
CUARENTA AÑOS DE LA MARCHA DE LOS TRABAJADORES DE AUTHI EN DEFENSA DE SUS EMPLEOS
Por JOSÉ RAMÓN SAIZ
COINCIDIENDO con la muerte del general Franco en las semanas finales de 1975, dos hechos importantes ocurrieron en la entonces provincia de Santander: la marcha hasta la capital, a pie, de los trabajadores de Authi de Los Corrales de Buelna, y la petición de amnistía por la Corporación de Torrelavega presidida por Carlos Monje Rodríguez, moción que se centró en los delitos de opinión, exceptuando de este perdón todos los que tuvieran relación con el terrorismo. Abordamos, en esta ocasión, la marcha de protesta de los trabajadores de Authi en Los Corrales de Buelna, acción que alcanzó repercusión nacional y que coincidió con los inicios de una nueva etapa política.
Cuando el 20 de noviembre de 1975 fallece el general Franco, la diferencia fundamental entre España y los países de su entorno europeo se centraba en el carácter no democrático de su Estado desde el final de la guerra el 1 de abril de 1939. Se trataba, hasta entonces, de una España diferente en relación a los países más avanzados de la Europa occidental en los que el sistema democrático ya contaba con raíces profundas -en algunos casos centenarias- y con una práctica institucionalizada de formas de gobierno democráticas a lo largo de un gran trecho del siglo XX.
Para analizar la presencia de la antigua provincia de Santander -y, especiualmente, de Los Corrales de Buelna- en el sector de la automoción hay que retrotraerse al año 1948 cuando se produjo la fusión de Forjas de Buelna y Altos Hornos de Nueva Montaña, acontecimiento que supuso un hito muy significativo en la historia de la industria de Cantabria. Era el comienzo de Nueva Montaña Quijano (NMQ), un complejo industrial metalúrgico que se especializaba en la producción de lingotes de hierro, tubos y chapa. Al tiempo las instalaciones de Los Corrales continuaban su expansión con la producción de nuevos tipos de alambre, cables y aceros especiales. Apoyándose en sus instalaciones de fundición y calderería, el taller mecánico de Forjas de Buelna comenzó a desarrollar a partir de los años cincuenta una intensa labor de reparación y construcción de máquinas para la trefilería. La experiencia lograda permitió a la planta corraliega dar el salto a la producción de motores y piezas para tractores de la marca Lanz Ibérica y a convertirse en un importante suministrador de la planta de automóviles que FASA Renault construyó en Valladolid, un sector que anunciaba ya la expansión que iba a protagonizar en los años sesenta.
En mi libro Cien Años de Tráfico en Cantabria explico que fue así como en septiembre de 1957 se probaba con resultados satisfactorios el primer motor para el tractor Lanz construido en las Forjas de Buelna. Se trataba de un motor semi-diesel, de un solo cilindro y con una potencia de 38 CV. Dos años después comenzaba la construcción de las naves para la fabricación y montaje de motores de automóviles Renault, iniciativa que permitiría en abril de 1960 el comienzo de la fabricación de motores. Otra jornada fue importante en este proceso: la del 26 de mayo cuando fue enviado a París para su homologación el primer motor para el automóvil Renault Dauphine salido de la cadena de montaje, con 80 kilogramos de peso y 28 CV de potencia al freno. Tras comprobar su funcionamiento en el banco de pruebas de la propia fábrica, los motores eran enviados diariamente desde la planta corraliega a la cadena de montaje de FASA, en Valladolid.
En un correo que mantuve hace meses con Paulino Laguillo, me informaba que Renault Dauphine con sus versiones de lujo Ondine, y potenciada Gordini, fueron vehículos populares en las carreteras españolas de los años sesenta. Era un vehículo "todo atrás" de formas redondeadas, de ahí la marca Delfína (nombre francés). Tenía fama de coche peligroso que en manos inexpertas, un mantenimiento inadecuado y las pésimas carreteras españolas, representaban la causa de la mayoría de los accidentes, llegándose a llamar “coche de las viudas”.
Aunque la crisis, en 1961, de Motor Lanz significó el cese de su fabricación, el automóvil se reveló como una apuesta acertada hasta el punto de que Nueva Montaña Quijano se planteó en 1966 pasar de la condición de proveedor de FASA a contar con su propia fábrica de automóviles. En aquel momento sólo había dos fabricantes de automóviles en España, la empresa pública Seat, que operaba con tecnología Fiat, y la francesa Renault y aunque la puerta estaba cerrada por una política de Estado muy restrictiva, eran muchas las empresas interesadas en instalarse en nuestro país para aprovechar la creciente demanda de automóviles.
La presencia de la firma Authi tanto en Los Corrales de Buelna como en Navarra tiene su origen en 1965, cuando la empresa de motores y cambios Nueva Montaña Quijano contactó con la British Motor Corporation para proseguir su actividad industrial de producción de coches. Eduardo Ruiz de Huidobro Alzurena, entonces presidente de NMQ y miembro destacado de la cúpula del Banco Santander, fue el máximo artífice de la creación de la nueva fábrica. Esta iniciativa estuvo motivada por el objetivo de seguir contanco con compradores para los motores (hasta entonces adquiridos por la firma Fasa-Ranault) que se montaban en la empresa corraliega.
Fue así cómo se alcanzó un acuerdo tras elegir a British Motor Corporation (BMC) como socio, manteniéndose de esta manera la línea de trabajo de Los Corrales y la creación de una planta en Navarra. Aunque el acuerdo fue esperanzador porque mantenía a pleno ritmo la producción de NMQ, hay que destacar que también representó la oportunidad perdida por la provincia montañesa de de contar con una planta de montaje de automóviles, algo que ha demostrado ser determinante para el crecimiento de otras regiones, tal y como lo demuestra la influencia en el desarrollo vigués de la planta de Citroën o el peso de Renault en la economía vallisoletana.
De esta manera, el 12 de noviembre de 1966 nació en Automóviles de Turismo Hispano Ingleses (AUTHI) con un capital social de 20 millones de pesetas en acciones nominativas, títulos propiedad de la empresa fundadora Nueva Montaña Quijano. Los primeros vehículos Morris y MG se comercializaron en enero de 1967. El montaje se realizada en la fábrica de Pamplona, basado en colecc iones de chapa procedentes de Inglaterra y en suminustros de NMQ a través de su planta de Los Corrales de Buelna en la que se fabricaban motores, transmisiones y cajas de cambio. La historia que relatamos comienza en 1970 cuando Nueva Montaña Quijano abandonó Authi entregando su activo industrial a British Leyland. Aunque los Mini y las distintas versiones de los Morris se vendieron bien en España, nunca fueron un rival de consideración para Seat o Renault, como hubiesen sido Volkswagen o Ford. En cualquier caso, la evolución de la marca en España estuvo más condicionada por la mala marcha de la empresa matriz británica que por los resultados de Authi. La firma de camiones Leyland ya había tenido que acudir anteriormente en ayuda de la compañía de turismos, de la que absorbió todo el capital, pero una nueva crisis le llevó a tomar medidas drásticas y optó en 1975 por retirarse del mercado español.
La convulsión que provocó en Los Corrales y los municipios del valle de Buelna la decisión de cerrar las instalaciones ha sido analizada por Esmeralda González Urruela, profesora de la Universidad de Cantabria, en estos términos: “Era el 23 de diciembre de 1975. Mil setecientas personas recorrían a pie los 40 kilómetros que separan Los Corrales de Buelna de Santander. Tardaron ocho horas. Llegaron ateridos de frío y con los pies ampollados. Eran trabajadores de Authi. Era un gesto desesperado frente al anuncio de la empresa de liquidar la sociedad y rescindir los contratos de 2.100 trabajadores. Fue la primera gran manifestación ante el cierre de una empresa y la masiva pérdida de empleo”.
La marcha, de treinta y ocho kilómetros, fue motivada tras el comunicado que recibieron los trabajadores informándoles que el 15 de marzo de 1976 se les rescindiría el contrato laboral, anuncio que provocó una gran inquietud en la comarca. En la marcha participaron cerca de dos mil trabajadores de Authi. Aunque todo el recorrido se desarrolló bajo la estrecha vigilancia de la guardia civil y la policía secreta, no fue prohibida por las autoridades. El Ayuntamiento corraliego, por su parte, reunido con carácter urgente, acordó remitir un telegrama al Rey, altos cargos del Gobierno de la nación y autoridades provinciales, solicitando ayuda para resolver la grave situación laboral y económica planteada en la localidad cántabra.
Durante el trayecto, la Guardia Civil de Tráfico escoltó a los manifestantes, además de contar con el auxilio de varias ambulancias para socorrer, en caso de emergencia, a cuantos acusaran fatiga en el camino, ya que entre los integrantes figuraban varias personas de edad avanzada, alguna de las cuales, en efecto, necesitaron atención médica. A las dos y veinte de la madrugada de la víspera de la Nochebuena, después de la entrevista con el gobernador civil al que presentaron sus demandas, los trabajadores emprendieron la marcha de regreso a Los Corrales de Buelna en los autocares que había puesto a su disposición el delegado provincial de Sindicatos.
Cuando este gran revulsivo reivindicativo aconteció en la comarca corraliega -siempre industrializada desde que en el último tercio del siglo XIX la iniciativa de José María Quijano de fabricar puntas se convirtió en Forjas de Buelna- el proceso industrializador se encontraba en pleno desarrollo tras la instalación de nuevas iniciativas fabriles ya que de la fecunda acción de Quijano surgieron con el paso del tiempo Trefilerías Quijano, Global Steel Wire (la antigua Nueva Montaña Quijano), Funditubo y las factorías de Mecobusa y Fundimotor, éstas ya más recientemente que pertenecen al grupo Nissan.
Este conflicto tuvo resonancia nacional ya que la famosa Marcha de Authi -denominada también como Marcha Verde- fue la primera celebrada en España como acción reivindicativa de los trabajadores en el franquismo. La opinión pública nacional quedó impresionada sobre cómo aquel 22 de diciembre de 1975, aproximadamente dos mil trabajadores se desplazaron andando desde Los Corrales de Buelna hasta Santander, cubriendo una distancia de casi cuarenta kilómetros para demandar una solución urgente a la pérdida de dos mil empleos ante la Delegación Provincial de Sindicatos y el Gobierno Civil.
En una época en la que comenzaba a producirse en Cantabria el duro proceso de ajuste de su tejido industrial que redujo a casi la mitad el número de empleos (se perdieron varios millares de puestos de trabajo), el de Authi fue el ejemplo de mayor resonancia por ser el primero y por el elevado número de trabajadores afectados. Cuando Motor Ibérica y Bendibérica recogieron en 1976 los restos del sector de la automoción del valle de Buelna, sólo incorporaron a una parte de la plantilla: 1.380 trabajadores.
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