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Mario Conde, o como los aplausos son una cosa y los votos otra

Por CESAR ROMAN

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Las encuestas han demostrado una vez más que sólo sirven para señalar tendencias. Las desvelada por Ana Burrieza en nuestro diario, y que era la de trabajo interno el Partido Popular en su sede central en Madrid, ya dejaba claro que a falta de horas para votar, el 34% de los encuestados no tenía decidido a quién lo haría. El resultado obtenido por el PP y que le ha hecho crecer en tres escaños más, no se lo creían ni ellos mismos, pues trabajaban con el escenario de perder la mayoría absoluta o a lo sumo mantener el resultado del 2009. El descenso de PSOE y el BNG venía señalado en todas las encuestas, pero tampoco nadie preveía que los socialistas caerían en barrena como sucedió ayer. Al recoge castañas de Beiras casi todo el mundo le veía sentado en el Parlamento gallego, pero nadie esperaba que sacase un grupo de nueve diputados. Ni las encuestas internas con las que trabajaban los estrategas de todos los partidos, ni las publicadas en los medios, han acertado salvo para señalar tendencias.

Respecto a Mario Conde, la encuesta  de trabajo del PP indicaba que podía lograr hasta dos diputados en Pontevedra. Cierto es que ha sido la provincia donde más votos ha logrado, pues consiguió en ella diez de los quince mil totales logrados en toda Galicia. De esos casi diez mil votos, cerca de cuatro mil fueron en Vigo, lo que podría indicar que los sondeos tenían ahí su epicentro, y que como casi siempre ocurre, el voto urbano sigue contestándose más a los encuestadores que en los pequeños municipios, donde los lugareños lo ocultan en mayor medida.

Dicho esto, el resultado logrado por Mario Conde en Galicia es un fracaso sin paliativos. Que la gente acuda en masa a verle a sus actos, que tenga más seguidores en twitter que nadie, o que se haga cola para estrecharle la mano, nada tiene que ver con que esos mismos halagadores depositen el voto a su favor en una urna. Eso mismo le ocurría a Blas Piñar, que llenaba la Plaza de Oriente con millón y medio de personas y las cosos taurinos de todas las capitales de provincia, pero a la hora de votar la mayoría de los que le jaleaban y le aplaudían lo hacían por Manuel Fraga. Y es que, una cosa son los aplausos y otra muy distinta el voto.

Con independencia de si es verdad o es mentira, que ese es otro debate bien distinto, Mario Conde tiene para la mayoría de los ciudadanos imagen de chorizo, y no ha sido baladí que en plena campaña electoral todos los diarios gallegos abriesen sus portadas con la incautación de cuatro o cinco fincas para pagar el archifamoso caso Banesto. No es casualidad que eso ocurriese en la recta final de la campaña electoral, por más que se diga que es una decisión judicial y no política, puesto que todos sabemos cómo funciona la llamada “independencia judicial” en España. Con ese acto, se recordó a todo el mundo su pasado como ex presidiario, y eso tiene un peso muy específico a la hora de escoger una papeleta en un colegio electoral. Por segunda vez, Mario Conde ha fracasado en unas elecciones. La primera fue con mi querido CDS. Y es posible, o al menos yo lo haría, que esta sea la última vez que Conde se presente a unas elecciones.

Un proyecto político de verdad, no se crea con halagadores y pasamanos, sino con estructuras organizadas y basadas en delegaciones locales, con equipos de afiliados y militantes que trabajan el día a día junto a los ciudadanos. El partido de Mario Conde carece por completo de esas estructuras, y a su alrededor hay demasiado advenedizo que se acerca a él, para ver si cae algo de lo que no pudieron pillar en otros sitios, en una suerte de cultura del pelotazo político. Esa es la razón por la que Beiras es el gran triunfador de la jornada, y Conde no. Equipos, esa es la clave de lo sucedido ayer. Y esa es la razón por la que el Partido Popular ha barrido en toda Galicia, para sorpresa de todos, comenzando por los populares, que hoy siguen frotándose los ojos con esos resultados. 

César Román

EDITOR DEL DIARIO EL AGUIJÓN

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