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CON MENOS ESTADO VIVIRIAMOS MEJOR

Por BERNARDO RABASSA

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Por Carolina Riva Posse leo en la newsletter del Instituto Acto Instituto Acton, una artículo titulado “Más Sociedad menos Estado” referido a la nación Argentina, lo que traducido a España me da que con menos Estado viviríamos mejor. El Instituto más cercano a los postulados de la iglesia católica, menciona a Un gran educador como Don Luigi Giussani, un sacerdote italiano que no separaba la fe de la vida, sino que llamaba a reconocer el nexo entre todo lo que vive el hombre y su destino eterno, repetía la potente máxima de «Más sociedad, menos estado». Decía Giussani que la única salvaguarda que la humanidad de hoy sabe oponer a la propia disolución es el estado. Y frente a la propuesta mágica de «salarios para todos», él en cambio llamaba al trabajo, a construir comunidad, a desarrollar la persona humana desde su iniciativa libre. A ello añade Carolina que Todo hombre tiene una pepita de oro dentro, decía el filósofo esloveno-argentino Emilio Komar, aunque muchas veces esté cubierta de barro.

El enorme valor de las personas no es otorgado por el estado, sino que constituye la identidad fundamental de las personas. El brillo del oro se descubre en la valoración positiva del otro, en primer lugar, en la familia, o en algún adulto que haga las veces de educador. El verdadero educador es una presencia que hace crecer; guía y acompaña sin reemplazar, pero la mentalidad estatista conspira contra este tipo de iniciativas sociógenas.


 

Explicaba Komar que la persona que florece genera sociedad, hace brotar una comunidad en torno a ella. Para finalmente saltar a Sócrates que también enseñaba que la riqueza brota de la virtud. La virtud del sujeto protagonista, que desarrolla su potencial, que tiene dones y talentos que nadie más tiene. Es a partir de esta subjetividad comprometida que se puede pensar en una Argentina más habitable. Construyamos más sociedad, y menos estado.

En España ya hemos conseguido que mas del 60% de la Economía sea estatal, subvenciones, pensiones, SMI, SBU, todo ello a través de los decretos ley del Gobierno Frankenstein de Pedro Sánchez en los últimos años, En contra de ello en 2013. En su imprescindible obra La Gran Transformación, el economista y antropólogo Karl Polanyi nos recordó que “antes de nuestra época, no había existido ninguna economía que estuviese controlada por los mercados”. Polanyi insistía mucho en esa idea porque permitía impugnar el pensamiento liberal según el cual la sociedad, todas las sociedades, siempre habría estado subordinada a los caprichos del mercado. Él planteaba que sólo ahora, bajo el sistema económico capitalista en 2013, “en lugar de que la economía se incorpore a las relaciones sociales, éstas se incorporan al sistema económico”. Es decir, se invierte una relación histórica. En vez de que la sociedad decida qué producir, cómo distribuir y consumir para vivir mejor -esto es, hacer economía-, estas decisiones son ahora tomadas externamente a la sociedad, por la lógica del mercado autorregulado, e imponen la plena subordinación a tales decisiones. La sociedad quedaba esclavizada a la economía o, más adecuadamente, a los caprichos del mercado.

Todo ello no es menor. En la última década el esfuerzo de los trabajadores con sus impuestos ha permitido desarrollar las capacidades productivas hasta el punto de que hemos conseguido dotarnos como comunidad de servicios públicos, tales como la sanidad, la cultura o la educación, que nos hacen la vida más larga y plena. La esperanza de vida se ha incrementado, a pesar de que siguen existiendo enormes divergencias en este punto entre clases sociales. En todo caso, nadie duda que el trabajo nos haya liberado de muchas penalidades propias de otras épocas. En definitiva, el aumento de la esperanza de vida, ha sido una conquista del trabajo controlado por el Estado sacrificándonos con más impuestos.

Ahora el Estado ha empezado a flaquear, creando una deuda que supera dos veces y medio el PIB, incluyendo la deuda privada, y todavía le queda un año al gobierno populista para poner las cosas peor. Hay pues que esperar a un cambio de gobierno, anunciado por cierto por todas las encuestas, para que lo que la iglesia atribuye a la virtud de los ciudadanos, lo podamos los laicos atribuir al interés privado por el éxito y la fortuna en la riqueza y creatividad humanas.

Para ello, mencionare diez frases de liberal Hayeck que justifican este aserto:

El sistema de precios es un instrumento registrador que automáticamente recoge todos los efectos relevantes de las acciones individuales. Sus indicaciones son la resultante de todas estas decisiones individuales y, al mismo tiempo, su guía.

Cuanto más planifica el Estado, más complicada se le hace al individuo su propia planificación.

Beneficio es la señal que nos indica lo que tenemos que hacer para servir a la gente que no conocemos.

La civilización descansa en el hecho de que todos nos beneficiamos de un conocimiento que no poseemos. [...] Y una de las maneras en que la civilización nos ayuda a superar esa limitación en la extensión del conocimiento individual consiste en superar la ignorancia no mediante la adquisición de un mayor conocimiento, sino mediante la utilización del conocimiento que ya existe ampliamente disperso.

El curioso cometido de la economía es enseñar a los hombres lo poco que realmente saben sobre aquello que imaginan que pueden diseñar.

Fue Adam Smith el primero en advertir que casi nos hemos dado de bruces contra ciertos métodos de ordenación de la cooperación económica que exceden los límites de nuestro conocimiento y nuestra percepción. Quizás su mano invisible pueda interpretarse como ese imperceptible e inescrutable conjunto de tendencias que están implícitas en dicho orden. Orientados por la constelación de precios, por ejemplo, nos vemos inducidos a realizar diversos actos cuyas consecuencias finales no hemos buscado intencionadamente. En nuestras actividades económicas, nada sabemos de las necesidades ajenas que nuestro esfuerzo productivo contribuirá a satisfacer ni de los esfuerzos ajenos que acaban satisfaciendo nuestras necesidades.

El orden extenso es un mecanismo capaz de recoger y aprovechar un vasto conjunto de conocimientos diseminados que ningún organismo planificador central está en situación de aprehender o controlar.

La generación de hoy ha crecido en un mundo donde, en la escuela y en la prensa, se ha representado el espíritu de la empresa comercial como deshonroso y la consecución de un beneficio como inmoral, y donde dar ocupación a cien personas se considera una explotación, pero se tiene por honorable mandar sobre otras tantas

Sólo un reducido número de entornos locales hubieran podido suplir lo requerido para la fabricación de los utensilios que permitieran el acceso de la humanidad desde los estadios cazadores o recolectores a la civilización sedentaria. Sin el apoyo [a través del comercio] de compañeros de otras zonas, para la mayoría de los humanos habrían sido totalmente inhabitables las zonas en las que querían instalarse.

No hay nada en el desarrollo tecnológico moderno que nos fuerce a una planificación económica global, pero hay mucho en él que hace infinitamente más peligroso el poder que alcanzaría una autoridad planificadora.

Como ahora los está haciendo el Estado Leviatán que ha desarrollado Pedro Sánchez y que está intentando rematar en el año que le queda.

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