
¿Quienes son los tres juntaletras que negaron que existan 445.000 políticos?
Por CESAR ROMAN
El tiro les ha salido por la culata, y tras la publicación de las imágenes del informe en nuestro diario, la tortilla se ha vuelto y la pregunta que ahora todo el mundo se hace es ¿por qué dijeron sin prueba alguna que era un bulo? ¿Intentó alguno de estos ilustres opinadores comprobar más allá de sus suposiciones lo que decían? Claro que no. Era mucho más fácil decir que era mentira, y punto. Muerto el perro, se acabó la rabia. Pero claro, la verdad sólo tiene un camino, y al final siempre sale a la luz. Desde que las imágenes del informe se publicaron, lo que ha quedado en evidencia son quienes negaron la información. Y es que a lo largo del tiempo que nuestro diario lleva trabajando, nunca hemos recibido ni una queja, ni una nota de rectificación a ninguna de nuestras informaciones. A esta tampoco, lo que dice mucho a favor de todos los profesionales de nuestra redacción.
Sin embargo, lo más interesante para saber porqué realizaron tal acusación es ver quienes son los tres personajes de marras y seguramente nuestros lectores sabrán, a renglón seguido, cuáles son los motivos que les llevan a asegurar tales acusaciones.
El primero de ellos es un tal Enrique Bethencourt, que parece que fue el primero en publicar en su blog “La tiradera” un artículo diciendo que los 445.000 políticos eran un de bulo. ¿Qué argumentos esgrime para llegar a semejante conclusión? Pues nada más y nada menos que a él le parecen muchos, y que algunos datos no le cuadran. No ha visto el informe, no sabe cómo se gestaron los datos, pero concluye que los datos no cuadran, y de ahí pasa a asegurar que es falso. Tremenda objetividad. Pero sobre todo se basa en que él no considera políticos más que a los que han sido elegidos por las urnas. Si aplicamos su “lógica aplastante” resulta que no hay más políticos que los diputados y los concejales.Vamos, que va a ser, según el tal Bethencourt, que los partidos no colocan a los suyos en la administración, y que a los colocados, no se les tiene que calificar de políticos. Parece que quiere que les llamen funcionarios o empleados públicos, para que así pasen más desapercibidos, y que cuando lleguen los recortes, echen a los interinos a la calle, en lugar de a ellos. El tremendo analista va más allá en todo un alarde de “objetividad” y se atreve a señalar que en realidad no son 445.000 sino 100.000. ¿Y porqué? Pues porque sí. Así sin ningún dato más. Él, que se erige en censor de la información de los demás y exije rigor y datos contrastados, se permite dar una cifra sin el menor contraste, sin la menor fuente, y sin nada. Lo ancho para ti, lo estrecho para mí.
Pero lo mejor llega cuando nos vamos a su blog y miramos a ver quién es este individuo que se permitirt subir al púlpito y dictar qué es verdad y qué es mentira. Resulta, ¡qué casualidad!, que Enrique Bethencourt ha sido el jefe de prensa del tumultuoso Gobierno de Canarias entre 1999 y 2003 con Román Rodríguez, y anteriormente fue el jefe de prensa de la Consejería de Educación también en Canaras entre 1993 y 1999. Vamos que fue el que durante 10 años, en uno de los gobiernos con más escándalos por corrupción ha tenido Canarias, se dedicaba a dar las versiones oficiales y defender ante las cámaras a los políticos, además de repartir a los medios la tartita de la publicidad institucional. Ante el dato, me da por levantar el teléfono y llamar a algunos compañeros de medios canarios para ver qué tal es este tipo, y ¡que casualidad de nuevo! que me dicen de todo de él, menos bonito, sobre todo en lo relacionado con el reparto de subvenciones a periódicos, y demás. ¡Claro que no le gusta la información! ¿Cómo le iba a gustar siendo él uno de esos 445.000 políticos?, ¿o prefiere llamarle cargos politizados, o nombrados a dedo o mamporreros del partido de turno?
Pero lo mejor de todo, es que se permite presentase como periodista. Curioso. Sobre todo, si tenemos en cuenta que según él mismo cuenta, es Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Vamos que de periodista, nada de nada. Y este bocachanclas agradecido a los políticos nacionalistas canarios, que ha navegado entre las más gráciles corruptelas isleñas, y que practica el, llamémoslé, intrusismo en el periodismo, es quien se permite el lujo de criticar el trabajo de un profesional de la comunicación como Javier Fonseca, con más de 30 años de profesión a sus espaldas, y que ha sido profesor de periodismo en tres universidades diferentes. Como siempre, habla el que más tiene que callar, y el que más tiene que agradecer.
A este oscuro personaje, le sigue otro que tal baila. Se trata de Iñigo Saez de Ugarte, que en otro blog se limita a casi copiar y pegar la misma argumentación sin suelo de Enrique Bethecourt. Esto de los periodistas de corta y pega, que ya es una plaga, es una técnica depurada para los más ociosos y sectarios de la profesión. Sólo por eso debería ser más que suficiente para dejar de leerlos, al menos hasta que dejen de aplicar técnica tan avanzada que debió aprender en un curso de periodismo de CCC. Este señor, como el anterior, ni comprueba nada, ni hace la menor gestión para saber nada, y se pliega a repetir como una cotorra en celo lo que ha leído al otro, sin aportar nada nuevo. ¿Por qué hay que creerlo si no aporta ni un solo dato que demuestre su aseveración? ¡Porque yo lo valgo también, oiga! Saez de Ugarte, ex empleado de Berlusconi, y al que nunca tuvo bemoles de criticar cuando cobraba y comía de él como tantos y tantos valientes de esto de la tecla y la cámara, viene siendo desde hace ya muchos años uno de esos ejemplos evidentes del periodismo parcial y sectario. Ya lo demostraba en sus crónicas, bastante malas por cierto, desde Oriente Medio en las que los malos siempre eran unos y los buenos otros. Ante el tweet de otro corresponsal de guerra como Pérez Reverte, bastante más profesional que él por cierto y con muchas mejores crónicas, debió darle un ataque de caspa porque llevaba la contraria a sus intereses sectarios de defensa de la casta política y sus negocios, incluída la siempre bien regada repartición de publicidades varias entre los medios para los que siempre ha trabajado. De ahí, que sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, se lanzó a intentar matar al mensajero, sin contraste de información alguna.
Y para completar el circo, para poner la guinda del despropósito en este desfile de la estulticia, sólo faltaba que apareciera la cabra de la Legión mediática, o lo que es lo mismo uno de esos abrazafarolas del digital dirigido por el siempre “imparcial” Federico Jiménez Losantos. Tan imparcial como los dos anteriores sujetos, dicho sea de paso, y para que nadie se confunda. Se trata en esta ocasión de un tal José García Domínguez, que debe ser muy conocido en su casa a la hora de comer, o en la de Esperanza Aguirre, que para el caso es igual. Este cretino, dicho sea con todos los respetos para los habitantes de Creta, se presenta diciendo que “de pequeño era de izquierdas”. Cuando leí semejante presentación en twitter, me froté los ojos, y tras una carcajada, sólo pude soltar ¡coño, como Mussolini! no si antes recordar que todos los genocidas del siglo pasado anduvieron antes o después por esa acera. Alguien que se presenta de esa forma no demuestra estar muy en sus cabales, o no haber tomado la medicación ese día, máxime cuando a continuación dice que es liberal. No sé que pasa ultimamente, pero aquí es liberal hasta el tato. Claro que serán liberales de los de los intercambios de parejas, porque del carro de la subvención y la publicidad institucional de la Comunidad de Madrid no se apean, ni para atrás. Y por eso ladran, precisamente. Para defender el plato de lentejas, que les pagamos todos con nuestros impuestos.
Este gañán de las letras patrias se permite insultar a nuestro compañero y a nuestro diario, y una vez más con el mismo argumentario sin argumentos de los dos anteriores. Se ve que la estupidez no sabe de ideologías, sobre todo cuando las ideologías se guardan en un cajón para defender, bien prietas las filas, a quienes les dan de comer, y que en este caso son esos 445.000 políticos que quieren ocultar como sea. Es perfectamente comprensible que este lacayuelo de la clase política, busque defender a quienes pagan mediante publicidad institucional a su medio, y por tanto sus emolumentos, incluso dejándoles tener antenas en suelo del Canal de Isabel II por las que tendrían que pagar como todo hijo de vecino. Incluso entiendo que le ofenda que exista un medio como el nuestro, que no acepta por principios ninguna publicidad institucional, lo que nos autoriza a sacarles los colores a todos los correligionarios del tal García Domínguez en esto del liberalismo egipcio que practican. Es normal, dentro de la anormalidad que supone que alguien lo tome como fuente de información, para algo más que para saber la temperatura de las enaguas que les arropan bajo las faldas de la lideresa que les echa de comer.
Como decíamos al principio, siempre habla quien más tiene que callar, o quien más prebendas tiene que justificar. Tres eran tres, los lacayuelos del poder.
César Román es el director de Diario El Aguijón