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¿CARLOS QUINTO EN LAREDO?

Por JUAN IGNACIO VILLARÍAS

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   Todos los años celebra la localidad de Laredo el desembarco en su puerto del emperador de las Españas, que volvía de Flandes, allá a mediados del siglo dieciséis. Fiestas, desfiles, marchas, trajes de época, todo muy lucido y vistoso, muy divertido para el personal fiestero. 

   Y tanto el ayuntamiento como la prensa y el vecindario en general, todo el día que si Carlos Quinto por aquí, Carlos Quinto por allá.

   Un servidor de ustedes acudió, allá en sus tiempos de la niñez, ya tan lejanos, ay de mí, a un campamento del Frente de Juventudes en Laredo, cuyo nombre oficial era el de Campamento Juvenil Carlos Primero.

   ¿Se trata del mismo personaje? Pues sí señor. Carlos Primero de España, ése es su título entre otros muchos, tan numerosos que aquí no se citan por evitar la prolijidad.

   Después del Primero hubo otros tres más, hasta Carlos Cuarto de Borbón, el último de los Carlos coronados. Pero si al Primero le llamamos Quinto, ¿cómo llamaremos al Quinto cuando le haya y si es que le hubiere? Así llamaron sus partidarios en la primera guerra carlista, así precisamente llamada, al pretendiente a la corona don Carlos María Isidro de Borbón, pero ese supuesto Carlos Quinto nunca llegó a reinar, por lo cual el ordinal quinto siguió vacante. Lo mismo, si vale la digresión, que otro supuesto Juan Tercero de Borbón, que tampoco ciñó corona, el abuelo del rey de hogaño, sino que sólo dos Juanes han reinado, no en España, sino en Castilla, que para el caso es igual.

   A lo mejor habría que llamarle Carlos Quinto Bis al próximo rey Carlos, o saltarse el número y pasar a llamarle directamente Carlos Sexto, a saber cómo se hará. Porque dos Carlos Quintos... Ya me dirán.

   Y es que Carlos de Habsburgo fue Quinto, no de España, y tampoco de Alemania propiamente, sino del Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana, que no es lo mismo.      

   Karl der Fünfte von dem Heiligen Römischen Reich Deutscher Nation.   

   No digamos, por tanto, Carlos Quinto en Laredo, sino Carlos Primero. Es mucho más propio.

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