
CARMEN COSSÍO, GESTOS Y POLÍTICA
Por JOSÉ RAMÓN SAIZ
Las Cortes en el régimen franquista eran aburridas y cosa de señorones –como diría Francisco Umbral- a la que se accedía por sistema indirecto y solo un tercio, el llamado familiar, era elegido por sufragio universal. Por esta vía se coló Carmen Cossio y Escalante a una realidad franquista con voz crítica, no sometida a gobernadores de la época, que a su vez eran jefes provinciales del Movimiento. Además de las representantes de la Sección Femenina, fueron escasas las mujeres que lograron un asiento en la Carrera de San Jerónimo, siendo Carmen Cossío una de las pocas excepciones. Hace unos días la vieja luchadora ha fallecido y nada se ha comentado sobre algunas iniciativas que defendió, una de ellas muy llamativa –aunque silenciada en la prensa- como fue la petición de retirar a Franco su asignación de jefe de Estado para reclamar su renuncia.
Cuando la autoridad suprema de Francisco Franco convocó elecciones a procuradores en Cortes el 13 de agosto de 1971, nadie esperaba que aquellas elecciones controladas permitieran el acceso a una mujer combativa que no se doblegaba a las presiones. Varios candidatos se presentaron por Santander, saliendo elegidos el 29 de septiembre el empresario naviero, Fernando María de Pereda Aparicio, próximo a las posiciones de Juan de Borbón, y Carmen Cossío y Escalante, que derrotaron a los candidatos del aparato del Movimiento. En aquellas elecciones ya sobresalieron figuras como Adolfo Suárez, que barrió en las elecciones en Ávila; Pío Cabanillas o Enrique de la Mata que pasados unos años fueron ministros del Gobierno.
Abierta la legislatura –que se vaticinaba como la última de Franco- Carmen Cossío demostró una especial capacidad de hacerse notar en unas Cortes orgánicas en las que se podían contar con la mano los escaños ocupados por mujeres. Desde el primer momento, peleó por hacerse un hueco en el franquismo de aquellas Cortes que presidía Alejandro Rodríguez de Valcárcel, un burgalés que había sido presidente de la diputación santanderina en los años cuarenta. Su primer intento fracasado fue presentarse a un puesto para el Consejo del Reino, entre otros diez o doce procuradores conocidos y con peso en el régimen.
Pero al margen de estas incursiones en el día a día del franquismo dominante, Carmen Cossío fue conocida más por la procuradora del picachón que por otras iniciativas que abanderó en las Cortes. Su hazaña en el pueblo de Ucieda aconteció el 17 de septiembre de 1975 –a menos de un mes de entrar en agonía Franco- cuando la procuradora se dirigió hasta el lugar en el que en este pueblo se iban a captar las aguas para una traída a Cabezón de la Sal y Reocín. En ese momento, con un pico en la mano, propinó varios golpes a la tubería hasta su destrucción. Al poco rato, la propia Carmen Cossío acudió voluntariamente a la Guardia Civil para dar cuenta de lo sucedido. Cuando ocurrió este hecho, Florencio de la Lama acababa de abandonar, por jubilación, la dirección de Hoja del Lunes, cargo al que había llegado el combativo periodista Juan González Bedoya, que dedicó amplia información y comentarios a la actitud de la procuradora familiar, desde entonces conocida en toda España como la del picachón.
Otra de sus luchas fue la que dio a favor de las viudas. En un pleno de las Cortes del 13 de diciembre de 1973 –apenas una semana antes del asesinato de Carrero Blanco- presentó una enmienda en un debate de reconocimiento de pensiones excepcionales a las viudas de un alto militar y un magistrado. La voz de la procuradora familiar por Santander se dejó escuchar para pedir, primero, que se reconocieran en los presupuestos del Estado las peticiones formuladas en la primera asamblea de viudas. El Gobierno puso el veto a la iniciativa, pero no por ello Carmen Cossío se calló. Dijo que en España había 1.196.187 viudas, de las que 28.183, por tener menos de 40 años y no tener hijos, no cobraban pensión alguna, injusticia que también sufrían otras 204.847 por ser viudas con anterioridad a la puesta en vigor de las mutualidades de autónomos.
Otra de sus acciones en las Cortes se refirió a que se investigaran determinadas prácticas en el Gobierno civil de Santander del que era titular Carlos García-Mauriño. El 18 de diciembre de 1974, el Jefe provincial del Movimiento de Santander comunicó su decisión de cesar, con el placet del delegado nacional de la Familia, a Carmen Cossio como delegada provincial de la Familia. En medios políticos se relacionó la destitución con la intervención de la procuradora en Cortes, que había provocado un gran malestar en los jurídicos del Gobierno Civil y en el propio gobernador.
Otro de los momentos más álgidos de su trayectoria como procuradora familiar llegó el 30 de abril de 1975 con su defensa de una enmienda a la totalidad del Proyecto de Ley de Creación y Conservación de Espacios Naturales Protegidos. Fue en este pleno donde dijo que estaba dispuesta a ser “el Arafat de los campesinos españoles”, al denunciar que el proyecto atentaba a la administración de las tierras al reconocer el disfrute de amplios espacios naturales como una necesidad de la sociedad de consumo, en detrimento de las pequeñas comunidades rurales que tienen gracias a ellos su medio de vida. Perdió la votación frente a uno de los iconos de la Sección Femenina, Mónica Plaza.
Este tipo de iniciativas llamaban la atención en las tranquilas y controladas Cortes franquistas (quizás porque allí nunca pasaba nada), hasta el punto de que el escritor Francisco Umbral en una crónica del momento se fijó en esta lucha de Carmen Cossío, argumentando que “si de verdad quiere ser el Arafat español, va a tener que coger una metralleta, porque hacer la revolución agraria desde el hemiciclo de San Jerónimo es tan difícil como llegar a la Luna pero en triciclo, que diría Cela. Cuando usted quiera, doña Carmen, nos echamos al monte”. Al escritor le parecía hermoso y sorprendente que una mujer se definiera “el Arafat de los campesinos españoles”, o sea, “tenemos una guerrillera revolucionaria en la Cámara”.
Pero el caso más sonado –aunque sometido al
silencio- fue el de su estrategia sobre los presupuestos del Estado dedicados a
la Jefatura del Estado. Convencida de que Franco tenía que retirarse a favor
del Príncipe de España, ni corta ni
perezosa presentó una enmienda que anulaba el presupuesto de las Casas Civil y
Militar de Franco, que para Carmen Cossío representaba la iniciativa más
práctica para el retiro del viejo general de la Jefatura del Estado. No hace
falta señalar que la enmienda no prosperó, pero en las viejas Cortes fue muy
comentada ante el silencio impuesto en la prensa. Los inconvenientes fueron
muchos para la luchadora procuradora ya que franquistas significativos le
hicieron el vacío, actitud que no alteró
a Carmen Cossío convencida que había
cumplido con un deber de conciencia.
Hecho este recorrido por algunos de los jalones de su vida, apelo algunos recuerdos personales. En 1976 seguía siendo procuradora y gobernaba Adolfo Suárez, cuyo programa de transición apoyó. Carmen Cossio. Una tarde, de manera circunstancial, explicó a la joven y hermosa jefa de Gabinete de Adolfo, Carmen Díez de Rivera, las razones por las que defendía la reconciliación y la democracia. Durante media hora, tomando un café, nos explicó su apoyo a la política de Suárez. Carmen Díez de Rivera siempre me recordó este encuentro por su valor personal y ético, ya que tres hermanos de Carmen Cossio habían sido asesinados en la guerra civil.
Más cercano en el tiempo está la jornada en la que convivimos con el director y profesorado del colegio público Amós de Escalante, en el barrio Covadonga, para celebrar el XXV aniversario de este centro. Fue una jornada entrañable. Allí honramos el patriotismo montañés de su abuelo, el gran poeta de Costas y Montañas que firmó parte de su obra con el seudónimo de Juan García.
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