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EN LA AMPLIACIÓN DEL CANAL DE PANAMÁ

Por JOSÉ ANTONIO CARMONA GUILLÉN

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El pasado 26 de junio se inauguraba oficialmente la última ampliación, por el momento, del Canal de Panamá cuyo nacimiento databa del 15 de agosto de 1914. Cualquiera que haya visitado este país habrá quedado sobrecogido por el paso de enormes buques portando auténticos “rascacielos” que sobre sus cubiertas forman las pilas de contenedores. Imagino que a partir de esa inauguración la impresión será aún mayor.

Si hasta ahora se calcula que el 6% del tráfico mundial marítimo de signo comercial pasa por el Canal, con la nueva ampliación oficial, ese porcentaje se espera que aumente e incluso tenga repercusión en los astilleros de diversos países con la construcción de navíos de mayor envergadura. Las colas de buques esperando para realizar el paso por el Canal quizás desaparezcan o disminuyan considerablemente. Sin duda es una obra no sólo de carácter nacional sino de ámbito mundial.

Las elecciones generales en España de esa misma fecha y el resultado del  referéndum británico de unos días antes han provocado que este importante hecho se haya visto, desde el punto de vista informativo, disminuido. Pero no por ello vamos a dejar de sentir su importancia.

Panamá es una república relativamente pequeña tanto por su extensión como por su etapa independiente. Su superficie es de unos diez mil kilómetros cuadrados menos que Andalucía y su independencia política es algo superior al siglo. Sin embargo goza, internacionalmente, de una extraordinaria importancia.

Su población, según datos de 2015, roza los cuatro millones de habitantes de los que el 99,8 por cien tienen al español como lengua materna.

Pese a que con anterioridad hubiese otros contactos, en 1510, Fernández de Enciso fundaría Santa María de la Antigua la primera ciudad en Tierra Firme, esto es en la parte continental americana, que en tres años, se convertiría en la sede de la primera diócesis. En ese mismo año de 1510 se fundó también  Nombre de Dios y una vez que se atravesó el istmo de norte a sur, Pedro Arias de Ávila, popularmente conocido como Pedrarias Dávila, en 1519, fundaría Nuestra Señora de la Asunción de Panamá actual capital.

Antes, el 25 de septiembre de 1513, Núñez de Balboa descubriría el mar Español o del Sur (por estar al sur del istmo) y al que Magallanes, al traspasar el estrecho que lleva su nombre (1520), denominaría Pacífico.

El descubrimiento de un nuevo océano sería esencial para las nuevas exploraciones que tendrían lugar por las costas occidentales de la actual América del Sur, Colombia, Ecuador, Perú o Chile, así como hacia el norte dando lugar a que González Dávila y Niño, en 1522, descubriesen el gran Lago de Nicaragua o Mar Dulce.

El camino de las Especierías por el estrecho de Magallanes era costoso, largo y peligroso por lo que Carlos I ordena la búsqueda de uno alternativo. Así nacieron las propuestas de González Dávila por Nicaragua y la de Gaspar de Espinosa en 1533 (que había participado con Pedro Arias en la fundación de la ciudad de Panamá y al que más tarde traicionaría), quien propondría la suya aprovechando las características del istmo. Pero al heredar Felipe II la Corona de Portugal y al tener ésta como prioridad los establecimientos comerciales hicieron que el proyecto quedase postergado.

Hoy Gaspar de Espinosa debiera ser recordado y con su nombre debiera bautizarse una esclusa o al menos dedicarle un monolito.

En 1538 se crearía la Real Audiencia de Panamá que sería la tercera de las americanas tras las de Santo Domingo y México. Audiencia que tendría carácter de pretorial con unos límites geográficos coincidentes con los de la actual República. No solo sería la base para la formalización de numerosas exploraciones, como ya se ha indicado, sino que fomentaría la realización de obras públicas como el Camino de las Cruces, uniendo Panamá ciudad con Colón y Portobelo, sin duda precedente de la magnífica autopista que hoy las une. O los puentes del Matadero y del Rey.

Anterior a la Audiencia fue la fundación de hospitales como el de Santiago en Darién (1515) o el de Santo Tomás en Nombre de Dios (1536).

Al erigirse en 1717 el Virreinato de Nueva Granada, la Audiencia de Panamá pasaría a depender del mismo y así se mantendría tras la secesión de España del Virreinato. Sería en 1903 cuando se separaría de la Gran Colombia formando una República independiente.

En 1521 Carlos I eleva al rango de ciudad a Nuestra Señora de la Asunción de Panamá otorgándole Escudo de Armas, una vez más el primero que se concedería en Tierra Firme. Ese escudo, vigente en nuestros días y que se puede observar tanto en edificios municipales como en vallas, tiene una composición curiosa. Lo forman cuatro cuarteles, dos de los cuales llaman especialmente la atención. Consiste en dos bergantines o navíos, uno por cuartel, que con las velas desplegadas bogan en direcciones opuestas. El canal no existía ni siquiera en esos momentos se había hecho propuesta alguna sobre el mismo pero alguien que no estuvo nunca en esas tierras tuvo la premonición de diseñar la columna vertebral de, la que sería cuatro siglos más tarde, la nación panameña.    

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