
La perversa inocencia anacrónica
Por JESÚS MANUEL LÓPEZ
Pienso que es una estrategia tópica de los nacionalismos y regionalismos desde su nacimiento, pero que se ha ido extendiendo al panorama general de la política española. Se trataría, sucintamente, de una forma de hacer política poco comprometida con la responsabilidad (por cierto, la contrapartida de toda libertad); es decir, de no asumir, con todas las consecuencias debidas, lo que se hace o se ha hecho; o de no hacerse cargo de los equívocos y de las dificultades. Entiendo que, desgraciadamente, son síntomas de la "inocentización" (Bruckner, lo llamaba “la enfermedad del individualismo por escapar de las consecuencias de nuestros actos”) a la que, en muchos casos, está llegando la conducta de este tipo de político. Sólo quieren ser señalados si las cosas son exitosas, si no es así se erigen en víctimas de algún complot (lo de Cataluña, ahora, es sangrante, pero de libro).
En concreto, y ciñéndonos un poco más a nuestro entorno, los tres grandes partidos que nos han gobernado estos últimos treinta años, los que se debieran repartir la responsabilidad de la acción política de Cantabria desde el principio de la democracia, han tenido la rara "habilidad" (luego explicaré lo del entrecomillado) de que, cuando han venido mal dadas (verbigracia, la actual crisis con sus causas y algunos de sus resultados), siempre han procurado echar los balones al terreno del otro.
En el caso de los nacionalregionalistas –pues, creo, son los que más lo practican- lo han tenido bastante fácil (la rivalidad Pp-Psoe se lo ha puesto en bandeja), las culpas son para el protervo centralismo y/o para los partidos que, encima en algunos casos, les “regalaron” la gobernabilidad de las instituciones –PP y PSOE y sus complejos: porque ¡claro!, aquéllos son los más vascos, los más catalanes, los más cántabros, etc.-
La táctica habitual ha sido simple: si todo va bien, es porque han presionado a Madrid; pero si sale mal, como son “angélica pureza”, siempre habrá un victimario “complot” a quien cargar el fracaso. Luego, siempre tienen razón. Como la inquisición con las brujas de antaño: si decían que sí eran brujas, a la hoguera; si decían que no, lo hacían porque la mentira era parte de la insania de las brujas, o sea ¡a la hoguera también!
Consecuencias de toda esta táctica, o de malsana habilidad (porque de lo que se trata es de coger poder, de conseguir inversiones o prebendas contra, o antes que los otros –luego, habilidad egoísta-), es que Pp-Psoe (ávidos de poder) se han avenido a las propuestas nacional regionalistas y estos han seguido/siguen tirando del hilo de sus insaciables y egotistas demandas. Por otro lado – y es esencia del origen del problema-, al no querer cambiar los dos grandes partidos la escandalosa Ley Electoral (quieren la capacidad de alternarse en el poder), los partidos de la táctica del victimismo, se aprovechan muy bien de esa falta de acuerdo, tanto para su fortaleza en votos de su zona, como para aprovechar éstos en los “intercambios” y negociaciones.
Sirva como ejemplo de esa estrategia infantil –que tanto seduce- de falta de responsabilidad, el recordar las grandes polémicas del AVE en la anterior legislatura. Fue tanta la tensión de los regionalistas (el ex Presidente, creo que en Monzón, llegó a decir que el primer AVE era irrenunciable –el de Castilla-, el segundo, ya se vería –por Bilbao-) por un asunto nada claro, y menos en esos momentos, que arrastraron a los otros dos partidos en un frenesí por ver quién era más eficiente para traer el AVE. El fundamento, si era necesario o si éramos capaces de costearlo, fue invalidado. Estaba en el trasfondo no enfrentarse a lo que hoy, razonablemente, el tiempo está imponiendo (no podíamos ni hacer, ni mantener la faraónica infraestructura), porque había que montarse en el caballo de la fantasía regionalista, no destruir la parafernalia de la magia (se llegó a pedir al apóstol Santiago para que “iluminara” al ministro Blanco), no frustrar tampoco a ciudadanos ya en esa grupa y, sobre todo, próximos votantes.
En fin, ya ven lo que se está consiguiendo por el miedo a no perder la inocencia; entre otras estulticias, mayor inmadurez en la política; o todos de soslayo. Ya decía F. Celine, “todos los demás son culpables, salvo yo”.
Jesús Manuel López – Miembro de UPyD de Cantabria
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