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LA INUTILIDAD DEL SUFRIMIENTO

Por ANTONIO CUBILLAS

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            Miríada de milenios, contemplan con impávido miramiento , a la gran mayoría de los seres vivos (sobremanera los "humanos"), cuyas  existencias,  han  padecido  esta  inherente sensación (sufrimiento..),bien psíquica, como biológicamente, a lo largo de incontables generaciones. Donde, la balanza de sus capacidades afectivas, morales, etc, no debería haberse ladeado al inclemente dolor sino, declinada hacia la parte conciliadora en soportar la susodicha pena.Que, por cierto, es el  desafío más complejo con quien se confronta la fe cristiana, así como  todas las tendencias espirituales, vinculadas a los "tratados del alma".

Por esa palmaria razón, se adopta  como compañera de viaje, ante el encuentro con la vida exterior desde el primer instante de la misma.

          Ante el temor, la tristeza , desamparo, enfermedad y otras acepciones vinculadas a estas "muescas emocionales",  nos fue  vetado el saber controlar nuestros razonamientos al respecto ; quedando a merced de las circunstancias afectivo-sociales de cada uno, dimanadas de la cultura familiar, social, religiosa, etc...

          A lo largo de la historia científica, ingentes tratados versados en este "naturalem affectum", argumentan que todo cuanto se aprende, se puede desarrollar al extremo contrario: transfigurar  lo nocivo, (perjudicial..), en conveniente, equilibrado, revulsivo...

          Sin embargo, ¡Cuán arduo, complejo o, frustrante, se  torna en aprender a controlar nuestras emociones..! Éso, que los expertos  conocedores de los entresijos, "cuerpo-mente", han denominado con el término psicológico de RESILIENCIA.

          El sufrimiento, se vive a solas.Pero, nadie lo puede vivir por uno mismo. Pero,si se subsiste sin apoyo, es peor aún. Cada "afectado", debería de sentirse protegido  por los demás, afines familiarmente al mismo...

Los parámetros tiempo, adiestramiento y voluntad, permitirían a las personas  embargadas por esta incontestable melancolía, en intentar cambiar sus hábitos destinados para "salir hacia delante".

         Todas las estrategias estructuradas y procesadas con las "herramientas", anteriormente citadas, no corroborarían que las "eficientes técnicas", amén de pretender sofocar las aflicciones dimanadas de la enfermedad bien física, como mental, etc., se convertirían en inoperantes, ante el incontestable, puro e, ilimitado querer a los tuyos; el cual, es el concedido a los padres, abuelos, hermanos, etc. Si bien, y sobremanera, el proyectado hacia los HIJOS...
Estos últimos, son el único amor, que dura para siempre.Que, no tiene límites ni razones, ni dudas... Es una energía incombustible, que nos impulsa a no defraudar y, no permitir que sufran en modo alguno. Por eso, cuando perdemos a nuestros padres aunque ya seamos adultos, la sensación de orfandad nos aflige tanto.

         Si bien, como un puntual paliativo, se convierten nuestros  descendientes, quienes atenúan y ayudan a sobreentender, que en el "ciclo de la vida", todo comienza y, todo termina...Aunque, lo inesperado en este escenario cronológico es, cuando el  sinsentido, se torna caprichoso, inesperado y alevoso, quebrantando todas los pasos de la lógica  y precipitándonos a un vacío tan oscuro como frío, que bloquea nuestras reacciones, abandonados a nuestra suerte: "Enterrar" a un hijo (a),  hermanos o parentescos  menores de edad...

        Quienes somos creyentes, ilustrados con los preceptos de nuestra fe, experimentamos "tentaciones", dudas, impotencia, "alma rota".. Aceptando que Dios y su sabiduría implícitos  ,podría contribuir a sofocar el "pequeño infierno", que nos tienta a tirar por la borda tantos firmes, rigurosos y rectos "pasos", dados y condicionados por nuestras actitudes responsables ante nuestras creencias religiosas...

        Lamentablemente, no puedo extenderme más... Porque, la inutilidad del sufrimiento para los humanos, desde la "noche de los tiempos", ha sido el sueño frustrado de todos, cuantos hemos alcanzado la felicidad, al haber experimentado el amor incondicional y renuncia, a todo  cuanto significa la llegada de nuestros descendientes a este mundo incuestionable diseñado  con  "las penas y, las alegrías"...

 
      - Venturoso día -

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