UNA CRISIS, LA DEL PP, QUE PODRÃA RETRASAR UN PRONTO GIRO EN LA POLÃTICA NACIONAL

Por RamÃ³n Arenas San MartÃn

Entre Casado y Ayuso se han desatado despiadados ataques, transformándose en sus propios argumentos defensivos; pero nadie dude que el triunfo y beneficio de la brutal pelea tiene un principal beneficiario: el frente populismo sanchista constituido por los socialistas, comunistas, separatistas, golpistas y herederos de ETA.

Sánchez en estos momentos es el poseedor de un premio “gordo” inesperado y gratuito, derivado de la más que previsible pelea entre los líderes populares, pues venía fraguándose hace meses. Y se frotará los ojos y oídos, pellizcándose para ver si está o no soñando, pues no podría imaginar mayor torpeza que la lucha fratricida desatada en su principal contrincante: un P.P. que aspiraba en poco tiempo con darle un zarpazo, mediante el impulso que le había dado la Sra. Ayuso.

“De rebote”, también beneficiará la huida o estampida de muchos votantes populares que recalarán en VOX su papeleta, alejándose de lo que considerarán una sinsentido que les hará perder su confianza en un partido al que en caso de no haber llegado a esta refriega, le habrían votado.

Primero fue Cayetana Alvarez de Toledo, una excelente oradora, preclara intelectual y martillo de los integrantes parlamentarios del frente popular sanchista, a quien en el congreso de los diputados temían más que a una vara verde.

Baste recordar cómo cargó duramente contra el vicepresidente segundo del Gobierno durante el pleno en el Congreso: "Usted es el hijo de un terrorista. A esa aristocracia pertenece usted, a la del crimen político", le dijo la portavoz del Partido Popular a Pablo Iglesias después de que este hiciera referencia a su "título de marquesa".

Nadie entiende que Ayuso, el “punto de inflexión regeneracionista” de una España renovada y que había plantado cara al frente popular sanchista, plantándole cara y venciéndole en Madrid, haya sido el eje y centro sobre el que pivota la guerra sin cuartel desatada en el seno P.P. Una verdadera pena.

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