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“SIN EUFEMISMOS: UN PÉSIMO 2013”

Por JESÚS MANUEL LÓPEZ

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Tolstoi escribió que “no hay condiciones de vida a las que una persona no pueda acostumbrarse, especialmente si ve que a su alrededor todos las aceptan”.

Pareciera que la máxima de León pudiera aplicarse sin dificultad a nuestra España de hoy. Aunque uno no puede sino preguntarse si ¿de verdad que realmente nos acostumbramos a todo? ¿No existe un punto en el que las condiciones son de imposible acomodo?

Apelando a un honrado análisis, que no a un cerrado partidismo, podríamos decir que el año acabado fue pésimo. Veamos un porqué somero y urgente.

Hay más pobreza extrema; más paro y desigualdad; hemos bajado peligrosamente nuestros niveles de capacidad adquisitiva; nadamos cual cangrejos en el río europeo del bienestar y el progreso.
El grave menoscabo de servicios públicos básicos como la Educación, la Sanidad o la Dependencia, de la mano de unos recortes indecorosos.
Una ley del aborto exageradamente partidista que nos retrotrae al pasado más negro. Una ley sobre empleo fracasada por nefastos resultados de calidad y cantidad (se ha abaratado el despido y el 90% de los contratos nuevos son temporales). Una ley de educación fracasada antes de nacer por su falta de mira y consenso, por su egocentrismo ideológico.
La corrupción, que Rajoy en su investidura quiso minimizar -otro "hilillo de plastilina"- ridiculizando a Rosa Díez, se ha demostrado que es una de las lacras más vergonzosas de la era democrática. Esta corrupción ha sumido al país en el sonrojo y la baja autoestima de antaño, por un lado; y por otro, ha alejado del ciudadano a instituciones y partidos, sintiendo aquél que para los irresponsables de estas instituciones la impunidad es casi norma.
El deterioro institucional ha estado presente sobre todo en la justicia -esencia del sistema-, con sus órganos de dirección controlados o, al menos, mediatizados por el "stablishment" de los partidos viejos, con la fiscalía al frente. Súmese a lo anterior la crisis de la Corona, o la de órganos de control fundamentales: Banco de España, Agencia Tributaria, Tribunal de Cuentas….
La parsimonia del gobierno ante la grave apuesta antidemocrática de los nacionalistas catalanes, con un PSC a la deriva y una IU (en su versión autóctona) confraternizando con esa vacua pamema. Pasividad en la resolución de la problemática de un modelo territorial agotado donde es perentoria una metamorfosis.
La misma o parecida parsimonia se ve a la hora de parar la maquinaria de la patológica endogamia etarra y su aquelarre en pos del "negacionismo"; todo esto con el beneplácito de una parte de la sociedad que sigue casi igual de enferma ("síndrome de Estocolmo", hipocresía moral y cobardía) que antaño.

Podríamos seguir con más detalles: la ausencia de una necesaria ley Electoral, la amnistía fiscal, los dineros a los agujeros financieros, las chapuzas de seudoarreglo con las cajas y su ley descafeinada, la floja ley de transparencia, etc. Bien es cierto que, aunque estos dos últimos y algunos aspectos más –el último respiro del paro- han lavado algo la cara aciaga de la política de este año que ha terminado, no han podido mejorar un panorama tétrico y deprimente.
No es que uno quiera pintarlo mal, es que apenas se encuentran matices cromáticos vivos en la política gubernamental del 2013. Por supuesto que también ha habido detalles “verdes”, como se ha comentado en el párrafo anterior. Se podrían añadir algunos otros como que sí ha bajado la dichosa prima de riesgo (¿aunque quién nos dice que no puede ponerse insostenible a la de tres?), que sí hemos exportado más,  que hay cierta mejoría en datos macroeconómicos, que la bolsa sube, etc. Pero, todo esto, ¿qué está suponiendo en la hecatombe de la cotidianidad del ciudadano normal, en la concreción de la agonía de sus ingresos y gastos, sobre todo para los que sobrellevan el sufrimiento y la desesperación que les da su situación de pobreza?

En fin, deseo de todo corazón y con todas mis fuerzas que esta situación se acabe. Pero no tentemos más a la mala suerte, ni provoquemos demasiada ignominia, no sea que el silencio paciente desautorice la máxima del literato ruso y estalle violenta esa pasividad del consentimiento. Sería catastrófico para todos.

Es menester un cambio de rumbo urgente. Movimiento y cambio con orden y racionalidad que ya nos decía Heráclito. Pero, según la señales que envía el Sr. Rajoy, parece ser el único que se baña en las mismas aguas, porque el suyo no es un río, sino un estanque de impasibilidad política que anestesia y contagia la inacción; y así nos ha ido, no sólo en temas económicos, de empleo, o de administraciones, sino en uno de los temas más graves para España - junto con el paro, la pobreza y el susodicho deterioro institucional-, la llamada deriva del nacionalismo.

Jesús Manuel López, Consejero Político de UPyD

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