PATRIOTISMO CÁNTABRO EN LA OBRA DE AMÓS DE ESCALANTE
Por JOSÉ RAMÓN SAIZ
Casi ciento veinte años del fallecimiento de uno de los literatos más ilustres de Cantabria: don Amós de Escalante y Prieto, recordamos al poeta, historiador, prosista y bibliófilo de gran prestigio en las letras españolas. Don Amós de Escalante falleció en esta jornada del año 1902 y la prensa local, impresionanda por el acontecimiento, apenas pudo incluir unas líneas en sus primeras páginas antes del cierre de sus ediciones. Nacido en Santander el 31 de marzo de 1831, fueron sus padres el famoso alcalde don Cornelio de Escalante, de quién lleva el nombre la Vía Cornelia, que sube al paseo del Alta, y doña Petronila Prieto, ambos de “antiguas, linajudas y acaudaladas familias montañesas”, según El Cantábrico. El diario de Estrañi definía al padre del escritor de “caballero sin tacha”, destacando su “integridad, honradísima conciencia y fe sincera, por sus ideas liberales, sentidas de modo decidido y valeroso”. Don Amós de Escalante se formó, como muchos compañeros destacados de su época -don José María de Pereda y los hermanos Menéndez y Pelayo, entre otros- en el Instituto Cántabro y, en Madrid estudió Ciencias Físicas y Naturales. Hasta 1880, año de su matrimonio con doña María de la Colina y de la Maza, permaneció en la capital de la Corte, trasladándose a Santander donde pasará el resto de su vida dedicado a su familia, la investigación cultural y erudita, la lectura y el desarrollo de su vocación y creación literaria, parte de la cual firmó con el seudónimo de Juan García. No se sabe fijamente donde se hallan las primicias del talento de escritor de don Amós de Escalante, pues quizá antes que La Época, publicara algún otro periódico trabajos suyos. De todas maneras, el diario conservador le contó entre sus redactores como cronista celebradísimo, allá por los años 1858, tiempo del que data su firma Juan García, tan famosa como su mismo nombre. que empezó a aparecer al pie de crónicas de salones con las que hizo el encanto de la aristocracia de la Corte. Por entonces, también colaboró en el Semanario Pintoresco Español y en varios periódicos y revistas de América,y más tarde en La Tertulia, La Ilustración Española y Americana, Boletín de Comercio, El Atlántico, la Revista Cántabro-Asturiana y en muchas otras publicaciones, alternando en ellas ya como gran poeta, ya como erudito, investigador y prosista de extraordinario mérito. El también escritor -y uno de los fundadores de El Cantábrico- don Buenaventura Rodriguez-Parets relató que “no ha tenido Cantabria cantor más apasionado de sus bellezas que Amós de Escalante. Prendado de su tierra, no con amor irreflexivo y ciego, sino avivador del alma y los ojos, puso a su servicio lo mejor de su pensamiento y de su corazón”.. El mar de Cantabria, las montañas que se yerguen desde Vizcaya hasta Asturias, las flores que brotan en los valles, a las orillas de los ríos, en las pintadas praderas y hasta en los estériles arenales de la plata, inspiraron al poeta. El gran don Marcelino no se quedó atrás en los elogios, desde su personal respeto y veneración a Amós de Escalante, afirmando en una ocasión que “los libros de Escalante los tengo sobre la mesa para aprender de ellos cada día”. No hace falta reiterar que si repasamos las páginas de Escalante nos daremos cuenta de su labor de difusión y de interpretación, pero a la par de su capacidad para comuinicar su propio orgullo de ser montañés y sus conocimientos extensos de los múltiples elementos que caracterizan y forman lo cántabro. El profesor hispanista Anthony H. Clarke en una de sus conferencias Los cántabros, ¿quiénes somos?, manifestó que la promoción en la obra de Amós de Escalante de “lo montañés constituye un tesoro”, añadiendo que “desde artículos semanales como La Montañesa hasta sus Antigüedades montañesas (1890) se denota, junto con su estilo pausado, sobrio, correctísimo, una evidente fruicción y amor suyos al tratar de su tierra; ejemplo de escritor que promovió el amor por la tierruca, sin falsificación ni sentimentalismo, un escritor que ha contribuido poderosamente a la concienciación de la gente con respecto a lo que significa ser montañés/cántabro”. Una vez más, el profesor Clarke demuestra su identidad con la obra de nuestros hombres de letras y no sólo de Pereda. Inició Escalante su obra narrativa con el libro En la Playa (1875), colección de cinco narraciones largas, de ambiente contemporáneo “impregnadas de un idealismo conmovedor y, a la vez de cierto realismo en los detalles y descripciones”, según Ramón de Solano. Una edición de 1920 está prologada por Enrique Menéndez y Pelayo quién destaca que en esta obra “se agita el mar cántabro, pero con la voz y pasión de quien le hizo fidelísimo, aunque discreto, intérprete suyo”. Otras obras famosas del escritor montañés destacan Ave Marís Stella, Costas y Montañas, Del Ebro al Tíber, Del Manzanares al Darro…, siendo considerado con los otros fundadores Gumersindo Laverde y Evaristo Silió, los promotores de la llamada escuela lírica montañesa.
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El escritor y abogado don Buenaventura Rodriguez-Parets, vinculado a la prensa torrelaveguense a través de la propiedad de cabeceras como El Dobra y El Fomento, editadas en los últimos años del siglo XIX, en su análisis de la obra poética de Amós de Escalante le presenta “como honra y prez de las letras montañesas, hombre de esmeraídisima y extensa cultura, castizo prosista hasta el extremo de que dudo haya quien le aventaje entre los escritores de su tiempo e historiógrafo notable; pero que sobresalía como poeta delicado, tiernísimo y a la paz profundo”. Escalante, en la crítica de don José María de Cossío, nació a la poesía en pleno periodo romántico, aunque se alejó de sus representantes más genuinos como Zorilla ya que la poesía del montañés “es sobria y concisa, mientras la del vallisoletano es adorno, color y superfluidad”. Hoy, 6 de enero de 2002, se cumplen cien años de su muerte. Ocurrió según la esquela publicada en El Cantábrico a las nueve y media de la noche, informando el periódico de Estrañi que “vivía ya retirado del mundo, vivía “de sí mismo”, por así decirlo; consagrado a su familia, con todos cortés, para todos afable, con aquella sonrisa eterna de bondar que era la característica de su semblante venerable”, añadiendo este detalle: “No ostentaba ninguna condecoración, ninguna insignia de esas que tanto codician los ilustres a la moda”. El Ayuntamiento expresó su sentimiento de pésame y el alcalde, señor San Martín, acompañado de los concejales, presidieron el duelo. Perdía Cantabria un gran hombre, escritor y poeta, un caballero. La Redacción de El Cantábrico expresó este sentimiento en la primera página de su número 2.431, correspondiente al miércoles 8 de enero de 1902: “No ya sólo quien de amante de las letras y de la cultura patria se precie, sino todos cuantos sientan en su alma el amor a sus montañas cántabras, justificadoras de tan nobles entusiasmos en nosotros sus hijos, tienen que participar del sincerísimo dolor que los que fuimos en vida sus amigos padecemos por la pérdida del insige don Amós de Escalante, sabio, historiador, poeta, prosista, bibliófilo, en todo grande y además espejo de caballeros. El Cantábrico rinde a su memoria este humilde tributo de admiración, a manera de respetuoso fúnebre homenaje, con el que cree interpretar los sentimientos de los buenos montañeses”.
Aquí dejamos trazadas las líneas de la semblanza literaria de Amós de Escalante que nos dio en Costas y Montañas “la geografía poética de un territorio”; en Ave, Marís Stella , “la resurreción histórica de La Montaña en el siglo XVII”; en su libro En la playa, el “poema lírico de nuestro mar mudable y proceloso; y en rimas de singularísima belleza, una vaga, misteriosa y melancólica sinfonía, que sugiere al alma mucho más de lo que con palabras expresa”, según frase feliz del gran Menéndez y Pelayo. Un escritor que a juicio de don Tomás Maza Solano “fue el primero en La Montaña que había publicado algunos romances populares recogidos directamente de la tradición oral, publicadas en Costas y Montañas en 1871. Ciento veinte años después, entre la indiferencia y el olvido de las instituciones que debieran conmemorar este hecho divulgando su biografía y obra literaria, quede constancia de nuestra gratitud al gran escritor montañés y cántabro, que amó entrañablemente a esta tierra a la que cantó con hermosura y patriotismo.
EL ¡AVE PATRIA! DE NUESTROS ESCOLARES DEL SIGLO XIX
En Antigüedades Montañesas recuerda Amós de Escalante como los escolares y universitarios cántabros, al volver de la meseta al fin del año académico (y precisamente cuando iban a comenzar las más urgentes faenas del campo) saludaban a los montes de su patria chica, su tierruca, con la frase ¡Ave Patria!. El profesor e hispanista , Anthony H. Clarke, interpreta que el contenido emotivo de esta salutación responde a un sentido de “diferencia” con las tierras castellanas en las que seguían estudios superiores. Clarke considera que los escolares volvían a sus casas, a sus pueblos, a su tierra, pero también volvían a un ambiente que reconocían como distinto de aquél que habían dejado. No deja de ser ésta otra de las muchas pinceladas sobre el carácter cántabro/montañés que Escalante nos descubre en su importante obra literaria. |
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