, porque a unos, por la vía de leyes y normativas (y ojo que las comparto), se les han exigido cambios, mejoras e inversiones a veces un tanto asfixiantes. Aún así, se han hecho o se están haciendo. Esto es cierto. Que no se ha hecho todo, también. Pero no se corrige una situación de años y años de la noche a la mañana. Tiempo al tiempo.

Diré incluso que el mayor nivel de concienciación se ha producido en esas “cadenas productivas”. También digo que a veces aplicándoles el sí... o sí.

Por eso no puedo compartir otro nuevo impuesto: el llamado “céntimo verde”. De entrada, porque ya vale de “céntimos” que en realidad son “duros”. “Duros” en los dos sentidos; es decir, duros de asumir y caros de pagar.

El “céntimo” sobre los combustibles nos ha traído más pena que gloria. Esto ya está constatado y reconocido. Y ahora, sin aprender del fracaso, nos imponen uno nuevo que gravará:

Impuesto sobre los residuos radiactivos. 2.190 / Kg material pesado
Impuesto sobre el almacenamiento de residuos radiactivos.
Canon a la energía de la generación hidroeléctrica.
Céntimo verde para el gas natural.  0,0279 €/m3
Céntimo verde para la generación eléctrica con carbón. 14,97 € /tn
Céntimo verde para la generación eléctrica con fuel oil y gasóleo. 12 €/tn fueloil y 29,15 €/ 1.000 lt gasoleo.
Impuesto a la venta de electricidad. 6%
Estas medidas afectan principalmente a las siguientes cadenas productivas:
Papeleras
Siderurgias y Fundición
Azulejeras
Textil

Y alguna más. En realidad, afecta a todos y en el peor momento.

Por eso defiendo que la solución final no puede ser el mero hecho de pagar por contaminar. Tiene que ser evitar la vía contaminante. Y si no se puede, entonces todos debemos ser partícipes del coste de nuestra forma de vivir. No unos pocos que como consecuencia pueden verse afectados por cierres. Porque además, si aquí cerramos en otro sitio abren y, al final, el producto sigue en el mercado. El problema es global y aquí o allá la contaminación acabará afectándonos.

Saquemos conclusiones, utilicemos el cilicio en nuestras carnes en una justa medida y, sin perder de vista el objetivo y sin pretender ser los mejores, apliquemos un “céntimo” de sensatez, que es más barato, perjudica menos y tal vez obligue a que en “otros” sitios, muy productivos y muy lejanos, pero muy cerca comercialmente hablando, también se pongan manos a la obra.

Rafael Pérez Tezanos.
Diputado y portavoz  de Industria y Medio Ambiente del PRC.

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