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MÁS MADRID INCITA A ERREJÓN A PRESENTARSE CONTRA IGLESIAS

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El de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón fue un mal divorcio político. Una dramática separación que dejó cuentas pendientes. Asuntos sin resolver que pueden sustanciarse el próximo 10-N, cuando ambos se enfrenten en las urnas en las elecciones generales. Era cuestión de tiempo, como bien ha dicho Pablo Iglesias, que Errejón se convirtiera en «un actor de la política nacional», porque nunca tuvo vocación de líder autonómico. Y ese momento parece haber llegado. El momento de encabezar una lista electoral confrontada con la de Pablo Iglesias. El duelo final entre las dos almas de Podemos. La disputa de la patria potestad de la criatura que ambos alumbraron y a la que pusieron por nombre Podemos. El 10-N puede ser la segunda vuelta de Vistalegre II, donde ya no votarán los inscritos y las inscritas, sino los votantes.

El 10-N será el último acto de una obra que comenzó con aquel grito airado del 15-M: «No nos representan». Un grito que supo ser convertido en representación institucional por el grupo de profesores de Ciencias Políticas liderado por la pareja Iglesias-Errejón. Dos personas distintas, pero muy compenetradas. Complementarias. La autoría intelectual fue cosa de Errejón. La hipótesis populista destinada a triunfar en la España destruida económica y socialmente por la crisis de 2008. Íñigo era la cabeza de Podemos. Pablo era el corazón. Errejón planificaba la conquista de las colinas e Iglesias se lanzaba a conquistarlas desde el carisma. Hasta que Iglesias se cansó de poner la cara para aplicar las lecciones de guerra de Errejón. Poco a poco, se desprendió de todos los fundadores de Podemos, a excepción de Juan Carlos Monedero, que sigue a su lado. Errejón pronosticó, ya en el otoño del lejano 2016, que Iglesias acabaría liderando una nueva versión de Izquierda Unida.

La pareja empezó su proceso de divorcio el 15 de marzo de 2016, tras la destitución de Sergio Pascual, el primer secretario de Organización de Podemos y dirigente de confianza de Errejón. La ruptura definitiva, aunque sin papeles certificados, llegó en enero de 2019, cuando el ex número dos de Podemos se presentó en la Comunidad de Madrid -a donde le había enviado Iglesias- encabezando la lista de Más Madrid, frente a una candidata improvisada por la dirección de Podemos: Isa Serra.

Errejón no acepta que Podemos sea Pablo Iglesias y reclama su papel en el partido

La separación dejaba detrás un panorama devastado en el escenario de la convivencia de un partido que se desangró de éxito. Después de poner en jaque al sistema político español como ningún otro actor desde la Transición, y de lograr la hazaña de 70 escaños en el Congreso a la primera, Podemos se fue por el sumidero de las disputas internas. En alguna de las reuniones que este mes de septiembre mantuvieron los equipos negociadores del PSOE y de Unidas Podemos para intentar un acuerdo de investidura de Pedro Sánchez, los representantes de la formación morada hicieron una advertencia a los socialistas: «Podemos es Pablo Iglesias y Pablo Iglesias es Podemos».

Esta es la cuestión de fondo. Íñigo Errejón no acepta que Podemos sea Pablo Iglesias. Y reclama su papel en el nacimiento y desarrollo del partido ahora desencajado y dividido. Pablo Iglesias siempre ha tenido con él a los militantes-inscritos. Su liderazgo fue ratificado en todas las votaciones internas que promovió. Desde Vistalegre II, pasando por el rechazo a la investidura del socialista Pedro Sánchez en la primavera de 2016, hasta llegar a la compra de su casa en Galapagar. Nunca Íñigo Errejón le disputó abiertamente la batalla interna. En Vistalegre II renunció al combate frontal, porque él no quería ser el líder, sólo intentaba desesperadamente que el líder volviera a hacerle caso a él, como en los días de esplendor.

Pero tampoco renunció a su propia carrera política. Reclamaba la autoría intelectual de Podemos, la función original de un partido transversal, amplio y abierto a la colaboración con el resto de los partidos de izquierda. «Tarde o temprano, los votantes de Podemos tendrán que pronunciarse sobre el resultado de Vistalegre II», señaló después de que Iglesias arrasara en la asamblea de febrero de 2017.

Más Madrid defiende que está "incólume" frente al desgaste de Sánchez e Iglesias

Íñigo Errejón se refugió en Madrid, aunque sin descuidar su perfil de líder nacional. Ni Pablo Iglesias ni nadie pensó nunca que la política autonómica fuera el sueño de Errejón. La aventura de Más Madrid con Manuela Carmena tuvo un resultado amargo porque la alcaldesa perdió su puesto y el centroderecha ganó en la Comunidad, pero el fundador de Podemos vivió una noche dulce. Venció a la lista de Podemos. Los votantes madrileños fueron los primeros en pronunciarse sobre el resultado de Vistalegre II y su veredicto fue distinto al de los inscritos. La lista de Errejón logró 20 escaños y el 14,6%. La de Isa Serra, candidata de Iglesias, siete escaños y el 5,16%. Entró en el Parlamento regional por los pelos.

Como ya hiciera en otros momentos del proceso de divorcio, Íñigo Errejón se ha retirado estos días a su desierto particular a meditar. El desierto de la incomunicación con el exterior. En pocos días, una vez convocadas las elecciones, dará a conocer si por fin presentará su lista el 10-N. No es fácil ni cómodo. No es lo mismo plantar cara a Isa Serra que a Pablo Iglesias. Las fuentes de Más Madrid consultadas aseguran que «la realidad conspira y arrastra» a Errejón a concurrir a las generales al frente del tercer partido de la izquierda española. Este domingo el partido celebrará una reunión extraordinaria con sus militantes para analizar la posible candidatura.

Hay una gran presión y expectación mediática sobre el ex número dos de Podemos. La hipótesis de que pudiera presentarse por persona interpuesta -Manuela Carmena ya ha dicho que no- no está sobre la mesa, según esas fuentes. Nadie entendería muy bien que no fuera él quien diera la cara, después de todo lo sucedido en torno a Podemos.

La foto de Errejón con Bescansa o Alegre sería un golpe para el líder de Podemos

Sobre el impacto que la candidatura de Errejón pudiera tener en las elecciones hay distintas opiniones y gran incertidumbre. La mayoría de los votantes de Podemos, según una encuesta de La Sexta, ven positivamente la candidatura de Errejón. La dirección del PSOE considera que «hará un daño brutal a Podemos» únicamente con que presente listas en Madrid o en otras dos o tres circunscripciones como Valencia o Barcelona. Otros socialistas, sin embargo, recelan de las consecuencias negativas que pudiera tener en las urnas esta nueva fragmentación de la izquierda. Muchos analistas creen que también podría restar votos al PSOE.

Íñigo Errejón sería así la gran novedad de la repetición electoral. A su favor tiene el desgaste que han sufrido el PSOE y Unidas Podemos en las negociaciones frustradas para la investidura de Pedro Sánchez. Según sus colaboradores, el líder de Más Madrid «aparece ante los ciudadanos incólume y limpio, como representante de una izquierda más moderada, abierta y dialogante que Unidas Podemos» y «podría ser un revulsivo contra la abstención, al atraer a esos votantes que podrían abstenerse por su desencanto ante el fracaso de la negociación para un Gobierno progresista en España».

La hipotética foto de Errejón rodeado de los fundadores de Podemos que cayeron en el ostracismo, como Carolina Bescansa o Luis Alegre, sería un duro golpe emocional en campaña para Pablo Iglesias. El líder socialista ha recibido con cohetes la hipótesis de una lista encabezada por el ex número dos de Podemos.

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