Diario Digital controlado por OJD

Endometriosis: De benigna, nada. (Primera Parte)

La enfermedad espeluznantemente dolorosa, aunque no suele matar, hace que una se quiera morir. La Endometriosis no permite que una mujer conciba. La Endometriosis revive cuando una cree que ha muerto.

Enviar a un amigo
Endometriosis: De benigna, nada. (Primera Parte)
09-03-2023

 

 

Dar testimonio de una experiencia con la Endometriosis cuesta mucho a cualquier mujer con un mínimo sentido del pudor. Si el mundo tuviera suficientes médicos capacitados para combatirla, no compartiría mi historia en un periódico. Pero entre los mejores médicos del mundo hay poquísimos especialistas en Endometriosis, y en Endometriosis Profunda, menos. Por eso sumo mi voz a éste marzo, mes en que todo el mundo, literalmente, intenta visibilizar a un demonio, una enfermedad espantosamente dolorosa que afecta a una de cada diez mujeres.

Mi primera regla llegó cuando yo era tan chiquita, que todavía jugaba con muñecas. Ni mi mamá ni mi hermana mayor tenían reglas dolorosas. Las mías dolieron desde que empezaron, y aunque mi familia era dueña de una farmacia, me tomó varios años enterarme de que si tomaba dos Ponstan* (Naproxeno Sódico), por la mañana y dos Ponstan por la tarde, podía pasar esos días sin dolor. ¿Cuántos años le tomará a una chiquita que no tenga una botica a su disposición?

La primera vez que tuve un dolor de Endometriosis, un millón de veces más fuerte que los cólicos menstruales, no estaba con la regla. No lloré ni grité, tenía veintipocos años y esa noche aprendí que el peor dolor físico no se grita porque una no tiene fuerzas para hacerlo. Acababa de regresar de una fiesta y no pude dormir, doblada en dos, sin entender qué sucedía. El vientre, por dentro, por delante, por detrás, la cintura, la pierna derecha, alguien me dijo una vez que ese dolor es parecido al de los cólicos renales. Entonces mis papás organizaron un tour a los consultorios médicos. Un gastroenterólogo eminente ordenó que me hicieran un montón de pruebas horribles y un montón de plata después, dictaminó, Colon irritable”. Mentira. Nunca he tenido problemas estomacales ni intestinales. Como una ecografía de mi vientre decía que tenía quistes en los ovarios, fuimos donde el ginecólogo más reconocido, no tienes eso, hijita, me dijo, cariñosísimo y educadísimo, pero equivocado. Durante los años siguientes, de vez en cuando la mano de satán sujetó mis entrañas y hundió sus uñas afiladas en el centro de mí. El dolor me atacaba sin aviso, en cualquier momento, y teníamos las ampollas en el refrigerador de mi casa. Mi papá salía disparado de donde estuviera, trayendo a la técnica en enfermería para que me inyectara. Lo recuerdo sentado a mi lado, dándome su mano grande, cuadrada y áspera, con olor a perfume y a cigarro, llorando. Como yo no podía llorar, mi papá lloraba por mí. 

Cuando me casé, me instalé en Lima. Los dolores empeoraron en intensidad y frecuencia. Las manos de satán se multiplicaron y me apretaban por delante, por detrás, por dentro, por fuera. Y entonces tuve un hospital enterito (venía con el marido) a mi disposición. Desfilé sin calzones frente a todos los ginecólogos de ese lugar, muerta de vergüenza y de dolor, harta de aparatos hurgando dentro de mí, hasta que por fin, los mediocres aceptaron que quien debía verme era el médico al que muy pocos querían, Dante, el que iba camino a ser una celebridad (y ellos no) y finalmente estuve en manos competentes. Dante leyó mi expediente y las garras satánicas tuvieron nombre: Endometriosis (el nombre es complicado pero su significado no, quiere decir: te jodiste). La enfermedad espeluznantemente dolorosa, aunque no suele matar, hace que una se quiera morir. La Endometriosis no permite que una mujer conciba. La Endometriosis revive cuando una cree que ha muerto. 

Durante los años que estuve casada, mi Endometriosis fue más o menos así: tratamientos, operaciones, exámenes médicos. Entre ellos, inseminaciones, fertilizaciones. Fracasos, pérdidas y llanto. Pero el dolor se fue. Carolina y Felipe, los bebés que soñé, se fueron mil veces por el desagüe,  pero yo dejé de sentir dolor y eso, en la Endometriosis, es vencer.

 

Úrsula Álvarez Gutiérrez

Santander, marzo del 2023

www.amoramares.works

Imagen: Blog Mitos y verdades sobre la endometriosis.

Artículo anterior: https://www.cantabria24horas.com/noticias/endomarch-para-visibilizar-la-endometriosis/92536

 

#Endomarch #Endometriosis #Marzomesdelaendometriosis #EndometriosisProfunda #unadediezmujeres