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APOYEMOS TODOS EL ESFUERZO DIRIGIDO A UN CURSO ESCOLAR POSITIVO

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La educación es importante, diríamos que vital para el avance de los pueblos y evitar de esta manera su aletargamiento y depresión. La enseñanza es, además, una apuesta firme por las nuevas generaciones llamadas a sustituirnos. Por eso, recordamos que hace seis meses, las escuelas cerraron a las primeras de cambio y que pocos, muy pocos quizás, se acordaron de que había que volver a las aulas. 

Pasado el verano, superada la primera ola de la pandemia allá por el mes de junio, nuestros escolares y jóvenes han regresado a las aulas no solo para progresar en sus conocimientos, sino también para hacerse fuertes y defenderse del virus que nos tiene un poco o un mucho trastornados.

La Consejería de Educación de Cantabria ha hecho lo que tenía que hacer, es decir, preparar con tiempo el inicio del curso a sabiendas que había muchas cosas que dependerían del nivel de la pandemia. En este objetivo de intentar volver a la normalidad, nos parece que algunos colectivos se han impuesto  como misión  crear en estos momentos un clima enrarecido tanto con la Consejería de Educación y, en concreto, con su titular, como dando a entender que crece el descontento en amplios sectores y estamentos.

Creo, creemos, que es  necesario asumir ciertas dosis de exigencia pero también de comprensión con la situación en la que nos encontramos. El esfuerzo que está realizando ahora mismo Cantabria es importante para que todos lo tengamos en cuenta, conscientes del apoyo tanto a la educación pública como a la concertada, sobre todo con más profesores, que es una de las claves más importantes del sistema.

La crítica siempre es positiva porque trata de que las cosas se hagan lo mejor posible y por ello es bueno escuchar opiniones que puede que no gusten a niveles oficiales pero que son necesarias cuando se basan en la cooperación y en la buena voluntad.

La información del día nos dice que se han cerrado más aulas de Primaria por aparecer positivos. La pregunta es lógica: si apenas llevamos una semana de curso, los positivos que aparecen en los centros son llevados más del entorno inmediato al domicilio, que del centro. Esta es una conclusión lógica si sabemos, parece, el cómo y cuando aparecen los primeros síntomas del coronavirus.

Tenemos que ser prácticos en la idea de que no podemos reelegar la educación. Hoy por hoy, salvar la enseñanza es la única garantía de progreso individual y colectivo. No podemos permitir que con motivo de esta pandemia se consideren las escuelas como aparcaderos de niños, aunque reconozcamos que de alguna manera hay que reconocer y garantizar la conciliación. Pero es lógico que a nuestro alrededor veamos cierta sensación de caos, difícil de explicar.  Como si el virus tuviera un comportamiento distinto por cursos y nacionalidades y diecisiete modelos para encararlo.

Concluyendo, es necesario ver las cosas a más distancia en el tiempo. Ver si este curso puede salir adelante como pretende la Consejería de Educación. Nos jugamos mucho, tanto como no dejar a nadie atrás y que cuando terminen todos sus estudios en las aulas lo hagan con aptitudes profesionales que les permitan su integración plena en el mundo profesional del trabajo.

Tenemos que lograr entre todos que la escuela siga cumpliendo una función enriquecedora en lo personal tan decisiva como la formativa. El modelo educativo es la principal palanca para combatir desigualdades y una ventana de oportunidades. Pensemos en ello y no tiremos por la borda un curso que, sabemos todos, es difícil y complicado.  

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