MADRID: COMIENZA LA BRONCA ELECTORAL
Por ENRIQUE GOMARIZ
Siempre es bueno tener alguna idea de cómo están las cosas en el arranque de una contienda electoral. Y de cara a las elecciones del 4M en Madrid, por más que disguste a un bando y otro (porque la dinámica sigue siendo de banderías), todo indica que, aunque no pueda hablarse de un empate técnico con propiedad, tampoco puede decirse que todo esté decidido para ambos frentes. Pero precisamente por eso la dureza del enfrentamiento está garantizada: no será una campaña de comparación programática, sino un verdadero duelo de ideas y relatos ideológicos, aderezada con exabruptos, frecuentemente a cara de perro.
Pero antes de ir al examen de las cifras, permítanme que celebre el hecho de que el pololo ideológico -trasgresor- de Pablo Iglesias, el director adjunto del diario La Vanguardia, Enric Juliana, haya conseguido componer finalmente una explicación de la operación del vicepresidente segundo del Gobierno de dejar su cargo para acudir al salvataje de Podemos en la capital. Aunque ello lo haga mediante el gusto que ambos comparten por las series políticas televisivas; en esta ocasión usando el símil del protagonista de la francesa Baron Noir. El comentario que puede hacerse al respecto, surge fácilmente de la respuesta que ha dado Más Madrid al abrazo del oso que le proponía Iglesias: esto no es una serie, Pablo, ni de Netflix ni de HBO. Puede parecerlo, como opina mi colega Manuel Pascua, pero no lo es.
Es cierto que la previsión de la intención de voto favorece a la suma PP-Vox, que se sitúa en una horquilla entre 67 y 69 asientos en la Asamblea madrileña (69 es la mayoría absoluta), mientras que la suma de los partidos de izquierda y extrema izquierda se situaría en torno a los 62 escaños. Pero, paradojas de la vida, la suma total depende del partido que presenta la mayor crisis del escenario: Ciudadanos. En primer lugar, haría falta saber si Cs logra o no superar el 5% de los sufragios para permanecer en la Asamblea; si consigue esa votación obtendría al menos 7 diputados regionales. Pero si esto sucede, tendría de nuevo la llave del gobierno madrileño: si apoya la continuación de Ayuso, le daría dos años de mayoría estable a la actual presidenta, pero también podría -actualmente todo es posible- apoyar un gobierno de la izquierda, con lo cual daría a esta coalición justo los 69 escaños necesarios para gobernar.
Esta relativa incertidumbre, es un acicate adicional para los dos bloques contendientes en la justa electoral, que consideran que todavía hay mucho que pelear para ver si se mueven de forma importante las preferencias electorales de los madrileños. Y todo indica que la dinámica central de los relatos será como un concurso de cuentos de miedo. La izquierda cuenta con que la posibilidad de un Gobierno PP-Vox asuste sobremanera al público progresista y lo movilice. La derecha espera que el aterrizaje inconsulto de Pablo Iglesias a la arena madrileña anime al electorado conservador para evitar que el gobierno madrileño reproduzca el gobierno de coalición de Sánchez a nivel nacional. Y lo que suele suceder en campañas basadas en el miedo es que los registros verbales sean especialmente duros. La presidenta Ayuso se convertirá en una fascista furibunda y el frente de izquierdas en poco menos que una banda filoterrorista.
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