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CORCOPAR y la labor (no publicada) de José Luis Gil

Por JOSÉ RAMÓN SAIZ

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HACE UNOS DÍAS se entregó el título de Mujer Relevante de Torrelavega 2011 a Eva Fernández, vicepresidenta de la Coordinadora contra el Paro (CORCOPAR) una iniciativa solidaria que allá por los años ochenta -de gran impulso social en la ciudad del Besaya- llevó adelante un dinámico y comprometido sacerdote como Miguel Ángel Fernández. Las mujeres regionalistas de Torrelavega -agrupadas en la asociación Leonor de la Vega-  han demostrado sensibilidad en la concesión de este título, como también demostraron el mismo acierto con la entrega del título 2010 a la farmacéutica Amparo Fernández-Abascal Teira, viuda del doctor Julio Ruiz de Salazar Irastorza, ex-alcalde de la ciudad en los meses de la transición a la democracia.

En el acto -como corresponde a las buenas formas- se reconoció el "aprecio y admiración" por la homenajeada en todos los discursos: los de López Marcano, el ex-presidente Revilla, la primera teniente de alcalde, María Luisa Peón y el actual Jefe del Ejecutivo cántabro, Ignacio Diego, quien aseguró en su intervención que Eva Fernández es un "referente de ilusión y esperanza" para la sociedad cántabra, especialmente en estos momentos de dificultad económica, evocando en estas circustancias los valores que ejerció otra ilustre mujer como fue la fundadora de la Villa, Leonor de la Vega. Al tiempo, el Presidente valoró la trayectoria de Corcopar, organización a la que la homenajeada permanece vinculada desde su fundación en 1984. Ignacio Diego también dedicó unas palabras a su principal promotor y responsable, el sacerdote Miguel Ángel Fernández, a quien consideró igualmente un ejemplo de los valores de sacrificio y trabajo que históricamente han definido a Torrelavega. Una asociación -CORCOPAR- que hay que decir que mantiene en la actualidad una plantilla de 220 personas, la mayoría de ellas mujeres.

Hasta aquí todo perfecto y nada que objetar. Ahora bien, en todo acto institucional uno de los objetivos a tener en cuenta se centra en lo que podemos llamar memoria histórica, que representa recordar hechos y nombres en la andadura de una institución, entidad o, como en este caso, de una organizacón de gran calado solidario. Apelando a ese valor de memoria histórica, hay que señalar que Corcopar es el resultado eficiente de la entrega de biografías como la del sacerdote Miguel Ángel Fernández, con el apoyo de otras personas como es el caso de Eva Fernández. Pero en un acto como el comentado para que a todos los efectos salga redondo, no se puede olvidar el nombre de la persona que en los momentos fundacionales y en situaciones críticas, siempre apostó por Corcopar, como representa el caso del torrelaveguense José Luis Gil Díaz, que en el ejercicio de sus cargos y responsabilidades, respaldó con hechos -aun a pesar de ciertas críticas- a Corporcar, sus directivos y su personal.

Su llegada a la dirección general de Medio Ambiente en 1984 -es decir, coincidiendo con el nacimieno de Corcopar- y su posterior labor como consejero, le permitieron respaldar a esta organizacón que, de esta manera, encontró su hueco en labores medioambientales. No me cabe la menor duda -y esta es la razón de este artículo- que Corcopar logró su asentamiento gracias a dos factores complementarios: el trabajo interno de sus responsables y el apoyo externo de la persona que con sensibilidad social apostó tanto por su existencia como organización social y solidaria como por su crecimiento.

Desde esa memoria histórica a la que apelamos, el hecho de que su nombre no fuera citado en los discursos, significa como poco no relatar la historia real con sus esperanzas e incertidumbres de Corcopar a lo largo del último cuarto de siglo. Gil fue siempre un aliado de Corcopar y apeló a su competencia en la limpieza de playas, en combatir los efectos del Prestige y en cuantas actuaciones -muchas relacionadas con la empresa MARE- que ha venido desarrollando a través de los años y que consideramos vitales para el mantenimiento de esta organización social tan inspirada en valores de solidaridad como los demostrados por su impulsor, Miguel Ángel Fernández, desde su puesta en marcha.

Nada que objetar, por supuesto, a que la protagonista era Eva Fernández como Mujer Relevante. Pero teniendo en cuenta que, en parte, el homenaje alcanzaba a la labor social y solidaria de Corcopar, el hecho de que no se pronunciara el nombre de José Luis Gil nos parece un déficit en el relato de la historia fructífera de Corcopar. Muchas veces -es cierto- las emociones de un acto provocan estos olvidos. Si quieren podemos dejarlo a nivel de anécdota de un acto solidario y brillante. Conste, sin embargo.

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