Diario Digital controlado por OJD

¡CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ!

Por JESÚS MANUEL LÓPEZ

Enviar a un amigo
De un tiempo a esta parte, escuchando a la gente en casi cualquier contexto, después de que se nos explica, o se debate, la situación de cómo está el país, política, social y económicamente, hay exclamaciones o expresiones –entre el estupor, la rabia y la tristeza-, del estilo de  ¡pero cómo es posible que estemos así!¡cómo hemos llegado a esta situación! Normalmente salen de los comentarios que se hacen sobre el despilfarro, la corrupción, la pésima gestión; y del cansancio o la saciedad por todo ello.
Es conveniente, para no perder las referencias del porqué, ni la memoria, recordar de forma básica, sencilla, los resultados de las conductas o las acciones –u omisiones- políticas más perniciosas (no sólo desde el plano económico, sino moral) que han llevado a la realidad actual del país.

Como ejemplos, valgan los siguientes, creo que bastante significativos y, en algunos casos, muy numerosos que se han ido gestando, admitiendo, promoviendo desde hace bastantes años para acá, produciendo una sima socio económica y moral inaceptable.   En este país nuestro se ha llevado a la ruina a muchas Cajas de ahorro, a varios Ayuntamientos, y a alguna CCAA; se han construido infraestructuras absolutamente disparatadas que no utiliza casi nadie; se ha comercializado preferentes engañando a ancianos; se ha amnistiado a muchos defraudadores “exquisitos”; se ha mediado con corruptos para que no vayan a la cárcel. Se ha indultado con  "nocturna" arbitrariedad a gente importante que ha delinquido; se ha prodigado la prebenda y el amiguismo con frenesí. Etc., etc.

Lo terrible es que todo eso ha pasado, y mucho más, sin que a los responsables les haya sucedido prácticamente ¡NADA! ¿Qué mensaje se ha dado (se está dando) a la sociedad desde el plano (sobre todo, pero no solamente)  moral, ante tanto desequilibrio y tanta ineptitud e injusticia? Porque ¿cómo es posible que no haya prácticamente ningún político en la cárcel? ¿Quién falla? ¿Las leyes, los policías, los jueces?¿Qué está pasando en nuestras instituciones para que “nada pase”? Desde luego, en todo ese desequilibrio de casos que he narrado, los políticos solos no han fallado. ¡Ya está bien!  Hay mucho acólito, mucho complemento detrás del corifeo en esta tragedia, que se ha beneficiado (y que también es responsable) y ahora sigue escondido, o peor, incluso es capaz de salir transmutado como si con él no hubiera ido la función.

Es, sí, inaceptable, porque a este drama real, se le ha puesto un remedio, a mi entender y en los casos más flagrantes, patológico. Eran necesarias muchas medidas, es evidente, pero las más duras y sin embargo fáciles, han llegado  en forma de recortes indiscriminados, y han recaído en aspectos esenciales de los servicios, como educación y sanidad. Además se ha sumido a la ciencia y al I+D+i en una depresión tercermundista; se mantiene el privilegio de ciertas CCAA,s y con ello la irritante desigualdad de los ciudadanos. Se mantienen cargos, empresas, instituciones de dudosa finalidad o que están de más, pero con muchos cargos que distribuir. Se está tergiversando el relato histórico de ETA (debe restituirse tanto mal y tanto dolor causado; deben aclararse los más de 300 asesinatos que parecen estar bajo la ley del silencio). Encima, a veces, los ciudadanos no estamos  lo suficientemente despiertos, o nos dejamos llevar con ligereza (¡son tantas cosas!), y se nos escapan los matices, lo que da riqueza o tono a la conducta política; y, por ejemplo, ante dos hechos sangrantes, nos vemos focalizando nuestra indignación sólo con el Sr. Bárcenas, mientras un monstruo de la mafia terrorista, como Ternera, se pasea por Europa sin darle importancia (¿cuáles son la razones para esta arbitrariedad?)

No es verdad que a los ciudadanos nos pidan sacrificios, nos los imponen, en muchos casos de forma nada razonable, y muchas veces con contradicciones y de forma un tanto caprichosa. Por eso no es de extrañar el hartazgo; y, aunque ya lo sepa, la gente en la calle sigue exclamando ¡cómo hemos podido llegar a esta aquí! Ya ven, no es difícil un análisis sencillo y general. Ahora toca, más que nunca, y después del natural desahogo, encauzar el malestar, exigiendo como ciudadanos (en nuestra faceta política) y pidiendo responsabilidades con consecuencias, actuando coherentemente y con memoria cuando llegue el momento. Esto en el plano externo. En el interno, reforzarnos con aquello que decía Séneca “la recompensa por la acción virtuosa es haberla realizado”; ¡qué difícil para los ciudadanos!, pero hay que aguantar la dignidad y luchar por ella. Es urgente, los muros de nuestras instituciones democráticas se resienten, que no se tambaleen los nuestros.

Jesús Manuel López – Miembro de UPyD de Cantabria

Otros artículos: